BOLIVAR NO ES UN PENSAMIENTO MUERTO.
El General Guaicaipuro Lameda declaró: “No veo fácil la salida del gobierno” y
le contesto:
Pero, no imposible. Más bien me apego la
teoría de la tortuga en un poste. Es un gobierno derrocado, tambaleante, y
requiere un tiro de gracia mediante fuerza. No se le puede dar oxígeno, como el
que el general Guaicaipuro, hombre inteligente, capaz y muy preparado, le
ofrece por debajo de las sabanas al gobierno. Aunque sus argumentos suenen con
apariencia de verdad, son para generar la desesperanza aprendida de que el
gobernante ilegitimo es súper astuto e invencible, que está fuerte o más de lo
que sus medios actuales le pudieran demostrar, que tiene apoyo sólido incluso
de la FAN, etc., y hacer que la gente se
desmovilice.
Me parece un error expresar esto, y menos
por él. Esto es para el petitte comité, para reuniones de amigos en
confidencias de cafetín; pero, para enviar como meta mensaje a quienes le están
echando bolas y muriendo en las calles, no me parece. ¿Qué le pasa general? Lo
invito a leer el siguiente extracto de un escrito de Tadeo Kosma, el cual puede
conseguirlo completo en:
https://todofluye.wordpress.com/2007/12/03/somos-el-pueblo-de-las-dificultades-nos-fortalecemos-ante-la-adversidad/
Somos
el pueblo de las dificultades: nos fortalecemos ante la adversidad… por Tadeo
Kosma
El
Sensei Yamamoto Tsunetomo (1659-1713), en su tratado ‘Hagakure‘,
escribió en alguna de sus páginas que «no es suficiente el evitar sentirse
desanimado cuando llega una prueba. Cuando sobreviene una desgracia, el samurai
debe alegrarse y tomar la oportunidad que se le ofrece de poner a prueba
su energía y su coraje. Tal actitud difiere radicalmente de la simple
resignación. Cuando sube la marea, el barco se eleva», y también añadió que
«existe un proverbio que reza: “Cuando el agua sube, el barco también.” En
otras palabras, frente a las dificultades, las facultades se agudizan. Es
cierto que los hombres valientes cultivan seriamente sus talentos cuando las
dificultades con las que están enfrentados son importantes. Es un error
imperdonable dejarse abatir por las dificultades.»
El
Libertador Simón Bolívar, manifestó muchas veces ese mismo espíritu viril que
exhortaba el maestro Yamamoto en los guerreros samurais. Bolívar, genio de la
guerra, decía de sí mismo que era “el hombre de las dificultades”, y que su
voluntad no desmayaba y aun se fortalecía ante la adversidad.
Un
ejemplo, entre muchos, de ese carácter recio de nuestro Libertador lo ilustra
la anécdota que relató don Joaquín Mosquera (embajador de Colombia, para
aquella época, ante los gobiernos de Perú, Chile y Buenos Aires) cuando visitó
a Bolívar en Pativilca, en la Costa del Perú, el 7 de enero de 1824.
Bolívar
se hallaba enfermo de cuidado y había recibido la noticia de que la guarnición
del Callao se había sublevado y pasado a los realistas. El Libertador apenas
contaba con 7.000 hombres, mientras que el poder español tenía más de 22.000.
Esta contrariedad, sumada a los errores del gobierno peruano, las intrigas de
los traidores que conspiraban contra él, y su enfermedad, complicaba
excesivamente la situación.
CN Eddy Darío Barrios Orozco
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