HISTORIA
DE MOZUELA Y EL POLICÍA
Mozuela era una prometedora damisela de
nuestros barrios, quien como Panchito Mandefuà de Pocaterra, era: “Como una flor de callejón, por gracia de Dios, no fue
palúdica, ni zamba, ni triste”.
En efecto, Mozuela era una bella niña cortejada por viejos adinerados y por
jóvenes del pueblo. Su hogar era muy humilde y el pueblo estaba en camino del
progreso, aunque los políticos de turno estaban en componendas para gozarse el
dinero de todos y no cumplían con sus obligaciones.
Mozuela, rebelde y terca,
desatendiendo las orientaciones de su madre, en lugar de aceptar uno de los
pretendientes de buen partido, prestó oídos a los requiebros de un policía
retirado, pichón de político de izquierda, buenmozo y frasquitero, mas aguajero que
pitcher zurdo y hablador como ninguno. Un encantador de serpientes, quien
parecía un diputado nuevo y volvía locas a las chicas con promesas de que las
sacaría de la pobreza. La madre de Mozuela quedó como la glosa de Andrés Eloy, cuando
una noche que se le fue con su policía: ¿Quién le va a secar el llanto, si
pasó la Comisión y le dejó el corazón como capilla sin santo?
Pantaleón le había contado a Mozuela que, como dejó el
servicio activo, pronto sería enganchado en una contrata donde ganaría 40
bolívares semanales y que se ajustara ese presupuesto; por supuesto, él no le
confesaría nunca que en realidad ganaría 100 bolos. Ella, enamorada, no tenía
elementos para dudar de su policía y se ajustó el cinturón solidaria y fiel.
Era imposible mantener a la familia con ese
presupuesto y Mozuela tuvo que
endeudarse con el bodeguero; mientras, Pantaleón gozaba de lo lindo con sus 60
bolos restantes y, aunque no lo crean, al final del primer año él se había endeudado
aún más de lo que lo había hecho Mozuela y eso que ésta al menos podía rendir
cuentas del uso de los reales y podía dar las debidas justificaciones de su
endeudamiento. No tenían futuro porque la contrata iba palo abajo y no había
empleos disponibles. Ahora ambos tenían la deuda de los gastos de instalación
del rancho, las de la bodega y las del gozón de Pantaleón.
Pantaleón no le daba el diario completo, los niños no
tenían zapatos y andaban andrajosos y tripones, sin útiles escolares y al
rancho se le estaba cayendo el techo. No obstante, él le quitaba prestado del
diario a Mozuela para ir a dizque buscar préstamos y empleo a otros estados. Lo
que no sabía Mozuela era que Pantaleón tenía otras mujeres y varios muchachos
con ellas, al tiempo que gastaba en francachelas con damitas de esos rumbos y
hasta le financiaba las deudas y reparaciones de los carros de los futuros
suegros, engañados como todos. Es que era muy simpático y humanitario y hablaba
tan sabroso.
El corazón de todos se encendía cuando Pantaleón daba
sus peroratas insufladas de frases altisonantes, retaba a los políticos del
patio y hasta de los de pueblos vecinos
y prometía villas y castillos si algún día él tomaba las riendas del gobierno
del pueblo. La economía, la inseguridad y los cientos de muertos semanales en
el pueblo eran de espanto y brinco y Pantaleón juraba que si él llegaba a
gobernar los podría reducir, que construiría casas, calles, escuelas…
Mozuela se mantenía a duras penas y gracias a la
bondad del bodeguero, quien le fiaba y siempre le tenía su kilito de harina
PAN, su leche y las caraotas para alimentar
a su prole. Eventualmente, cuando la situación ya era insoportable y no
podían subsistir sin apoyo del bodeguero, Pantaleón le echó la culpa a éste y dijo
que era un explotador capitalista, quien le tenía declarada una guerra
económica, y que le cobraba intereses sobre intereses, sobre su deuda ya longeva.
Mozuela, como se podrán imaginar, terminó yéndose con
el bodeguero, quien le puso casa, carro y le metió a sus muchachos en el
colegio, la inscribió en el seguro HCM y le compra sus vestidos, perfumes y le
calienta la oreja y otras partes, en esas noches de frio, de duro cierzo
invernal.
Ahora, Pantaleón pasa en su carro destartalado, con un
megáfono, gritando que va a emprender un nuevo negocio, que va reestructurar
sus deudas y va a ejecutar su nuevo plan de rempuje de su situación económica,
que volviera con él, que ahora sí...
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Los nombres y situaciones son ficticios y las muertes
señaladas sólo han ocurrido en las mentes de los vecinos traidores, de la
derecha corrupta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario