martes, 12 de mayo de 2015

DISCURSO DEL ALMIRANTE WILLIAM H. MC RAVEN

El discurso del ilustre Almirante de la armada de EUA y miembro de la selecta agrupación de comandos SEAL (Comando de Operaciones Especiales, de Mar, Aire y Tierra), ADM William H. Mc Raven, noveno comandante general de dicha organización, del 8 de Agosto 2011 al 28 de agosto de 2014, pronunciado en la Universidad de Texas, en Austin, en honor a la cohorte de 2014, me devolvió a mis inicios en la Escuela Naval de Venezuela, en específico a mi entrenamiento inicial de “nuevo”, “recluta” o “pajarraco”, el cual comenzó un instante después de que mi nombre apareciera en una lista largamente esperada y que me llevó a un “bautizo” de aire, agua de mar y fuego en la vieja Escuela Naval, de la Calle Los Baños de Maiquetía, culminación del proceso correspondiente a mi admisión, ocurrida el 23 de agosto de 1965. Es decir, este año 2015 mi promoción cumplirá 50 años de ese matrimonio con la Patria y con la Armada. Ver discurso en: https://www.youtube.com/watch?v=0b7G30btz-0

Recuerdo que en nuestra cohorte presentaron exámenes de admisión unos 2.000 aspirantes, de los cuales aceptaron 180 y nos graduamos 44 Alféreces de Navío, después de 5 años de exigentes estudios académicos a nivel universitario, de contenidos técnicos, y operacionales navales, muy completos, integrales armónicamente articulados y sumamente rigurosos, los cuales debíamos expresar en la más alta Aplicación posible, de cinco años de rudo Entrenamiento Físico-Deportivo para acerar nuestra voluntad, de severa observación y monitoreo de nuestra Conducta, la cual debía ser intachable (donde las faltas menores, mayormente por inexperiencia, eran castigadas como crímenes de lesa patria) y de desarrollo y consolidación de la consecuente Aptitud para el Servicio Naval, garantía de promisorios desempeños profesionales.

El 27 de junio de 1970, nos graduamos académicamente, celebrándose en el país los primeros cien años del decreto de educación gratuita y obligatoria, promulgado por Antonio José Ramón de La Trinidad y María Guzmán Blanco, conocido como “El Ilustre Americano”, quien fue un militar, estadista, caudillo, diplomático, abogado y político venezolano, presidente y general, Antonio Guzmán Blanco, ceremonia a la que acudimos en unión de nuestras madres quienes muy emocionadas rescataban con sus manos benditas nuestro anillo de una caracola llena de agua de mar, también bendecida por nuestro capellán naval, el CC Diógenes Morales, y nos lo colocaban en nuestro anular y nosotros hacíamos lo propio con una réplica en el suyo, luego nos dábamos un abrazo de bendición debajo de un arco de triunfo presidido por el ancla del tipo Almirantazgo, en altar bordado de algas y motivos marineros. 

En esa ceremonia, presidida por el CA Enrique Domínguez García, nos entregaban los premios por alto rendimiento demostrado en diversas asignaturas de pensum, y luego nos sentamos a escuchar el discurso de orden magistral, dictado por el Profesor, Dr. Alberto Castillo Arráez, quien pronunció una hermosísima pieza oratoria que conservo, en la cual mencionó los nombres de cada una de nuestras madres y los de nuestras novias, engarzados en el “Soneto Enamorado” del poeta Francisco Luis Bernández. 

Dulce como el arroyo soñoliento,
mansa como la lluvia distraída,
pura como la rosa florecida
y próxima y lejana como el viento.
Esta mujer que siente lo que siente
y está sangrando por mi propia herida
tiene la forma justa de mi vida
y la medida de mi pensamiento.
Cuando me quejo, es ella mi querella,
y cuando callo, mi silencio es ella,
y cuando canto, es ella mi canción.
Cuando confío, es ella la confianza,
y cuando espero, es ella la esperanza,
y cuando vivo, es ella el corazón.

Coincidía la magna fecha con la muerte de la madre del orador, quien emulando al “Garrid” de Juan de Dios Peza, en su poema “Reír llorando” , hizo de tripas corazones y acudió a reglarnos su última clase magistral, en su penúltima cita académica con nosotros, sus alumnos predilectos y donde, para culminar su discurso, nos recitó entre sollozos la frase maravillosa de la elegía de Antonio Machado:

Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. Señor, ya estamos solos, mi corazón y el mar.

Completaría este ritual la recepción de manos del Presidente de la República, en nombre del pueblo de Venezuela, del sable naval, símbolo del mando que ejerceríamos a partir de ese mismo instante y que, junto al arma de reglamento para nuestra defensa personal, como aquellas instaladas en las unidades de superficie, de infantería de marina, de bases y apostaderos desplegados en el territorio, y de las aeronaves de la Aviación Naval, nos permitirían darle cuerpo al juramento de “Defender la patria y sus instituciones hasta perder la vida si fuere necesario”. Juramento que sigue incólume en nuestras mentes y corazones.

Fueron cinco y nutritivos años, los que este ilustre almirante nos hizo revivir con su magistral pieza oratoria, en la que nos reencontramos con esas mismas exigencias, con similares tradiciones que compartimos todos los marinos de guerra e incluso los marinos mercantes, a cuyas naves protegemos para garantizar el comercio, como protegemos las rutas marítimas y nos unimos para consolidar el PODER MARÍTIMO NACIONAL, y no puedo menos que agradecer que el colega naval y almirante norteamericano haya precisado la importancia de los pequeños sacrificios, para estar preparados para los graves llamados de la patria, herida o amenazada por el aleve invasor.

Es grato ver como la armada es una fuerza que es igual en todos los países del mundo y que por ello un marino de guerra debe estar muy bien educado y formado para ejercer las potestades que le otorga la patente de navegación que el estado le expide o la orden que le da su comandante natural, legal y legítimo, y que tiene como regla magistral de enganche, la capacidad de hacer la guerra y la paz en la mar, en defensa de la soberanía e integridad territorial, y de los valores y principios democráticos, taxativamente expresados en el hermoso preámbulo de nuestra constitución nacional, para coadyuvar a garantizarle al pueblo, como dijo nuestro libertador de que “el sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política” 

! Gracias almirante William H. Mc Raven!

UN saludo desde el corazón a mis compañeros, colegas y amigos de la promocion CN Juan Bautista Bideau, ENV 1970.

1 comentario:

  1. Felicitaciones, mi estimado Capitán de Navío (Armada de la República de Venezuela) Sus palabras, al igual que las del Alm.(USN) Mc Raven reflejan el universo de Principios y Valores en que nos movemos todos los compañeros Oficiales Navales, Caballeros del Mar, de todas las Armadas del mundo. Dios lo bendiga.

    ResponderEliminar