DIOS Y PATRIA
Semblanza,
en homenaje, del Padre Gino Bernardi...Q.E.P.D.
Los dos valores fundamentales
del marino de guerra venezolano son Dios y Patria. Con Dios y al
servicio de la Patria, es el seguro derrotero para la singladura vital y
profesional de quienes han escogido esta noble manera de vivir. Como en el
primer capítulo de Doña Bárbara, la respuesta pronta del marino a la pregunta ¿Con
quién vamos compañero? Será indudablemente... Con Dios y Patria,
compañero; para, con Dios y Patria,
aproar la nave al cumplimiento de la misión encomendada y volver de
regreso a puerto seguro.
Para afianzar estos valores,
el marino se apoya en su patrona, La Virgen del Valle que le acompaña en
tierra, aire y mar. Para guiarlo en su veneración, cuenta el marino venezolano
en las unidades de tierra, con la asistencia espiritual del Capellán de la Base
Logística de Apoyo que sirve al combatiente de las Unidades de Superficie y Sub
superficie de la Escuadra, a los Infantes de Marina, a los Guardacostas, al
Comando Fluvial, a los Aviadores Navales y al Personal Técnico, Administrativo y Obreros de la fuerza.
Este capellán, donde quiera
que estuviera su apostolado, además de dar misa como es obvio, realiza una función tan importante como
aquella, cual es la de atender las consultas y requerimientos de orientación
moral de católicos y aún de quienes profesan otras religiones, las que recibe
con suma equidad, discreción y consideración más profunda. Para estas labores,
no sólo se necesita un sacerdote, sino
un padre, un compañero y un amigo. Uno que sea, a un tiempo, como el campanero
de las recuas, de paso firme y seguro para dirigir a quienes le siguen; o como
el Pastor de los rebaños, vigilante y celoso para prevenir del peligro a
quienes lidera y custodia; todo ello, ante la mirada bondadosa de la
providencia.
El Capellán objeto de mi
elegía estaba siempre - con vocación devota- dispuesto para acompañarnos por las rutas del difícil
tránsito por la mar de tentaciones y vicisitudes por la que obligadamente habríamos
de navegar. Mar que al igual que aquel
de Los Sargazos, estará siempre cundido de obstáculos a la navegación y no
exento de cantos de sirena. Sin ánimo de establecer odiosas e inexactas
comparaciones, nos vemos en la obligación moral de reconocer la valiosa labor
que, en las funciones mencionadas, cumpliera en vida el Capitán de Navío, el
Sacerdote, el Compañero y el Amigo Gino Bernardi Bugnuolli. El Padre
Gino, como cariñosamente se le conocía, Capellán de la Base Naval CA.
Agustín Armario de Puerto Cabello, era Primo Ínter Pares y, nos atrevemos a
asegurar, no desmerecía al más avezado marino en sus valencias militares; al
punto de que no había faena en la que no destacara. Su admirable preparación
intelectual, no sólo era la propia de un sacerdote, sino que mostraba una
cultura que convertía en amena cátedra cada homilía.
Era Piloto Aviador, Buzo,
Pescador Submarino, Esquiador terrestre y acuático, Paracaidista, y había, de
alguna manera, participado en cuanta especialidad militar o deporte civil hubiere,
siempre y cuando de esa manera se acercara más al combatiente. Gino podía
hacerlo, pues estaba dotado de unas condiciones físicas que podían fácilmente
ser la envidia de cualquier atleta. Parecía que su manera de ganarse el corazón
de cada marino, era convirtiéndose en uno más del comando y compartir con cada
uno de ellos los riesgos, penalidades y
vivencias, que le crearon a la postre un aura de leyenda que hacía más
propicio el cumplimiento de su sacerdocio. No nos era difícil, entonces,
aproximarnos a él para contarle cualquiera de nuestras penas, pues sabíamos que
en él encontraríamos la comprensión de quien conocía y compartía, a carta
cabal, nuestra vida. Si alguien era prójimo, ese era el Padre Gino; próximo a
nuestro afecto, con el respeto y la cordialidad más sencilla, como sólo un alma
grande - la de un Mahatma- puede
hacerlo.
Innumerables anécdotas
conforman las tradiciones orales del marino. Las que se le atribuyen al Padre
Gino están llenas del sabor a epopeya, con la heroicidad propia de quien las
realizara en provecho de lo que llamamos Espíritu
de Cuerpo y lo que sin dudas contribuyó a la formación y solidez de la
moral militar y familiar de los comandos en los cuales prestó invalorables
servicios. Anécdotas irrepetibles, como imborrables de la memoria y alma
colectiva de la Armada y de otros ambientes militares y civiles donde sirvió,
conforman su legado. Tanto en poblaciones fronterizas, como aquella de El Pao,
donde la obra humana del creador le recibiera en sus formas más prístinas del
aborigen de las etnias remanentes en nuestro territorio, cuando iniciaba su
sacerdocio en nuestro país, hasta aquellas desplegadas en las guarniciones más
centrales, su presencia fue siempre una bendición, que hace hoy una falta
inenarrable.
En El Pao, dejó estela de aportes al bienestar de los
Paoences o Paoeños que serían largos de enumerar. Entre ellos se pueden
destacar aquel donde luchara contra un terrible Temblador que no dejaba pescar
a sus pobladores. Se cuenta que estuvo
una semana en cama reponiéndose de los corrientazos que recibió al darle caza y
que casi le hicieron perder la vida. Los pobladores aún recuerdan que, una vez
en tierra, lo colocó en un acuario que
construyera, desde donde hoy, el Temblador descarga sus destellos de pesar, al
extrañar a su cazador.
