viernes, 9 de enero de 2015

NO ES LO MISMO SEÑOR MINISTRO

Acabo de ver un vídeo donde el Ministro de Alimentación se enfrenta a una periodista quien usando la que presenciaban le hacía referencia a las colas inmensas, para que él explicara y tomara acciones, y éste tuvo el tupé de comparar esa situación evidente ante sus ojos, con la cola que él tuvo que hacer para ver un partido de béisbol. Les juro que quedé como Condorito y, como este simpático personaje de caricatura, me provocaba gritar: “!exijo una explicación!”

La diferencia señor ministro, entre su cola para ver el béisbol y la que esos ciudadanos están sufriendo es que, en su caso, cuando Ud. entró y ocupó su asiento reservado y numerado, había un juego de béisbol; es decir, existía aquello para lo cual Ud. hizo la cola. Ésta, por cierto, era para llenar organizadamente el estadio, no para desesperarse si el juego iría o no. En su caso, Ud. y los demás tenían la certeza razonable de que obtendrían aquello que esperaban, que se cumpliría el contrato entre el empresario y Uds. como usuarios.

Las colas que Ud. se niega a reconocer, como tampoco reconoce otros indicadores que les explotan en la cara y es lo que preocupa denota incompetencia y deshumanización de la función gobierno. las señales son, entre otras: la escasez y el desabastecimiento a nivel nacional de muchos insumos básicos para la familia y la industria como para la salud, la inflación y consecuente pérdida del poder adquisitivo del bolívar, la inseguridad rayana en cárcel domestica para todos los ciudadanos, la impunidad del delincuente (de 100 casos resuelven apenas 8), la quiebra técnica de PDVSA y la deuda externa (eterna) multiplicada desde 1999 de 30.000 MM USD a 300.000 MM USD, al punto de que nos han hipotecado hasta tres generaciones y los chinos nos acaban de decir: “si no hay lial no hay lopa”. Así, muchas otras señales de la gravísima crisis estructural del modelo de gobierno por Uds. adoptado, y lo peor, la negativa de verlo y la obsesión enfermiza por seguir con el mismo modelo, no importa cómo nos encontremos… ¡eso es lo preocupante!.

La gente se angustia porque se siente como si estuviera dentro de un autobús con un chofer incapaz e inexperto, de paso, borracho y dirigiéndose a un barranco. El dueño de la línea alega que eso no es verdad, que todo marcha bien y, como el armador del Titanic, quien iba a bordo y no aceptaba las indicaciones que anunciaban que iban a mucha velocidad y estaban en bruma sólida, para rematar ordenaba mayor velocidad para romper el récord de tiempo en ruta en su viaje inaugural desde Southampton a York; pero, lo que rompió fue el casco del buque que “ni dios podía hundir”.  Èste se hundió en la noche del 14 al 15 de abril de 1912.

Lo triste es que 87 años después, su líder inmortal desconoció las informaciones que presagiaban desastre por una vaguada previsible ante varios días de lluvia pertinaz y, en lugar de tomar decisiones de estado, prefirió seguir con las  elecciones en esa región y, para levantar los ánimos, repitió la arenga de Bolívar en 1812 ante el terremoto: “SI la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.

Hoy Uds., con suficiencia y cinismo, adoptan la aberrante actitud de la indiferencia criminal ante los indicadores de inminencia clara del desastre. En descargo del Libertador, debo decir que éste se enfrentó a un hecho consumado para el cual no había, ni hay hoy, posibilidad de alerta, Uds. en cambio, tanto en 1999 y como hoy 2014, contaban y cuentan con suficientes indicadores, opiniones de expertos ajenos a su régimen y propios; pero, todos toman su actitud, lo que indica que no es algo personal, sino el sello de la conspiración oficial contra la sindéresis y el buen juicio de quienes desgobiernan este país.
Saquen al chofer del bus y busquen otro que sepa, quiera y pueda conducirlo y no nos caigamos por el barranco.



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