GUERRA ECONÓMICA
Escucho con suma
atención al diputado y calificado economista, el doctor José Guerra, analizar
las medidas supuestamente económicas informadas al país por el
gobierno y no puedo menos que remitirme a mis conocimientos y experiencias de
mi profesión o carrera naval para poder entender la gravedad que él me revela,
mucho más cuando el gobierno nos habla de una presunta guerra económica; es
decir, debo remitirme a mi background existencial, para poder entender por
comparación o analogía.
Es que en la
formación de un oficial naval se le imparten desde la Escuela Naval y en sus
cursos superiores, asignaturas del área del derecho, de la economía y de todas
las ramas del saber, no para que asuma cargos en el gobierno civil y compita
con el ciudadano que de suyo tiene - por elección del pueblo- esas
atribuciones y funciones, sino para que pueda armonizar su carrera naval con él
y puedan entre ambos, civiles y militares, complementarse, esa formación le
permite al oficial contar con las conexiones intelectuales necesarias y
suficientes para que la correcta relación civil militar logre aprovechar al
máximo el poder nacional en todos sus campos, político, económico, civil y
militar, para la consecución de los fines de la nación.
Resulta que en
mi carrera naval empecé en los buques y luego pasé a la aviación naval y en
ambas áreas pude catar la importancia de un buen comandante para bien sea el
buque o la aeronave. En ambos ambientes me interesé no solamente por la
ingeniería, que fue mi primera especialidad, sino por la guerra antisubmarina,
en la cual culminé mi carrera operacional, antes de pasar al alto mando
ampliado; es decir, a ocupar los cargos en la estructura de la comandancia
general.
En los buques,
la guerra antisubmarina es de las más laboriosas y especializadas, dada la
condición agonal que se da en la mar entre la capacidad operativa del buque
versus las del submarino. Ello amerita de una gran coordinación entre el
comandante de la nave y el oficial de guerra antisubmarina, al punto de que en
un cierto momento de la maniobra u operación táctica, toma el control
operacional temporal el oficial de guerra antisubmarina desde su central; pues,
es él quien tiene la capacidad operacional especializada o técnica y es quien
tiene en su centro de control o sala operacional los indicadores donde arriban
y se analizan y evalúan los datos que les van llegando provenientes de los
diversos equipos, sensores e indicadores . En el avión es el copiloto, al cual
se le llama TACO, palabra del inglés por “tactical Coordinator”. En
español traduce “Coordinador táctico” palabra que coincide con el
termino popular de “taco”, como en el dicho: “ese tipo es un
taco”, para significar que es un machete, o cualquier persona que está
altamente calificada.
En un cierto
momento, que lo da la situación táctica, el comandante de la nave lo sigue
siendo; pero, le otorga temporalmente el mando táctico de la nave al oficial de
GAS (Guerra antisubmarina) para que la evoluciones sean lo mas
eficientes posibles y se pueda dar caza, en tiempo real y con efectividad, al
enemigo. De otra manera, si se plantearan conflictos de competencia o de
capacidad de análisis o de diferencias entre los indicadores y de su
evaluación, bien sea por capacidad o por extemporalidad, estas no se reflejen en
la ineficiencia y el submarino no se nos escape o nos pudiera destruir o
destruir a alguno de los buques del convoy. Debemos saber que el submarino
enemigo viene y está para ir acabando con los buques que transportan las
diversas cargas de comodities o mercaderías que la economía del país produce y
que la marina mercante está transportando; pues, la economía de los países en
guerra siguen funcionando y la misión general de la armada es proteger ese
cuerpo principal mediante las diversas cortinas antiaéreas, antisuperficie y
antisubmarinas que sean necesarias.
Como vemos , la
función de la armada no es salir a la mar por no dejar o a navegar
románticamente, o a luchar contra otras armadas per sé. Es salir a proteger los
intereses nacionales marítimos en sus territorios o jurisdicciones acuáticas,
como a los buques mercantes, a las rutas de navegación, a las instalaciones de
la industria nacional que se encuentran ubicadas en las costas, los puertos, y
cualquier otro objetivo de carácter estratégico que el enemigo pudiera venir a destruir,
anular o neutralizar. También, por supuesto, para enfrentar
cualquier aproximación de fuerzas enemigas que pretendan proyectar su poder
naval a tierra. Para el oficial naval, la guerra es un ajedrez muy
complejo y difícil de jugar y resolver.
En el caso de la
nación, vemos con suma preocupación como la economía está en bancarrota y como
un comandante inepto y su tripulación tan inepta como él, no están en capacidad
de dirigir las operaciones para defender al cuerpo principal de las amenazas
internas y externas que la tienen en esta condición de minusvalía, incluso a
las que provienen de su propio entorno y, en el caso de José Guerra, vemos en
él a un excelente economista diciéndole al gobierno qué debe
hacer y cómo debe hacerlo, demostrando
que es un extraordinario “oficial de GAS”, quien debería ser encargado
temporalmente de conducir las operaciones necesarias e indispensables para
rescatar el aparato productivo nacional, el cual con gran asertividad y enjundia
él ha demostrado que en las medidas no existe nada para recatarlo, para
devolverle a la economía su capacidad de producir bienes y servicios para el
consumo interno y, sobretodo, para la exportación de su excedente, para poder
generar divisas fuertes. ! Léase dólares! . Las medidas
de distribución de la riqueza están aguas abajo de su generación.
Ese es el meollo
de la cuestión, encargar de la economía a un comandante competente y darle el
comando temporal operacional estratégico y táctico de las operaciones
indispensables para que Venezuela pueda destruir o neutralizar a ese submarino
de la incapacidad, de la inflación, de la destrucción de nuestra economía. Esa
es la tal guerra económica con que nos quieren distraer. Una guerra donde el
enemigo está en casa, como aquella película de Hollywood, titulada: DURMIENDO CON EL ENEMIGO (Sleeping with the enemy), del género suspenso, de 1991, protagonizada por Julia
Roberts.
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