LA
NAVEGACION DE ALTURA
La navegación es el arte y
ciencia de conducir una nave a través de la mar, valerse de ella para conocer
en qué lugar del globo terráqueo la nave se encuentra y dirigirla a puerto o al
lugar elegido.
Es arte en cuanto a la disposición,
virtud y habilidad del navegante para reconocer el cielo y encontrar e identificar
las constelaciones y sus estrellas, así
como los puntos conspicuos y demás adminículos, señales, boyas y faros de la costa, para poder conducir la nave
de forma segura y profesional, y es ciencia en cuanto al método trigonométrico
en el que se sustenta, cálculos avanzados, complejos y precisos empleados, como
demás sistemas métricos, electrónicos, ópticos y de cualquier naturaleza, que el
marino utiliza para su labor.
Puede uno navegar de manera
visual primigenia o costanera (con
referencia visual a la costa) o
puede uno hacerlo fuera del alcance visual de la tierra, solamente con referencia
las estrellas. En ambos casos, lo más hermoso es la belleza asociada a su labor
marinera, condición sine quanom del
marino, como la filosofía de vida que implica dedicarse a este bello oficio del
mar como vocación o forma de vida.
Cuando hablo de filosofía me
refiero a las enseñanzas de vida que nos
deja luego de toda una existencia dedicada a trajinar las invisibles rutas y el
haber atracado felizmente en los muelles de destino, gracias a la buena labor de
navegación puesta de manifiesto en la singladura.
Para navegar de altura, hay
que preparar el cielo y he allí la primera enseñanza. No se puede zarpar sin
conocer de cierto a donde ir, donde recalar, cuales son los escollos de la
ruta, los bajos, las áreas restringidas, las condiciones especiales de ciertas
rutas, ni mucho menos sin haber preparado a qué altura se verán las estrellas y
por cual azimut saldrán en la madrugada. Por cierto, en la tripulación hay un
cargo y un hombre que lo cubre que está encargado de la navegación; pero, todos
deben saber de este arte, en especial el comandante quien, a la hora de dudas, es el dios o su auxiliar
en la tierra, el príncipe o emir del mar que en árabe significa precisamente la
palabra almirante, Emir al bajar se dice en dicha lengua.
Ud. decide cuales estrellas
va observar y las coloca en una rosa de
maniobra o cartilla con círculos concéntricos reglados, donde se ubican las
estrellas en su correspondiente azimut y
altura calculada, mostrando los ángulos (alturas) a las que deberá verlas, y al
ángulo con respecto al norte y su posición u orientación de la línea de proa del buque por
donde la buscará y verá aparecer, y selecciona la hora del orto para el mes y año
de la observación. Una vez hecha dicha preparación, se acuesta a dormir y se hace levantar a dicha
hora. A la misma, toma su sextante y su reloj, y se hace acompañar de un
marinero auxiliar quien anota lo que Ud. le va dictando.
Busca las constelaciones y
las reconoce, identifica la estrella especifica que observará y la encuentra en
el azimut esperado y registra la altura observada de la misma, la cual
comparará en al caseta del navegador con las alturas calculadas. La diferencia
entre altura calculada con la altura observada (tomando la altura calculada como referencia) le va indicar si su nave está más cerca o más
alejada de la posición que Ud. asumió estaría o debería estar. Si la altura
observada es mayor que la calculada Ud. se estará acercando a la estrella y si
es lo contrario se estará alejando.
Coloca una pierna (la seca) del
compás en el punto de la tierra inmediatamente debajo del zenit de la estrella
y abriendo su otra punta (la el lápiz) tanto como sea el ángulo de la altura
observada traza un circulo. En algún lugar de este círculo estará su nave. Esto
lo hace para varias estrellas, al menos tres, separadas entre sí unos 120º
grados en el horizonte, alrededor de su nave. Donde se crucen estos tres
círculos o sectores de arco de los mismos, conocidos como rectas de alturas,
esa será su posición; porque, sólo desde ella puede Ud. haber visto u observado
cada estrella en donde la observó y a la altura que le dio.
Como vemos, Ud. no puede
salir sin saber de dónde salió, a donde irá y cómo va a comprobar si su
navegación o singladura esta correcta. Debe usted ser un conocedor de su
oficio, debe conocer el cielo, las estrellas y debe Ud. no sólo conocerlo en
teoría sino que debe Ud. saber en la práctica cómo reconocer dichas estrella y
como medir sus azimut y alturas y cómo realizar con solvencia y efectividad los
cálculos señalados y mejor aún, cómo interpretarlos.
¿Cómo es posible que una nación
(nuestra nave) pueda ser dirigida o conducida en este difícil y complejo mar de
la búsqueda del desarrollo y la supervivencia de tantos millones de seres inocentes
que están como pasajeros, confiados en su tripulación, y quienes han pagado su
pasaje y merecen o tiene derecho a que su nave sea bien conducida, estar
capitaneada y tripulada por hombres que no están en la debida formación y
capacidad, ni cuentan con la capacitación profesional para hacerlo?
No en balde estamos a punto
de vararnos, como el Costa Concordia y de naufragar, como lo hizo aquel famoso buque,
el más grande fabricado para su época. Debemos recordar que alguien dijo que este
buque no podría ser hundido ni por dios, y se hundió en su primera navegación,
Así mismo, cuando iban navegando en
aguas peligrosas, cundidas de icebergs, el interés del armador, o dueño del
buque, fue superior a la calificación indudablemente esmerada y la experiencia
del capitán; pero peor aún, éste se dejó
vencer por un incapaz y no antepuso con firmeza su criterio marinero
profesional y en su lugar, le cumplió las órdenes erradas de navegar a toda
velocidad, para romper un record y lo que rompió sin duda alguna fue el casco
contra el filoso puñal de la alevosa parte
escondida del iceberg.
Así vamos nosotros, a full
máquina, sólo nos resta que el costado roce contra el iceberg o ¿ya
rozó? y estamos haciendo agua. Unos están tratando de hacer desesperadas
como infructuosas maniobras de control de averías e incendio; mientras otros,
como los músicos del Titanic, con el agua al cuello, siguen tocando su
sinfonía. Los pasajeros, como aquellos del Costa Concordia o peor, los del
Titanic, no tienen idea de lo que ocurre y no contarán con los salvavidas y
botes necesarios para sobrevivir, sólo lo harán los dueños del buque y los
pasajeros VIP. Quizás, cuando se asomen al horizonte podrán ver la nave del
capitán, quien como en el Costa Concordia se desembarcará antes del
hundimiento; porque en verdad dudamos que tenga la valentía y honor, o la
vergüenza de aquel del Titanic, quien románticamente se hundió amarrado al
timón.
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