viernes, 28 de julio de 2017

EMPLEO DE VIEJOS EN EL COMBATE

Las continuas referencias y “punticas” a los militares de tercera edad (viejos y ancianos), e incluso las manifestaciones voluntarias de reafirmación del juramento de “Defender la patria y sus instituciones hasta perder la vida” que algunos, entre quienes me cuento, han hecho por estas redes, ante la posibilidad cada vez más inminente de que el llamado del clarín de la patria sonare en fechas cada vez más próximas, me hacen reflexionar.

Los requerimientos de condiciones mentales y físicas para el combate son muy exigentes, y dependiendo de la posición en el teatro de operaciones que se le supone a cada combatiente según su grado, clase y empleo, su cargo, la unidad en la que sean empleados, su especialidad, etc., puede permitir determinar a priori, con basamentos científicos fisiológicos y de rendimiento físico, algunos límites de edad para que el combatiente no sea una carga o lastre y se convierta en baja  muy  temprana, incluso por razones de su salud y no solamente por heridas de combate.

Por ello, me puse a investigar en la Grecia antigua, Esparta, Alemania y otro países para analizar cuáles son las experiencias que nos permiten determinar una edad en la que es mejor que los militares se queden en reserva. Me refiero inclusive a quienes ya están en retiro y pudieran ser empleados en labores o tareas complementarias de apoyo, aunque nunca en primera fila. Me sorprende que no haber podido encontrar ningún trabajo específico de acuerdo con las posibles preguntas que posteé en google, tales como: Empleo de la tercera edad en combate o en la guerra, límite superior de edad para el combate o la guerra, etc. Así es que tuve que analizar y resumir una respuesta ad hoc.

Según la OMS, las personas de 60 a 74 años son consideradas de edad avanzada; de 75 a 90 viejas o ancianas, y las que sobrepasan los 90 se les denomina grandes viejos o grandes longevos. A todo individuo mayor de 60 años se le llamará de forma indistinta persona de la tercera edad.

Los deberes del servicio militar en Esparta duraban hasta los 60 años, si bien existen casos registrados de personas de más edad participando en campañas en tiempos de crisis. La población de espartiatas se dividía entre distintos grupos en función de su edad. Los más jóvenes (menores de 20 años) se consideraban más débiles debido a su falta de experiencia, y a los más mayores (más de 60 años o, en épocas de crisis, de 65) sólo se les llamaba a filas en caso de emergencia, y para defender las caravanas de suministros. A los 60 años, el espartano quedaba al fin liberado del servicio militar y podía formar parte del Senado (Gerusía). Pero seguía pasando mucho tiempo en los gimnasios vigilando los ejercicios de los niños y las luchas de los irenes.

El Volkssturm (que se puede traducir como 'fuerzas de asalto del pueblo') fue la milicia nacional alemana, creada en los últimos días de la Alemania nazi, específicamente el 18 de octubre de 1944 bajo las órdenes de Joseph Goebbels, por lo que todos los varones entre los 16 y 60 años fueron conscriptos e integrados en el plan de defensa de la patria contra el avance del Ejército Rojo en el este, y las tropas anglo-estadounidenses en el oeste y en el sur.

Como vemos, la edad de 60 años vuelve a ser la edad límite superior para el empleo de viejos en las armas. Por supuesto que 70 es aún más determinante de las posibles condiciones lìmites, incluso de una persona en muy buenas condiciones, lùcido, etc. ¿Qué decir de quienes presentan enfermedades?,  tales como hipertensión, diabetes, etc., o que están sometidos y dependientes de tratamientos prolongados (de por vida) y requieren de medicinas y reposos. 

Lo que les queda a estos nobles servidores, para beneficio de todos, es la mente y su preparación, conocimientos y experiencias, los cuales son invaluables para la función de Estado Mayor Asesor. De allì que, desee la antigüedad, los jóvenes sean quienes llevan la carga principal. Los nuestros han honrado este desideratum, y se inmolan frente a la barbarie. 

Desde mi trinchera de otoño, les rindo homenaje y les ofrezco mis modestos conocimientos y experiencias, para orientar sus luchas, y quedo atento al clarín que hasta el llanto de la madre calla, para reafirmar mi juramento, aunque sea en la honorable retaguardia. 



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