lunes, 24 de julio de 2017

LA RELACIÒN ARMADA-ESTADO
(testimonio de un oficial naval)
24 de julio de 2017

       Como hemos podido apreciar en las anécdotas-testimonios de mis años en la Armada, mi fuerza – en tanto uno de los órganos e instrumentos del Estado - ha tenido durante su evolución diversas etapas. Vale entonces preguntarse hoy:

          ¿Ha sido siempre la Armada ese instrumento que el Estado necesitaba? ¿Es que siempre estuvimos claros acerca de qué Estado somos y cual es la naturaleza, tamaño y equipamiento tecnológico de una FAN para responder a las necesidades de Seguridad y Defensa de la Nación Venezolana? ¿Fue siempre bien empleada y dirigida nuestra Armada? ¿Contó con el apoyo del Estado para su equipamiento, entrenamiento y mantenimiento? ¿Está en estos momentos en condiciones de responder a su misión?

          En mi tiempo tuve esas inquietudes, ahora en el otoño de mi vida tengo tiempo, conocimientos y experiencia, y puedo reflexionar sobre ellas, en la tranquilidad de mi hogar y de mi estudio.

          Según la historia  de Venezuela, podemos decir que comenzamos con unas embarcaciones de madera (con hombres de acero como reza el dicho) que lucharon durante la Guerra de Independencia. Eran Flecheras y barcos con las especificaciones y limitaciones de su tiempo, y con los cuales se hacía la Guerra en la Mar. Las de mejor porte y condiciones Ad Hoc. Eran embarcaciones capturadas de la Flota Española, en el mejor de los casos, o eran embarcaciones recibidas en aportes de otras naciones como el caso de Brión y Petión, o eran simplemente embarcaciones civiles adaptadas para el transporte de cañones y hombres para desembarcarlos en los sitios álgidos. No podemos determinar cuántas de las unas y de las otras; Pero, fueron buenas para bloquear vías de comunicación marítima, para “Forzar la Barra” en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, del 24 de Julio de 1.823, y que diera base para designar esa fecha como Día de la Armada.

Antes lo habían sido para la Batalla de San Félix en 1.817 y para los múltiples desembarcos anfibios u operaciones ribereñas, o lo que podría considerarse como  la génesis de una Infantería de Marina en Operaciones Ribereñas y Fluviales, con las que se capturaron vitales puntos fuertes desde los cuales se pudo controlar las rutas marítimas y fluviales, para el apoyo logístico a las sucesivas operaciones terrestres, o para oponerse a las embarcaciones Españolas que todavía quedaban en el parque naval realista en Venezuela y en al Caribe.

          Esa primera Armada sólo la conocemos por referencias históricas. El CA. Antonio R. Eljuri Yunez S., relata en verbo heroico la épica epopeya del forzamiento de la barra en Maracaibo y la destrucción de los buques Españoles, en su obra “La Batalla Naval del Lago de Maracaibo”. Según narra el CA Eljuri, los comandantes realistas no se encontraban abordo, estaban de permiso, no esperando que esas embarcaciones patriotas pudieran atravesar las baterías dispuestas en el Fuerte de San Carlos en la barra. Esa ya era una proeza que superó el hecho final del ataque a los buques realistas allí fondeados y arrejerados (fondeados a doble ancla) en los fondeaderos internos del Lago. Es absolutamente indispensable que los marinos jóvenes del futuro lean esta obra.

          La segunda Armada, de cuyos barcos sólo tuve referencia visual de aquellos que aguantaron mayor tiempo en servicio activo y que describo parcialmente en otros capítulos, aunque no me haya embarcado sino en algunos de ellos, prestó un excelente servicio en aguas territoriales y en navegaciones de altura y costaneras. No en Guerra contra potencia extranjera esta vez, sino para el lento y anónimo  proceso de desarrollo del Potencial Naval y Marítimo del Estado Venezolano. Hay que agregar la construcción de la Infraestructura Naval y Marítima, Diques y Astilleros, Puertos y Varaderos, Bases Navales y Fluviales y todo el entramado organizacional logístico administrativo y operacional para respaldar las Operaciones Navales.

