VALENCIA ES POCATERRA
El
viernes 23 de enero de 2016, fue un día valenciano, dedicado a José Rafael
Pocaterra, en el cual me apresté, como muchas otras veces, a acompañar a mi
compadre, el ilustre cronista de la Ciudad de Puerto Cabello, Dr. Asdrúbal González,
quien por paga me entrega su invaluable amistad y el placer y honor de leer su
obra inédita al revisarle algún machote, engrosar mi biblioteca con su colección donada, o conservar el papel
original donde escribiera su poema estelar, ARENA. Es que sin firmar contrato, ha hecho de mi
humilde persona en pequeño formato, lo que 60
años atrás hiciera con él Don Ramón Díaz Sánchez, sólo que conmigo se
ufana de tener a un capitán de navío de chofer, guardaespaldas y secretario,
con tecnología digital y me siento bien pagado.
Al
llegar admiramos el buen trabajo de restauración de una casa colonial
solariega, ubicada en el área de influencia cultural del Teatro Municipal de
esa ciudad del Cabriales, en la cual se cree que el prócer valenciano habitara
con su madre bajo serias limitaciones económicas, propias de la época para
quienes no pertenecían a la godarria. Es entonces su casa natal, ubicada en la calle
Colombia cruce con Briceño Méndez del casco central de Valencia, justo al
Colegio Don Bosco, donde el escritor cursó sus primeros estudios. Extraña
que él y su madre hayan podido habitar en ella; pues, por su porte y
prestancia, pareciera una casa de gente pudiente. Parece que vivían alquilados
en la parte superior. La casa estuvo un tiempo casi en ruinas y la rescataron
para el acervo histórico de la ciudad y de la nación. Todo ello nos los aclara
personalmente el presidente de la fundación, quien vela por su memoria y
resguarda su obra, quien nos recibe y con amabilidad de cicerone y nos conduce por
los vericuetos de la historia y de la impronta que el magnífico hombre legara
para la valencianidad.
Allí
se reúne lo más granado de la intelectualidad valenciana e invitados en este día,
académicos, escritores, historiadores, políticos y gente sencilla, quienes
vienen a conocer los trabajos realizados y a escuchar un conversatorio sobre el
Pensamiento
Político del homenajeado, y resulta cuando menos una paradoja que
mientras en el país se celebran 58 del derrocamiento de una dictadura, vivamos
en la hoy en la más dura y poderosa dictadura en pleno siglo XXI. Pero, ese es precisamente
el valor del homenajeado y el acierto de que nos hayamos congregado en este día
en su nombre a abrevar las aguas de la dignidad y del ejemplo de su herencia
literaria y existencial; pues, a él le tocó
nacer, crecer y vivir entre dos siglos convulsivos de nuestra historia
contemporánea, en la transición secular del XIX y entrada del XX, y combatir la
dictadura y el dominio férreo e invasivo como dominante de pensamiento, palabra
y obra de los venezolanos, materializado en los periodos de Crespo, Castro y Gómez,
por cuya disidencia hubo de pagar prisión infamante en la rotunda y en el
Castillo de Puerto Cabello.
Pocaterra
supo combinar sus dos dimensiones existenciales, la del político y la del
escritor. Según alguno de los presentes, su obra política y de guerra armada presenta,
para la el implacable juicio de la historia, algunas facetas discutibles según
las cuales, en su tiempo en lo militar e endilgaron cobardía, por haber zarpado
en el Falke, donde viajaba como corresponsal de guerra, dejado bajo su mando
luego del fracaso de la invasión o del desembarco y haberse retirado del teatro
de operaciones para luego haber botado a la mar las armas y pertrechos, a lo
que él alegó en su defensa que lo había hecho para evitar que cayeran en manos
el enemigo vencedor. En el presente, se critica que su actividad política podría
haber estado signada por el oportunismo; pues, igual fue funcionario de uno que
de otro y disfrutó de las mieles del poder, como ejecutivo y como diplomático.
