INFALIBILIDAD
PAPAL
La Iglesia católica considera la infalibilidad del papa como efecto de una especial asistencia
que Dios haría al romano pontífice, cuando éste se propone definir como «divinamente revelada» alguna
determinada doctrina sobre la fe o la moral.
No obstante, el santo Papa Juan Pablo II entró a la
historia con especial impronta, al haber emprendido acciones, dentro de su augusta infalibilidad, para enderezar ancestrales
entuertos de la iglesia, tales como: el reconocimiento público del error de
haber excomulgado a Galileo Galilei a quien volvió a comulgar y haber pedido
perdón por la inquisición, ese oscuro periodo de la iglesia renacentista.
También se distinguió por haber reunido a los 12
líderes más conspicuos de las principales religiones monoteístas del mundo y
haber presidido un congreso de unidad y acercamiento de las mismas, ocurrido en
Jerusalén, por haber luchado contra el comunismo y haber sido factor decisivo
en el derrumbe del muro de Berlín, por haber expresado que no había ninguna
contradicción entre los teorías Creacionista y Evolucionista con respecto a la
creación del planeta tierra. En fin, un padre de avanzada, quien supo orientar
la iglesia e introducirla al siglo XXI. En justicia fue declarado santo. Por
cierto, su cadáver esta incorrupto.
Sus “tremenduras” doctrinarias nunca
estuvieron en contradicción esencial con la doctrina de la fe y no causaron
revuelo ni conmoción. Su mano derecha era el Cardenal Ratzinger, su sucesor,
quien fuera presidente de la comisión para la doctrina de la fe, y antes, un
venezolano, El Cardenal Castillo Lara, se había lucido y había sido felicitado
por él, por haber ocupado tres importantes cargos con grandes aciertos, como
fueron: Gobernador del Vaticano
(suerte de Presidente ejecutivo), Presidente
de la comisión para la redacción del nuevo Derecho Canónico y Administrador
de las Finanzas de la Iglesia (suerte de Ministro de Finanzas). Así regresó a
Venezuela a gozar de su retiro a sus 75 años, y el difunto no lo dejó
descansar. Le llamó diablo con sotana y otras lindezas. En materia de aproximación o alejamiento de
algunos presidentes de otros países, Juan Pablo II fue muy certero.
El Papa Francisco suponemos, y la historia reciente así
nos lo confirma como hemos demostrado, también cuenta para su alto apostolado con
los mejores asesores terrenales y hasta doctrinarios, porque es un hombre con
sus capacidades y limitaciones humanas. No es Dios.
Como ven, el Papa Francisco en este caso, necesita asesores,
no sólo en materia de la fe, sino en asuntos meramente jurídicos y mundanos, para
no afectar su infalibilidad, como fuera el caso del Banco del Vaticano en el
final del siglo XX. En esa oportunidad la iglesia se metió en graves problemas
por manejos corruptos de dicho banco, y se conoció el affaire bajo titulares
que hablaban de corrupción a manos de una Logia P-2, asunto que está en un
libro del mismo nombre.
El Papa, quien quiera sea, debe tener un límite de
creatividad y de particularidad sui generis, y hasta de estilo, así sea de una
congregación particularmente como la Jesuita; pues, no se supone que sea un
revolucionario, sino en cierta forma exegético. Un reforzador de dogmas y no un
creador o destructor de las mismas. No en materia de fe, por lo menos. ¿Cuánto
de holgura puede aceptársele?...no sabemos; pero, suponemos que no mucha y
menos que afecte a la iglesia. Esto lo expreso como un católico ignorante de
esas profundidades conceptuales y religiosas.
El Papa Francisco causó
gran revuelo en las redes sociales por una serie de declaraciones realizadas: “El infierno no existe y Adán y Eva es un
cuento”
Sus palabras han incomodado
a su parte más ortodoxa. Inclusive circulo en las redes que presuntamente
habría cuatro cardenales que le acusan ante sus tribunales eclesiásticos
doctrinarios. Él ha intentado disminuir ese incomodo impasse al expresar: “Al
igual que la fábula de Adán y Eva, vemos el infierno como un recurso literario”.
Para aplacar el revuelo, el Papa nos ha
dado sus explicaciones, las cuales se fundan en lo siguiente:
“A través de la humildad, la introspección y la
contemplación orante hemos adquirido una nueva comprensión de ciertos dogmas.
La iglesia ya no cree en un infierno literal, donde la gente sufre. Esta
doctrina es incompatible con el amor infinito de Dios. Dios no es un juez, sino
un amigo y un amante de la humanidad. Dios busca no para condenar sino para
abrazar. Al igual que la fábula de Adán y Eva, vemos el infierno como un
recurso literario. El infierno no es más que una metáfora del alma aislada, que
al igual que todas las almas en última instancia, están unidos en amor con
Dios.
Todas las religiones son verdaderas, porque
son verdad en los corazones de todos aquellos que creen en ellos. ¿Qué otro
tipo de verdad está ahí? En el pasado, la iglesia ha sido muy dura con los que
consideró inmorales o pecaminosos. Hoy en día, ya no hay juicio. Como un padre
amoroso, nunca condenemos a nuestros hijos. ¡Nuestra iglesia es lo
suficientemente grande como para heterosexuales y homosexuales, para los
pro-vida y los pro-elección! Para los conservadores y los liberales, incluso
los comunistas son bienvenidos y se nos han unido. Todos amamos y adoramos al
mismo Dios”
El problema se agrava cuando se ha pronunciado sobre el
conflicto interno de Venezuela y al prestar apoyo para un presunto como
infructuoso dialogo para su solución. Recientemente dijo que la oposición
venezolana tendría responsabilidad en las fallas de dicho dialogo y nada dice
de la represión brutal, ni de las sentencias del TSJ que los mundanos juristas
venezolanos han criticado e incluso la Fiscal General chavista denunció como “Ruptura
del hilo constitucional”, la última declaración
de la fiscal es acusando al gobierno por la represión y sigue marcando
distancia con el régimen.
De tal manera que, en materia de infalibilidad política, no
esta tan certero. ¿Es que no tiene asesores? ¿Y qué hace el Ilustre Nuncio Apostólico
de su santidad en Venezuela? ¿Es que se desoye a los cardenales venezolanos, o
éstos no le plantean la verdad?
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