Abro un aparte para argumentar que la Armada debería ser el necesario elemento de apoyo para el desarrollo de una Marina Mercante Nacional; Pero, no es de mi experticia ésta última. Me concentro en la de Guerra por cuanto pasé toda mi vida profesional en ella. Aun así, es tan compleja y amplia una Armada que me temo no ser el experto que una obra de esta naturaleza amerita. Me limito a relatar retrospectivamente las experiencias que pudieran complementar visiones más enjundiosas, de autores con mayores conocimientos que mi persona. Ambas, la de Guerra y la Mercante forman parte indivisible del Poder Marítimo o Acuático de la nación. El Ilustre Alejandro Vargas, padre de mi compañero y amigo CN Luis Vargas Lander, es uno de los más prolíficos escritores de la historia naval de nuestra nación y él solo, de por sí, merece una biografía que le honre, tanto como el honró nuestro gentilicio con su pluma.

Según el CN. (F) Armando de Pedraza, en su obra “Poder Marítimo-Poder Naval” (libro III), él considera que Poder Marítimo comprende la macro estructura de comercio, de comunicaciones y de explotación de los recursos del mar y que el Poder Naval existe como instrumento de la Defensa y que su rol primordial es satisfacer los objetivos que ésta le fije. El primero propende a la satisfacción de los intereses de desarrollo, progreso y bienestar, y que el Poder Naval es la garantía de que podemos alcanzar esos intereses y mantenerlos en el tiempo, a través de la garantía de la Soberanía, Integridad Territorial y Libertad. Es decir, una estrecha, armónica y eficiente relación Armada-Estado serán esenciales para cumplir este desiderátum.

Para recordar los buques de esa armada les invito a releer el capítulo que habla de “La Flota en que navegué”. De manera similar, les refiero a aquel donde hablo de “La Venezuela en que viví”, donde estarán los elementos del Estado que existía para el período de mis 30 años de servicio que van de 1.970 al 2.000. En este capítulo hablaré de la relación entre ese Estado, asiento del poder, y de esa Armada como instrumento de su poder.

Cierro el aparte y continúo con la tercera etapa de la Armada que conocí, que es la de las Fragatas italianas, Submarinos U209 alemanes, Aviones Antisubmarinos Grumman americanos, Transportes coreanos, Helicópteros ASW italianos, Talleres de Tecnología de punta con equipos, bancos de prueba y facilidades de las mejores prestaciones, la armada de los cursos en los mejores institutos navales y civiles, dentro y fuera del país, etc. Una Armada moderna que de estar operativa al 100%, mantenida y actualizada, sería de las mejores del continente. Mucho mejor si sus líderes estuvieran concentrados en su perfeccionamiento, en su correcta dirección y en su moral combativa. Una armada donde su Alto Mando estuviera en relación respetuosa con los demás entes de la Administración Pública; pero, con base al artículo 328 constitucional, recordándoles acerca de los riesgos que Venezuela corre cuando se experimentan ideologías que afectan su rendimiento operacional, su moral combativa y su Apresto Militar y Capacidad de Reacción.

Entonces, pasando a responder las respuestas a las preguntas formuladas al comienzo del capítulo y considerando que de la primera Armada ya hablé cuando esbocé cómo se formó y sus aportes a la Independencia, tendríamos que continuar diciendo que:

En sus segundos comienzos, la Armada fue dotada de los surplus o “sobrados” o excedentes todavía utilizables, del parque naval de los EUA. En esos buques aprendieron los marinos venezolanos que fueron mis líderes de juventud. De acuerdo con lo que otras naciones tenían, considero que hemos estado parejos, pues ellas se han suplido del mismo proveedor. Era lo que el Estado podía adquirir, negociar y sus hombres operar. En muchas ocasiones oímos hablar de adquirir Portaviones por parte de la opinión pública, amigos y familiares, o al menos era la pregunta que solían hacerle a uno, argumentando que ya que Brasil tenía una de esas fortalezas flotantes, por lo que nosotros deberíamos tener al menos uno. Esta apreciación nos daba risa, por su ingenuidad. Lo que la gente no se percataba era que cada vez que Brasil sacaba a la mar el Minas Gerais, su PIB caía un 2 %.