En
lo que parecen estar de acuerdo todos es que fue y sigue siendo referente por ser un prohombre
de la de la lucha civil, e incluso
armada, contra la tiranía y de que su obra literaria puede y debe ser no sólo rescatada,
estudiada y difundida por su valor estético, sino porque significó una
evolución interesante y muy importante
del estilo literario reinante, el de la superestructura dominante, como era el
clasicismo propio de los intelectuales consustanciados con el gobierno de turno
(como pareciera revivirse hoy), al
cual tuvo el coraje cívico de enfrentar siempre
con su prosa retadora, reflejo de las verdades sociales de su tiempo,
representada en sus VERSOS GROTESCOS (Considerada
por los asistentes como la de mayor valor literario) y que , a partir de
este momento, se debe convocar a la sociedad civil a una labor continuada, en
cada parroquia y cada casa, de sus escritos incluyendo lo que no editó y de
cuyos papeles se leyó un poema inédito dedicado a su nieto, y que se debe emprender,
desde ya, la enseñanza popular de su legado,
reflejada en su obra prima, titulada Memorias De Un Venezolano de la decadencia y en De cómo Panchito Mandefua cenó con El Niño Jesús. El jefe de la
secretaria de educación de la Alcaldía de Valencia respondió que eso era muy
cierto y que, por fortuna, ya se había pensado en eso y que por ello está
programado un ciclo de concursos literarios del señalado cuento, para que en
cada rincón del estado su obra retumbe en la consciencias del valenciano y se
disperse por todo el país.
En
el conversatorio hablaron (entre ponencias,
preguntas y aportes) varios ilustres
intelectuales presentes, entre quienes recuerdo (que me disculpen quienes involuntariamente soslaye) al Profesor Julio
Silva, vicepresidente de la Asociación de Escritores Carabobeños (AECA), al
Poeta José Joaquín Burgos, Cronista de lujo de Valencia, al magister en
historia Santiago Rodríguez, representante del Alcalde Cocciola, al teatrero Miguel
Torrence, y al mismo Asdrúbal González.
Julio
Silva se paseó por su obra con su acostumbrada enjundia sucinta, dedicada al
análisis de su parte literaria, Santiago Rodríguez nos leyó tres cuartillas con
su excelente análisis del pensamiento político del homenajeado, el poeta Burgos
compartió con nosotros lo que fuera una de sus investigaciones en la cual encontró
el parangón entre Gallegos y Pocaterra, éste último quien habría sido
caracterizado en CANTACLARO, una de las novelas del grande escritor de Doña
Bárbara, como el personaje Secretario del coronel Buitrago.
Asdrúbal
propuso lo del ciclo de 500 conferencias, en una toma cultural de cada
parroquia, claustro o instituciones de la ciudad y que él mismo se ofrecía a
dictar las que les programaran. El secretario de educación, como ya señalara,
le respondió de manera concordante.
Me
animé a preguntar: ¿A cuál decadencia se refería Pocaterra?
A la del régimen de la época, a la
Venezuela de entonces, o la de su propia vida, ya que dentro del corsi e ricorsi
de la historia pareciéramos vivir en un continuum de decadencias, como (salvando las distancias) pereciéramos
vivir en el presente, y mi pregunta fue como gasolina en un incendio, la cual prendió
la sabana de aportes muy acertados y valiosos para la comprensión cabal del
prohombre.
Al final
del evento fuimos agradablemente sorprendidos con algunos canapés y finas
atenciones del personal de protocolo de la fundación y nos despedimos contentos
y satisfechos, con la promesa del reencuentro próximo y de continuar apoyando
la labor de esta institución de la cultura y de la valencianidad. Lamentando
solamente que hayamos sido los mismos viejos de siempre y que no haya habido
convocatoria, o respuesta si la hubo, de la juventud.
Lo
que sí me queda claro es que: Pocaterra es Valencia y Valencia es Pocaterra.
CN EDDY DARÌO BARRIOS OROZCO
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