EL
BOXEO Y EL TOREO
La gente critica, y no con poca razón,
al boxeo y al toreo, a ambos por su crueldad y asociación con la barbarie y,
debo confesar, que en mi juventud practiqué los dos. Sufro entonces de ese
defecto, el de ser fan de las dos actividades. El boxeo, cuando tuve un periplo
de dos años en el barrio la Coromoto de San Martín, Caracas, y allí, donde “perro no come perro”, o boxeas o te boxean. Estuve en
el gimnasio del IMTC un tiempo a escondidas de mi padre, aprendiendo las técnicas,
hasta que él se percató que me escapaba por el poste de luz cercano a casa y me siguió y se presentó en el gimnasio
y habló con el entrenador Borges, y éste me botó. Para tener una excusa y
satisfacer a mi padre, me trajo a un contrincante y me lo puso enfrente y nos
hizo que nos viéramos las caras, pegaditos uno del otro, y luego me preguntó qué
había visto yo en sus ojos, cuando le respondí alguna babosada, él me replicó… “ese carajito es capaz hasta de matarte;
pues, tiene hambre y en su miseria no es capaz de perdonar ni a su hermano en el
ring, tú en cambio, eres un estudiante y crees que esto es un deporte y para él
no lo es, es su supervivencia, vete a tu liceo y no vuelvas más”
Nobleza obliga. El me había
prometido que en seis meses me montaba en la próxima edición de las competencias
“guantes de oro” de ese año y, hoy
pienso, ¿Cómo sería la angustia
que vio en mi padre que hizo eso? Es que yo era estudiante de segundo año en el Liceo
Luis Razetti, con muy buenas notas, me decían “el educadito” pues, guardaba consideraciones para con mis contrincantes
a quienes había golpeado y les permitía que se recuperaran.
Nos mudamos de allí y en 1963 estudiaba
en el Liceo El Junko, dentro del Country Club en el Km 17 de la carreta al
Junkito, allí iba a visitar a mi amigo Andrés Trigo y a su bella hermana Violeta, y el padre me hacía
pasarle el carretón a Andrés, quien era muy buen cantante (llegó a serlo de los 007 y hace días nos volvimos a encontrar por Facebook
después de 50 años, y sigue cantando excelentemente) estaba aprendiendo
para ser torero y así me distraían de ver a Violeta y, para animarme, me
comenzaron a enseñar a torear. Tanto es así,
que ya de sesentón fui con un amigo a ver la Tienta de Los Arànguez en Lara, del Dr. Alberto Ramírez Avendaño, en las instalaciones de la ganadería más
antigua que tiene nuestro país en estos momentos y, por estar contando estas cosas, en un momento dado
el mencionado dueño, quien nos oía, nos hizo
meternos al coso de tienta con una novilla y nos dimos unos revolcones; pero,
la toreamos. En Sevilla me di un gustazo en 1986, porque vivía en la Plaza de
Cuba 8, a unos pocos metros de la Maestranza. De paso, en mi edificio vivía el
maestro Diego Puerta, con quien conversaba en la barbería de planta baja del edificio,
de un barbero de nombre Cristóbal Colón, a quien le pedí, en bromas, copia de su
carné de identidad, para poder probar que mi barbero había sido el célebre
almirante.
Por esas cosas, no me pelo un
combate de box, y los grabo en mi DIRECTV TV Plus, para verlos y comentarlos con
mi esposa y con mi cuñada, quien me avisa para que no los deje de ver. Por lo
mismo, añoro el buen boxeo de un Cassius Clay, así como extraño el programa de televisión
llamado “FIESTA BRAVA”, de aquel famoso Antonio Arráiz Jurado,
mejor conocido como Antonio Aragón. Hubo otro llamado originalmente “Tardes de Toros” y luego simplemente “A los Toros” en la otrora VTV, y creo
que lo hacía Víctor José López (a) El Viti,
activo hasta hace muy poco.
De ambas disciplinas pueden extraerse muy buenos consejos para la vida,
tales como, en el toreo, el célebre puntillazo o descabello, llamada así a la estocada
de gracia dada con el estoque o espada con cruz en el final de la hoja, con la
cual le hieren al toro moribundo que se niega a morir, dado con puntería (se espera) detrás de la testuz, para
cercenar la medula espinal y matarlo de una vez por todas. Muchos son los
abucheos de la plaza e incluso puede llegarse a llamadas con avisos, de parte
del presidente de la misma, quien interpretando
al respetable y en uso de sus atribuciones y obligaciones de garantizar la
pureza de la suerte, le manda a tocar la corneta al torero que no da pie con bola, para que apure
la suerte.
En el boxeo vemos que a los
boxeadores les dicen antes de la pelea, en esa suerte de innecesaria mini conferencia
final, previa al combate mismo, que les dicta el tercer hombre en el ring, quien
les exhorta a “protect yourself at all time”
o “Protéjase
Ud. todo el tiempo”; vale decir, que no puede el boxeador descuidarse
ni siquiera en el saludo inocente que se dan al inicio de la pelea o del último
round, o cuando el árbitro ha detenido la
pelea por algún golpe o cabezazo malicioso dado por alguno de los dos, y luego se
ha visto que el que lo dio trata de saludar al ofendido que lo sufrió y disculparse
y, éste último, aprovecha para noquearlo a mansalva, en pleno saludo. Eso ocurrió
en la pelea de Maywheather contra Cotto, éste le tiraba besitos y le trataba de
ofrecer disculpas y permanecía con la guardia baja, desprevenido, y Maywheather,
ni corto ni perezoso, lo noqueó irremediablemente, sin compasión y sin andarse
con maricuras.
En la vida practica algunos comparan la política con el béisbol y yo
prefiero usar ideas extraídas de mis dos pasiones barbáricas, además, el vulgo
dice y aplica dichos muy buenos y expresivos de su anónima autoría, los cuales,
como el de “al enemigo ni agua”, o aquel de “a perro muerto no se le patea”,
son tan buenos como los del boxeo o de los toros. Queriendo significar, el uno
que al enemigo que está agonizante no se le auxilia y al perro que esta caído y
se le pega, el golpe pudiera avivarlo. Un ilustre almirante siempre nos trae a colación
un dicho que reza algo así como “No se debe interrumpir al enemigo que está
errando”. Pienso que la oposición debería tomar ejemplos de mis anécdotas
juveniles y de los dichos populares.
Eddy buenos dias, excelente pluma y muy aguda tus reflexiones, las cuales comparto.
ResponderEliminarSaludos
¡¡EXCELENTE EDDY!!. Doy fe de todo lo escrito y mi sincero agradecimiento por recordarme y traer esa bella época de nuevo a mi mente. ¡¡Qué tiempos aquellos!!. Afortunadamente y gracias a mi padrino Anntonio Aragón (El Niño del Hospicio, cuando toreaba) y a mi amigo personal y vecino Luis Sánchez Olivares "El Diamante Negro", logré torear y sentir la inmensa emoción que se siente al pasarse un Toro a escasos centímetros de la cintura, escuchar la fuerza de su respiración cuando embiste y sentir en los pies la fuerza de su pisada en la arena al pasar. ¿Miedo?, jamás, sencillamente pavor es lo que produce Lidiar al Toro, pero siempre se impone la pasión de hacerlo y ésto, genera un fuerte latido en el Corazón, muy dificil de expresar. En el Boxeo, igual ,me encantaba, especialmente mi ídolo Cassius Clay; cuanto extraño aquellas Grandes Peleas. De nuevo amigo Eddy, mil gracias por traer este hermoso recuerdo..
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