La posición geopolítica, los intereses vitales, históricos y estratégicos de Venezuela, sus 2.800 kilómetros de costas, sus frentes Andino fronterizo Terrestre, Atlántico-Caribeño, Fluvial y Amazónico y deltano, su ZEE y el territorio marítimo que ella genera que le hace poseer casi el 70 % del espacio acuático caribeño, en razón de Isla de Aves, son factores que justifican la dotación de naves que permitan cubrir esa inmensa zona naval y fluvial y así fue sucediendo, poco a poco, durante los 40 años de Democracia. No en balde algún geógrafo en sus pininos de geopolítico llamó a Venezuela una isla confinada por ríos y mares, flotando en medio de su exuberante geografía. Nos consuela saber que de cumplirse la profecía de que la próxima guerra mundial será por el agua; Venezuela tendrá y mucha, lo que justifica su preparación naval para responder al reto de defenderla y garantizar su supervivencia en ese escenario posible.

Las islas a lo largo de sus costas le sirven de naturales portaviones para el establecimiento de bases aeronavales, para localizar en ellas sus Pequeños Combatientes (Patrulleros Rápidos Misilisticos y Cañoneros), Submarinos livianos y equipos de detección temprana de baja frecuencia, radares y sonares así como minas y otros medios para el control de pasos obligados y vías de aproximación probable de un posible enemigo. Estos medios no están todos en el inventario de la Armada; pero, se piensa en ellos y se brega por adquirirlos.

Las bajas profundidades en algunos sectores de costas, sus cálidas temperaturas y zonas de inversión de las mismas, así como su salinidad juegan un doble papel para la viabilidad de la Guerra Antisubmarina. Dificulta la detección de submarinos enemigos pero también les dificulta a ellos sus incursiones. Su cadena de islas favorece el establecimiento de Zonas de Exclusión Naval y corredores marítimos. En todas estas materias trabaja el Estado Mayor Naval, para optimizar el parque naval y aeronaval, para generar la doctrina de empleo más eficiente y para recomendar la adquisición de esos elementos que aún no poseemos. Se agrega, para establecer un efectivo Control de Tráfico Marítimo en tiempo de Paz y de Guerra. Así como, el desarrollo del Poder Naval. Allí nos alcanzó la “revolución” y en este momento que esto pergeño, no estoy al tanto de qué está ocurriendo con nuestro poder naval y con el apresto militar y capacidad de reacción, los cuales no son sòlo resultado del parque, de sus capacidades e infraestructura física,  sino más bien del adiestramiento, de la moral y disciplina de sus hombres y mujeres y la concentración en el “know how” militar, naval en nuestro caso, sin salirse de los valores y principios que conforman nuestra profesión, la cual ya cuenta con una Academia de Ciencias y Artes Militares y Navales, de la cual me honro en pertenecer como Individuo de Número, sillòn 25.

Todos estos son factores que son importantes para la determinación de qué Armada adquirir, operar y mantener. La necesidad de entrenar al personal y de mantener los equipos hace que debamos conservar y potenciar los laboratorios, talleres y demás infraestructura; así como continuar enviando a cursos especializados al personal y mantener el programa de adiestramiento naval, en todos sus aspectos. Explorar aventuras institucionales no es el camino para esta optimización y evolución funcional.

Ahora bien, pasando a la segunda pregunta. En mis 30 años de servicio pude apreciar que no siempre estuvimos claros acerca de la Armada que necesitábamos. Al menos el Poder Político no lo estuvo. Una Armada es costosa de adquirir y más cara aún de operar y mantener. Mientras el presupuesto de las 4 fuerzas es determinado por el número de hombres, tocándole al Ejército la mayor alícuota, las Armadas son intensivas en materiales costosos por su tecnología, versus el número relativo de hombres, el cual es menor que otras fuerzas, de tal manera que siempre se le asignan presupuestos menores para sus responsabilidades mayores, e inmensas que por su naturaleza tiene de suyo.

Otro aspecto a considerar es que la Armada (a diferencia de las fuerzas terrestres que operan normalmente en el territorio nacional y durante la Guerra es cuando salen del mismo a combatir afuera, a Teatros de Operaciones a los que son transportados por la Aviación o por la Armada) es una extensión itinerante del Estado, del País y de la Nación Venezolana y un complemento para la Política Exterior de la Nación, ya que normalmente operan en los espacios acuáticos cruzando ZEE de países limítrofes; en las que no sólo navegan, sino que visitan éstos en operaciones combinadas y en acciones cívicas, etc., cruzando con autorización sus aguas territoriales y zonas contiguas; en fin, son Internacionales. En ese sentido, las Armadas son presencia naval de sus países y por supuesto, deben estar preparadas para la Proyección de ese Poder Naval a tierra. De allí su estrecha relación con el estado, con la diplomacia y con los órganos de Seguridad y Defensa de la Nación.

