lunes, 18 de enero de 2016

CARTA ABIERTA A LA ASAMBLEA NACIONAL

 Ciudadanos, Presidente y demás miembros de la Asamblea Nacional:

Me honro al dirigirme a ustedes en la oportunidad de manifestarles mi opinión acerca de, al menos, dos elementos esenciales de la crisis política, sin menoscabo de la grave crisis económica, sin querer establecer ningún orden de prioridad para la búsqueda de sus medidas de solución.

Ocurre que existen dos decisiones del fracasado gobierno de inspiración castro comunista, como son: 1. La de la creación del innecesario como redundante e inconveniente, por contraproducente, grado militar de COMANDANTE EN JEFE con toda la parafernalia de uniformes, caponas, privilegios y sus consecuencias en la relación civil-militar y 2. La detentación simultanea del cargo de PRESIDENTE DE LA REPUBLICA con el de PRESIDENTE DE UN PARTIDO, en este caso, el partido socialista unido de Venezuela (PSUV). Para los efectos ninguno.

En el primer caso señalado, comandar en jefe la FAN es una conquista - como he dicho - del estamento civil, o del poder civil legal y legítimamente electo por el pueblo, lo que le permite  a un ciudadano que no es no militar, ni lo ha sido ni necesita serlo, de ser investido de tal responsabilidad, con las atribuciones y prerrogativas de comandar en jefe las fuerzas militares, para el empleo del poder militar en defensa de la soberanía e integridad del territorio, ante cualquier amenaza, interna o externa.

No necesita el civil ser investido de grado militar alguno y hacerlo debilita la debida subordinación constitucional o la adecuada relación entre el civil y el militar, en función nada más que de la constitución. Es por ello (en parte) explicable las ridículas como oprobiosas manifestaciones en violación del artículo 328º constitucional por parte de altos militares, quienes se declaran públicamente como “Revolucionarios, antiimperialistas y chavistas”. Es decir, esa absurda creación haría que el civil tuviera que ostentar un grado militar para ser obedecido.

Si esto fuera resultado de una ley de las dictadas durante el indebido como prolongado “ad infinitum” periodo habilitante, esta Asamblea Nacional democrática y republicana debería, de inmediato, desmontar esta aberración y hacer que cualquier civil, sin necesidad de tener un grado militar inventado, comande en jefe a las FAN, simplemente porque el pueblo lo haya elegido como su presidente.

En cuanto a la convivencia indebida como inconveniente del cargo de PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA  con el de PRESIDENTE DE UN PARTIDO cualquiera, considero que es una violación, entre muchas otras,  al mandato del pluralismo y a la libertad de credo, culto y participación política. Ya hemos visto las nefastas consecuencias de tal error, manifestadas en el ejecutivo y su relación  con la disidencia, y en especial en la fenecida directiva de la AN, por gracia de dios y el pueblo defenestrada en las elecciones parlamentarias del 6D 2015. La Lista Tascón, después devenida en Maisanta, son pruebas de este error. En la injustamente satanizada etapa del Pacto de Punto Fijo, los presidentes se separaban de su partido para no incumplir, o para ser liberados de  la disciplina partidista y no estar sujetos a parcialidades. La mujer del Cesar debe ser no solamente honesta, sino parecerlo.

Me gustaría que Uds. tomaran en cuenta estas dos sugerencias u opiniones provenientes de un militar de alto grado de nuestras FAN, ya retirado del servicio activo; pero, fiel al juramento expresado en el patio de honores de la Academia Militar el 5 de julio de 1970, como integrante de la promoción CN JAUN BAUTISTA BIDEAU de la Escuela Naval, y que abrieran el debate incluso público, para que el pueblo sea debidamente consustanciado de estos errores.

Una de las peores aberraciones de nuestra república, desde los albores de su independencia hasta nuestros días, ha sido el caudillismo y el culto a la personalidad del caudillo y su erección como ícono y culto cuasi religioso. Esto ha sido lo que ha generado esa indebida reacción de los diputados del oficialismo cuando se retiraron las imágenes del difunto presidente,  del Palacio Legislativo. Si no existiera esa práctica, no sería posible colocarlas; porque, el pueblo entendería que no se debe hacer con respecto a ningún presidente, de ninguna ideología o partido, sino que las edificaciones oficiales deberían estar adornadas o precedidas solamente con los símbolos de la patria, la bandera, el escudo y el himno nacional y las imágenes del indiscutido e inmarcesible Libertador.

No deseo despedirme, sin antes reiterarles mis sentimientos de estima y alta consideración y respeto republicanos.

Eddy Darío Barrios Orozco
Capitán de Navío

CI V-639.249

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