EL
SECRETARIO NAVAL
De la variopinta tripulación
hay miembros que cumplen una labor de singular importancia dentro del concierto
de ese organizado hormiguero que es el acoplamiento de una pequeña, o muy
grande si se trata de uno de alto porte, ciudad itinerante, que en esencia es un buque
de guerra de nuestra armada. Tenemos un dicho que alude al hecho de que los
marinos no molestamos al cocinero ni al camarero, por razones obvias; pero,
el secretario (furriel), civil en los comienzos de mi carrera abordo en 1970, pasaba
desapercibido por su discreción y presencia de bajo perfil, por cuanto no era
militar, aun cuando estaba sometido a sus rigores y misma jurisdicción, en
función de los secretos que ciertamente pasaban por sus manos. Hoy día, esta
labor la cumple un furriel militar, adiestrado en las funciones, ya que se constituyó
la especialidad abordo.
Voy a referirme hoy, en
homenaje agradecido, a mi secretario o furriel, en 1971 – más bien del comandante y demás jefes de divisiones del ARV “LOS FRAILES”
T-15 - el señor Marcano, a quien vi
ayer caminado por la Plaza Barquisimeto de Puerto Cabello, y quien se ufanaba orgulloso
de que estaba próximo a sus 83 años, al tiempo que jugaba con los recuerdos
para echarme broma y restregarme que cuando estaba próximo el fin de mes y me
veía atareado en las máquinas, me llegaba y me decía: “Alférez Barrios estamos a 31 y hay que enviar
el resumen mensual de Ingeniería y Ud. no me lo ha entregado” y me
amenazaba (en bromas) con elevar la
novedad al comandante y yo “nuevo” me asustaba hasta los
tuétanos; pues, me lleva 16 años y apenas era un imberbe de 23. Inmediatamente me
desesperaba garrapateando con manos grasosas el resumen mensual, para consumo y
análisis estadístico de la comandancia general.
Es que este funcionario iba
embarcado como cualquier otro tripulante,
sometido a los rigores de la vida bordo y aun así debía escribir en una
maquina mecánica, con papel carbón, las órdenes de operaciones, de ceremonial,
resúmenes, y demás documentación que debía salir de la unidad, conservando la estricta,
exigente y natural calidad , puntualidad y confidencialidad de estos registros
en su impenetrable furrielería. Por cierto, las boletas de arresto, informes de
rendimiento o calificaciones anuales de todos abordo, pasaban por sus manos y entendimiento.
Ellos, en cierta medida, eran la memoria de abordo y de la armada, porque en
sus bibliotecas mentales quedaba registrada la historia naval mayor y menuda… ¡en
pleno desarrollo!
Podrán ustedes, quienes son
o no militares, comprender la gravedad que tales secretos tenían para la Seguridad
y Defensa de la nación si éstos
abnegados y fieles servidores públicos no observaban las reglas, normas y
procedimientos de comunicaciones, para garantizar dicha confidencialidad. Además,
ellos eran unos jueces implacables, como silentes, del rendimiento y de la
historia menuda o currículo de cada tripulante. Un miembro, incluyendo el
comandante, podría pavonearse ante auditorios de subalternos o civiles; pero, a
quien no podía meterle coba era al secretario naval. Éstos igual sabían de
maniobras, como de operaciones navales, de ingeniería y de todo abordo, y no es
extraño que algunos pudieran funcionar debidamente en algún puesto de rol de
combate o emergencias con suficiencia. Especialmente, en los buques pequeños,
donde la tripulación es reducida al mínimo funcional.
Hoy día, nosotros tomamos
por descontado o “take for granted”
la elaboración de escritos en Word, gracias a los modernos sistemas operativos
y contando con google y su traductor multilingüe, con imágenes, referencias y
demás lindezas de la modernidad, especialmente el corrector automático sobre la
marcha y el maravilloso “copy & paste”
o copiar y pegar. Pues bien, en el pasado no tan lejano este funcionario hacía
todas esas cosas…!en tiempo real! No era
raro que una Orden de Operaciones completada, al ir a la crítica, resultara con
errores y había que eliminar páginas, conservar algunos párrafos e incluir
nuevos, etc. y todo eso lo hacían metiendo nuevos papeles carbón y echándole dedos
a velocidad pasmosa de 100 palabras por minuto. Y luego, eliminar religiosa y
lealmente hojas rayadas y papeles carbón usados.
Mi admiración en la
distancia de estos 50 años es cada día más grande y me lleno de emoción y mi
alma entra en éxtasis al reconocer su valía y eficiencia demostrada en
cualquier condición de mar. Mi alemán lucha por reencontrar sus nombres
completos; pero, mi alma se regocija al recordarlos en imágenes que ni el
tiempo logra difuminar.
¡Gracias amigo Marcano! por la
alegría que me dio verte de nuevo y, esta vez, no meterme miedo con chivatearme,
en bromas, ante el comandante.
Grato y placentero leerle con el agradecimiento a estas personas que sirvieron a la institucion y que hicieron de la Armada una organizacion sumamente eficiente....felicidades, excelente escrito.
ResponderEliminarUn comandante de buwue de guerra siempre sabe apreciar la historia naval mayor y menuda de su fuerza. Salve comandante!
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