VALIDACION ACADÉMICA

Eliminan la legalización y certificación de títulos y notas ante el Ministerio de Educación, por orden del ministro del ramo, bajo la argumentación artificiosa de que eso no sería necesario, por cuanto el ministerio es quien emite los mismos y no tiene sentido que certifique lo que el mismo concedido. Con eso pretende esconder la excesiva burocratización, peajes y componendas de un sistema corrupto e ineficiente. En lugar de corregir el sistema, lo elimina, como el marido cornudo que bota o quema el sofá donde la esposa le es infiel.

Creo que en esa afirmación hay una falacia o un sofisma incluido. No es el ministerio quien emite  los títulos, son los institutos educativos superiores adscritos el ministerio los que lo hacen.  En un país existen muchos institutos educativos, unos oficiales y otros privados y aunque debería existir un excelente y perfecto sistema de auditoría y control de la función educativa, que no es verdad en ninguna parte, porque lo sistemas están formados por humanos, que no son infalibles, no es menos  cierto que en todas partes se cuecen habas. Es por ello que los títulos conferidos por los diversos institutos educativos del país deban ser referidos al control (administrativo y académico) del estado, en el ministerio de adscripción de los mismos. Así, de esta manera, las diversas universidades deben referirse, para su funcionamiento, al control de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) y al Consejo Nacional de Universidades, CNU.

En otros países, los profesionales se gradúan y no pueden abrirse solos de una vez como hacen aquí, que no se han graduado cuando ya el padre pudiente les abre bufetes y clínicas, incluso salen a realizar de inmediato maestrías y doctorados. En otros países, después de graduarse, deben pasar el examen de la barra respectiva (colegios profesionales) antes de que se les expidan sus licencias para ejercer, la cual no es válida para todo el país, sino solamente para cada estado federal. Estos exámenes suelen ser más difíciles y complejos que los de graduación de pregrado.

Esto se justifica porque en le fase académica se le exige al alumno satisfacer los conocimientos básicos y mínimos de su ramo para obtener un título que les permite salir al campo de trabajo y desempeñarse, en un primer momento, como aprendices, asistentes o pasantes en “doble comando”, bajo supervisión de profesionales más antiguos, capitanes o doctores de su ramo, tal cual un piloto comercial recién graduado que ingresa a una línea aérea, o un marino mercante  a su primer buque.

Este es un concepto masónico muy sabio y conveniente, comenzar como aprendiz, además de que decimos que nunca se deja de ser aprendiz. Luego se llega a un nivel en el cual el profesional puede ejercer bajo su propio criterio, sin supervisión y ofrecerse como uno más del ramo (del “trade”) y por ello opta y obtiene su licencia, previo dichos exámenes de su barra o gremio, en el cual le certifican que puede asumir las responsabilidades de su desempeño como un profesional, con su nombre y marca registrada.

Una vez que ha transcurrido un tiempo y ha acumulado experiencia y consolidado conocimientos y adquirido la capacidad de transmitir esos conocimientos y experiencias está en el nivel de maestría, para ser un docente de su profesión. Estos tres niveles de aprendiz, colega o compañero del "trade" y maestro o doctor, son los tres niveles que un sistema debe garantizar para que su educación logre los fines y objetivos que la sociedad persigue.

De tal manera que, no se debería eliminar la legalización y certificación de títulos, por cuanto ello le garantiza al país receptor que los títulos que salen del país de los emigrantes son serios y están respaldados por  el estado nación en el cual se confirieron.  Esto es, la famosa apostilla, la cual puede incluir la traducción, especialmente para idiomas poco comunes o de alfabetos distintos, como el cirílico, el chino, etc.

Es más, me atrevo a agregar, sugerir y recomendar que se debería establecer un sistema internacional de reconocimiento de los institutos académicos superiores de los países del Sistema Interamericano, para que los niveles de formación y educación profesional sean homologados en una suerte de integración académica en todo el continente, en cuya homologación los títulos sean reconocidos y valorados por igual en todos los países, favoreciendo así la integración, el reconocimiento y la equivalencias entre profesionales de distintos países.

Así se hace en el caso aduanero con las nomenclaturas y aranceles. Existe el Anuario de Bruselas, por ejemplo, como uno de los instrumentos de nivelación y entendimiento de los países en cuanto a la materia de exportaciones e importaciones de mercaderías del comercio internacional. Esto se refiere al aspecto de las técnicas de clasificación arancelaria.

Si esto se puede alcanzar en los procesos de integración aduanera, ¿Por qué no se puede en materia de educación?

Creo que el ministro trata de meternos una “cabra” como en el dominó. Ud. podrá en ese juego; pero, en el de la educación y el de la vida, no puede.

CN Eddy Darío Barrios Orozco

Ex vicerrector administrativo de la UNIPAP, Puerto Cabello, Venezuela.

Ex Asesor al Colegio Interamericano de Defensa (CID), OEA, Washington DC