IDO
DE LA GOMA
Un personaje de cuyo nombre no
quisiera acordarme y menos pronunciarlo gustaba de asociar todo con el béisbol,
yo prefiero el boxeo; pero eso, admito, es cosa de gustos.
En el béisbol una de las imágenes
que uno recuerda de los managers es esa de salir (por segunda vez) al pitching box a pedirle la bola al pitcher cuando
éste está “ido de la goma”. Antes, ha sido el cátcher mismo quien se
aproxima al pitcher a darle confianza, a tratar de calmarle el nerviosismo y a
ver si el lanzador aprovecha la oportunidad para decirle que está cansado, se
siente mal, o algo por el estilo. El
caso interesante es que no importa en cual inning está el juego, ni si el lanzador
ha venido haciéndolo bien o mal y si aún si se diera el caso que el mismo
lanzador no estuviera de acuerdo con ser relevado, su opinión no cuenta, sino
la del manager. El manager simplemente le pide la bola, le da la mano y le da
su nalgadita de felicitación por el buen servicio prestado y trae al relevista
al plato.
El asunto es que en los casos
señalados no pudiera decirse que el pitcher ha abandonado sus funciones, pues
sigue en el plato, ni dejado de cumplir sus responsabilidades, ni faltado voluntariamente
a sus atribuciones y funciones del juego, pues sigue lanzando, él sigue en su
puesto capeando el temporal y viendo al bateador cuarto bate blandiendo su 36”
Adirondak y a un público gritando: “sáquenlo, cámbienlo, mándenlo a bañar”
y quizá pidiendo internamente que lo vengan a relevar. Simplemente basta que el
lanzador no de pie con bola y que no encuentre la goma, para atender al pedido del
soberano. Eso solamente es suficiente para que la toma de decisiones del
manager sea cambiarlo.
En Venezuela estamos con el juego
en el noveno perdiéndolo y viene el cuarto bate del adversario. El manager es el soberano, gritando sus males,
sufriendo las angustias y aguantando palo y palo. El cátcher ya ha tratado en
vano de hablar con el pitcher para saber de sus intenciones, de cómo se siente
y decirle las estrategias posibles ante los bateadores y el lanzador no le
para.
Recuerdo hace años, cuando Rafael
Caldera II, ocurrió que el anciano presidente prácticamente dejó las riendas del
gobierno en manos de sus hijos, uno de ellos apodado en bromas “el pimentón”,
y la chispa criolla decía que el periodo Caldera I había sido mejor… ¡porque
los hijos estaban pequeños! Un comediante decía que si uno se quedaba mirando
fijamente al presidente durante unos 10 minutos… parecía que estaba vivo... y así,
la evaluación general era que no había presidente y que íbamos por mal rumbo y
peor camino. No podría decirse que el presidente había abandonado el cargo;
pero, no estaba gobernando. El peor gobierno se decía que había sido hasta ayer
el Caldera II; pero, lo han superado dos veces.
En los finales del periodo
revolucionario anterior, el del difunto insepulto, mientras éste se encontraba convaleciente
de su tratamiento post operatorio oncológico en Cuba, se nos dijo que gobernaba
desde su cama de enfermo, y que hasta conversaba por horas y firmaba documentos
y que regresó caminando al Hospimil y hasta una vieja jura que lo vio. En el paseíllo de su ataúd por Caracas, se
dice que en el féretro no estaba su cadáver. En su mausoleo, durante su velorio,
se dice que había un muñeco de cera y que Cristina se había percatado y se había ido
muy disgustada, y hay quienes aseguran que murió en diciembre anterior. Es
decir, todo un CID campeador redivivo y todavía se duda de su causa y fecha-hora
de su muerte, toda vez que este país de Ripley es el único donde gobierna un
presidente impuesto quien aún no ha producido su partida de nacimiento,
y quien relevó a otro quien, como monarca cualquiera, lo nombró como su sucesor y de
quien no se tiene su acta de defunción.
EL caso es que el heredero
ilegitimo, como incapaz, tiene ya varios innings "ido de la goma", con
el juego más que perdido. No picha ni deja pichar. Henry Ramos Allup ha asomado la idea de evaluar
su abandono del cargo y es lo que me ha motivado a pensar en todas estas cosas
que transmito; pero, les repito, yo de béisbol sé muy poco.
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