Hasta el presente,  la Armada había venido ocupándose de desarrollar su capacidad para la Defensa Naval, como es su misión principal. La Lucha contra el Contrabando y las nuevas amenazas en los espacios acuáticos le era consustancial con su tradición, en nada significan desviación de sus roles naturales. Así mismo, había llevado siempre a cabo operaciones para honrar los tratados que regulan la Garantía de la Vida en la Mar a través de Guardacostas y toda ella, en una panificación progresiva, va realizando durante el año las Acciones Cívicas en las Islas y zonas apartadas tantos marítimas, como fluviales del territorio y de países amigos a los que apoya, en roles de Contribución al Desarrollo o de Relaciones Internacionales en apoyo a la Dirección de fronteras o al Ministerio de Relaciones exteriores. De similar manera, demostrando su capacidad combativa, participaba de planificación de Operaciones Navales y de intercambio eficiente con las Armadas del Continente para la ejecución de las Operaciones Combinadas UNITAS, para la defensa del Sistema Interamericano al cual por tratados debidamente suscritos, pertenecemos. Para la materialización de las medidas de Seguridad y Defensa colectiva del sistema al cual pertenecemos.

Cabe destacar las labores de Investigación Oceanográfica y de la fauna marítima en las bases científicas y diversas acciones propias y consustanciadas con su misión; Pero, debo reconocer que la Armada nunca estuvo dedicada a roles que le alejaran de su entrenamiento específico, tan exigente y demandante de las mejores capacidades de sus hombres. Cualquier desviación permisible por razones de emergencia, más allá del tiempo prudencial, afecta el Apresto Militar y la Capacidad de Reacción de una fuerza tan dependiente e intensiva en Tecnología, doctrina y adiestramiento.

El ver a un naval con una gorra roja de paracaidista revolucionario y vestido de camuflaje a bordo de unidades de superficie, en las bases, o vendiendo alimentos en las plazas y haciendo política partidista de manera abierta y ridícula, vergonzosa y ofensiva, nos deja un mensaje subliminal cuyos efectos van más allá del mensaje.

El Estado, por su parte, siempre ha asignado presupuestos exiguos para las ingentes necesidades. Las Fragatas están en condiciones disminuidas y todas las unidades navales y aeronavales demandan de una reestructuración de los presupuestos para rescatar sus prestaciones originales, actualizar las que hayan caído en obsolescencia, entrenar las tripulaciones y llegar al menos a un 90 % del índice de operatividad, hoy, me dicen, podría estar disminuido a niveles preocupantes. Mientras tanto, otras naciones se arman concienzudamente, apoyadas por intereses foráneos de la hegemonía geopolítica. No abogo por un armamentismo inconsciente, que compita en recursos gastados con otros programas vitales para el resto de las múltiples y sentidas necesidades nacionales. Abogo por una óptima asignación racional de recursos para la defensa, que sea sensato, eficiente y que se compadezca con las necesidades de supervivencia como nación libre, soberana y democrática del Continente.


Esto sería suficiente para que nos percatáramos de la necesidad de la mejor relación Estado-Armada posible. De un conocimiento cabal de los gobernantes acerca de qué cosa es una Armada, para qué sirve y cuánto cuesta operarla y mantenerla. Cuál es su puesto dentro del contexto FAN y cuál es la dimensión de una Armada en un Estado Moderno, de la geopolítica del nuestro. Esta es labor para hombres calificados en Seguridad y Defensa, no para atrabiliarios, resentidos o carismáticos, ignorantes del Poder Naval. Mucho menos, para seudo líderes navales, ascendidos por su compatibilidad con una ideología extraña, y que comprometen con sus decisiones sentimentales o crematísticas, una tradición de honor y gloria, al tiempo que comprometen la garantía de triunfo en caso de que algún día hubiera que ejecutar la misión, en respuesta al clarín de la Patria.

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