Para el Padre Gino
aprender a volar y adquirir un viejo avión de tela y mandos de alambres fue una
sola cosa. Según cuentan, era un pequeño Piper Cub, de los más antiguos. Con
ese avión recorrió toda la frontera terrestre y marítima, a cargo de la Armada.
Donde hubiera un marino de servicio y centinela de la Soberanía e Integridad
Territorial allí llegaba él, llevando el
bálsamo de la palabra y difundiendo el evangelio. Así recorrió toda Venezuela.
En un cierto momento, las fallas del avión eran tan frecuentes y cada vez más
peligrosas, que las poblaciones que recibían su visita pastoral aérea,
recogieron una derrama y le compraron uno más moderno, el Piper Cherokee 140
con el que pudo completar su labor.
No nos era ninguna sorpresa verlo deslizarse sobre y entre la bruma del mar, como una gaviota en
vuelo rasante, animándonos con un aleteo alternativo sobre nuestro buque o
posición en tierra, seguido de un Chandel o medio tirabuzón ascendente de
despedida, como bendiciendo nuestra ruta vigilante de la mar territorial o
nuestra posta terrestre, firmes en resguardo de la integridad de la
nación. Hasta Isla de Aves recibió su
cálida palabra de aliento espiritual, lanzada desde su aeronave. Por lista de
Chequeo, había pegado una leyenda en el tablero de su avión, con unas frases
extraídas de una vieja oración latina...¨Ave
Regina Caellorum, que pervia celli porta manes, sucurre cadente¨ cuya
traducción sería... ¨Salve María, tú que
eres puerta segura en el cielo, socórreme si caigo¨.
Se hizo buzo y, cuando fuera
transferido a la Base Naval CA. AGUSTÍN ARMARIO de Puerto Cabello, construyó en
las costas de la Isla Larga, un santuario marino en Honor a nuestra Patrona,
La Virgen del Valle. Allí, donde se
encuentra el arrecife de corales y donde reposa un naufragio, sumergió una
estatua de la virgen patrona y la protegió con un domo. Cada año realizaba una
procesión submarina hasta la improvisada capilla, y desde allí, daba una
hermosa misa para una asamblea sumergida - sin hostias ni vino, como puede suponerse- en la que pedía a la virgen
que nos acompañara en las faenas de nuestra vida y carrera.
Se hizo paracaidista y en una
oportunidad, una pareja de colegas alumnos de esa riesgosa actividad, le pidió
les casara en el aire y según él mismo recuerda, esa fue su misa más corta.
Dicho sea de paso, esa ceremonia le valió compartir el récord en el país, al
ser la primera unión matrimonial que se oficiara, de esa manera, en Venezuela.
Gino era oriundo de Escocia,
de familia Italiana: Vivió una parte de su vida en Italia, otra en Alemania y otra en Francia. Durante la II Guerra
Mundial, ya ordenado, se unió a las resistencias, primero en Italia (Partisana) y luego en Francia (Maquis), reclutado por ellos para contar
con apoyo moral y espiritual. El periplo
por los países europeos, su crianza, su educación religiosa y orígenes
genéticos le hicieron propicio convertirse en políglota; ya que dominaba a
perfección el Inglés, el Italiano, el Francés, el Alemán y el Latín, además del
Español, con lo que le era fácil acompañar a cualquier soldado de la
resistencia europea, quien sabe si servirles de traductor o de ayuda para las
comunicaciones.
Nos contó que en una
oportunidad, después de una larga jornada sin probar bocado, su escuadrilla se
robó una gallina de un gallinero de la Campiña Francesa y hasta ese día en que
nos lo relataba, no sabía que lamentar más, si el remordimiento del pecado
cometido, o el sabor a gloria de las carnes del animal. De igual manera
recordaba acerca de una vez en la que, de puro milagro, se salvó, al
aproximarse a un punto de control Alemán, cuando para su fortuna, un
extrañamente amable soldado le reconoció como sacerdote y sin podérselo él
explicar hasta hoy, le dejó pasar.
Gino recordaba que mientras
caminaba hacia la alcabala, lleno de terror, oraba y pedía salir airoso del
trance; cuando eventualmente llegó a la posta, el soldado le habló en Alemán y
él le contestó correctamente, estableciendo una conversación fluidamente
agradable para las circunstancias. Para él, ese había sido una prueba
fehaciente de la respuesta divina que reciben quienes rezan a Dios con genuino
fervor.
Gino se nos marchó. Un día
pidió permiso para su último despegue y el señor le autorizó. Estamos seguros
que su aeronave ¨APARAISÒ ¨ en la paz de la presencia divina. Esa
era la promesa y así fue nuestro ruego. Oramos con fe, la oración latina que él
mismo nos enseñó y que muchas veces le salvara o protegiera. A veces vemos
hacia el cielo, cuando estamos de guardia o cuando llenos de incertidumbre
buscamos la guía providencial. Es entonces cuando nos parece ver una pequeña
aeronave, haciendo travesuras y volando rasante en lo alto, como si estuviera
en vigilia eterna de la ruta que algún día nos llevará a reencontrarnos.
Ofrecemos esta apretada
síntesis, a manera de semblanza en su honor. Hemos tratado de expresar en ella,
cuanto amó en vida, y cuanto extraña hoy
la Armada a quien fuera, durante tantos años, un extraordinario líder
espiritual. De tal manera que, sólo resta invitar a todos a elevar una plegaria
por el alma de quien nos ayudara a defender la Patria, mediante el
camino de los valores supremos de Dios, nuestro Señor.
Gracias por tan ameno recordatorio del Padre Gino. No tuve la suerte de conocerlo personalmente, solo a través de personas que si lo conocieron y que como Usted, relatan la historia de tan bondadoso ser humano. Sabrá Usted el lugar y fecha de su muerte?
ResponderEliminarAtentamente;
Freddy Pedrique