lunes, 16 de marzo de 2015

Semejanzas y diferencias entre las protestas de Brasil y Venezuela

El pueblo de Brasil marchó este domingo 15/03/15 en protestas contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Cerca de 1,5 millones de manifestantes en todo el país (equivalente al 0,75% de una población de 200 millones)  protestaron por el mega escándalo de corrupción en la estatal PETROBRAS y la compleja situación económica, y pedían la destitución de Dilma Rousseff.  La presidente Rousseff comenzó su segundo mandato hace menos de tres meses, tras ser reelecta en octubre por un margen de apenas 3%. En febrero registró una caída de su popularidad de 19 puntos, hasta arribar al 23%.
“Estamos cansados de pagar tantos impuestos y ver este país convertido en chatarra” decían entre gritos y pancartas, Muchos manifestantes pidieron incluso una intervención militar que ponga fin a más de 12 años de gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).  
Como podemos ver existen similitudes con respecto a la situación venezolana y por supuesto sus diferencias.  Como similitud pudiéramos apreciar  la pérdida del capital político heredado por NM de parte del difunto, en unas discutidas como denunciadas elecciones, presuntamente ganadas por escaso margen de 1,5%, lo que hizo que el imaginario popular le haya bautizado como “el ilegitimo”, además de las dudas sembradas sobre su nacionalidad, todavía no demostrada en documentos de identidad, como es su partida de nacimiento. Adicionalmente, las encuestas dan un apoyo del 20 % a su gestión, la cual consideran un nuevo fracaso mundial del modelo socialista de corte comunista o castro comunista, impulsado en el caso de Brasil por el triunfo del hermano Lula Da Silva, quien  dejó el gobierno con casi 90% de aprobación; así mismo, puede decirse que existe similitud en las causas relacionadas con la incompetencia y la corrupción en su petrolera.
La diferencia esencial es que mientras en Brasil el gobierno es civil, en Venezuela es de corte militarista, con unos 5.000 cargos de la administración pública en manos de militares activos y no pocos retirados para que asuman dichos cargos. No está apoyado en los trabajadores y, lo que es aún peor, que el gobierno de Venezuela está tutelado por los Castro y es de pensamiento militarista, apoyado en la FAN y en civiles cooptados por el movimiento “cívico-militar”, con grupos irregulares armados por el mismo gobierno, y donde todos juegan a ser “más papistas que el Papa”, muchos de sus dirigentes y activistas más importantes y conspicuos, provienen de las FAN y formaron parte del golpe de estado frustrado, intentado  contra Carlos Andrés Pérez.

En  el caso brasileño, los manifestantes piden abiertamente la intervención militar y uno no puede menos que preguntarse si estarán conscientes de lo que están pidiendo; mucho más, porque sus esperanzas se centran en una paradoja, expresada en el día en que, precisamente, se cumplen justamente 30 años del retorno de la democracia a Brasil luego de una larga dictadura militar que comenzó en 1964 y terminó en 1985.


Pienso que, como en Venezuela, una intervención militar sería nefasta para Brasil, cuya institucionalidad y economìa lucian más fuertes y estables que las venezolanas, pero que, al presente, deja entrever por las rendijas de su ingobernabilidad la ineficacia de su presidenta por mantener el liderazgo y la eficiencia política que Lula pudo pergeñar en sus periodos de gobierno. Una similitud para nada insignificante e igualmente fracasada es que, así como el difunto HRChF pidió que NM fuese su heredero, Lula pidió que el pueblo brasileño votara, sin dudas, por Dilma, y ambos presidentes terminaron defraudando a sus pueblos.

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