LOS MUERTOS CAMINANTES
The “Walking Dead” es una serie
muy celebrada en los EUA, la cual ha llegado nuestras parrillas DIRECTV TV,
como de otras operadoras. Es muy popular allá y aquí, y desde su salida
al aire en 2010, ya lleva varias temporadas. En su reparto aparecen nombres
desconocidos, como: Andrew Lincoln, Norman Reedus, Steven Yeung,
Loren Cohan, Chandler Riggs, Danai Gurira, Melisa Mac Bride, Michael Cudlitz,
Lennie James, Sonequa Martin-Green, Josh MacDermit, Christian Serratus, Alanna
Masterson, Seth Gilliam, Alexandra Brekendridge, Ross Marquand, Austin Nichols,
Tovah Feldshuh, dirigidos por Frank Darabont; y si les he dado sus nombres, es para que sus
familiares lo sepan, porque dudo que con ese maquillaje se les pueda
identificar.
Mis nietos la dejan grabando en
el sistema PLUS, y yo echo el loco se
las borro; pero, más demoro en borrarlas que lo que ellos en volverlas a
grabar. Al parecer ellos están pilas con eso de pisar el botón de grabar: "una vez para grabar un capitulo y dos para
la serie" y yo apenas estoy como la vieja que pregunta y no
entiende al nieto, y ellos me roban la segunda y la vuelven a grabar.
Confieso que para mí son una aberración
incalable, y no le veía la justificación y pensaba o pienso que en nada
contribuye al entretenimiento y para nada a la formación de la juventud. Es una
serie que deshumaniza, que si uno la ve como hago yo con todo, adentrándome en
los caracteres y tratando de entender la trama, termina angustiado y asqueado.
Es que yo ya estoy viejo como la abuela de mi amigo, a quien veía de niño
ponerse brava con los protagonistas de sus novelas o soap operas, y hablaba sola. Mis hijos y nietos me critican
y no me doy cuenta; pero, ya estoy igualito a
Dionisia, que así se llamaba la abuela de mi amigo Felipe Piñango.
Mi segunda confesión es que al
reclamarle a mi nieto Pelucho por qué a él
le gustaba esa serie, hube de reconocerle que, en buena parte, era porque yo no
la entendía. No sabía por qué esos zombis se aproximan abiertamente, sin
estrategia ni defensa alguna a los humanos y tratan de morderlos. Pensaba que
era para contagiarlos y volverlos zombis como ellos (como era en nuestra época con Drácula) y resulta que es para comérselos, porque el
virus que los atacó y volvió zombis les provoca eso. En tercer lugar me aconsejó
no tomarlo tan en serio como Dionisia, y que no sintiera lástima, ni le diera
mucha vuelta a la cosa, porque esos bichos feos, de todas maneras ya estaban
muertos y podridos, y lo que tenían que hacer los vivos era sobrevivir era sacrificarlos antes que los muerdan, que si
yo estuviera allí también lo haría. Que es para eso que los humanos se han
tenido que agrupar en una suerte de gueto o ciudadela protegida, donde se mantienen a la espera de que los monstruos se acerquen.
El caso ha llegado a tal que ya no esperan, sino que hasta salen de cacería. La
muerte definitiva resulta de romperles la cabeza, donde ya no tiene ningún sentimiento
o capacidad de raciocinio, porque lo único que les queda es el instinto básico
de morder y mangullarse a los vivos. Como ven, mi asco y mi repugnancia están debidamente
justificados en esa abominable trama y creo que su autor perdió unas cuantas neuronas
imaginándose semejante vaina tan grotesca.
Pero, he aquí que me he tenido
que detener a repensar, como aquello del libro 1984, el cual mi admirado amigo
y maestro literario y de oratoria Bernardo Jurado me hizo releer para poder comentarle
uno de sus magistrales escritos, al parecer no estamos lejos de pasar a reeditar
en Venezuela un escenario del tipo “The walking dead”, en el cual ya nos parecemos a esos muertos vivientes,
luchando a puño, mordiscos y patadas como en el “catch as catch can”, en colas
por los alimentos y las medicinas. Al momento de escribir esto, regreso de
LOCATEL de buscar mi tratamiento prolongado para mis 3 ACV, y no hay ni uno
solo de los 10 rubros recomendados y, lo mismo pasa con los alimentos en el súper.
Dentro de pronto, mi cerebro mal alimentado y sin tratamiento se contaminará y secará como uno
de esos zombis y seguro empezaré a echarle dientes a la vecina “buenota” que se me acerque con sus mórbidas
y voluptuosas curvas. Los pocos vivos que queden se defenderán de los zombis políticos
alienados por el régimen, quienes habrán perdido toda capacidad de raciocinio,
al ver enfrentarse al TSJ contra la AN y destrozar entre ambos la constitución y
leyes de la república, hasta producir la anomia necesaria y suficiente para que
este virus nos contagie a todos y empecemos a formar guetos y ciudadelas para
tratar de sobrevivir.
Que vainas con este régimen!
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