miércoles, 30 de agosto de 2017

LA NAVEGACION DE ALTURA

La navegación es el arte y ciencia de conducir una nave a través de la mar, valerse de ella para conocer en qué lugar del globo terráqueo la nave se encuentra y dirigirla a puerto o al lugar elegido.

Es arte en cuanto a la disposición, virtud y habilidad del navegante para reconocer el cielo y encontrar e identificar las constelaciones y sus  estrellas, así como los puntos conspicuos y demás adminículos, señales, boyas  y faros de la costa, para poder conducir la nave de forma segura y profesional, y es ciencia en cuanto al método trigonométrico en el que se sustenta, cálculos avanzados, complejos y precisos empleados, como demás sistemas métricos, electrónicos, ópticos y de cualquier naturaleza, que el marino utiliza para su labor.
Puede uno navegar de manera visual primigenia o costanera (con referencia visual a la costa)  o puede uno hacerlo fuera del alcance visual de la tierra, solamente con referencia las estrellas. En ambos casos, lo más hermoso es la belleza asociada a su labor marinera, condición  sine quanom del marino, como la filosofía de vida que implica dedicarse a este bello oficio del mar como vocación o forma de vida.

Cuando hablo de filosofía me refiero a  las enseñanzas de vida que nos deja luego de toda una existencia dedicada a trajinar las invisibles rutas y el haber atracado felizmente en los muelles de destino, gracias a la buena labor de navegación puesta de manifiesto en la singladura.

Para navegar de altura, hay que preparar el cielo y he allí la primera enseñanza. No se puede zarpar sin conocer de cierto a donde ir, donde recalar, cuales son los escollos de la ruta, los bajos, las áreas restringidas, las condiciones especiales de ciertas rutas, ni mucho menos sin haber preparado a qué altura se verán las estrellas y por cual azimut saldrán en la madrugada. Por cierto, en la tripulación hay un cargo y un hombre que lo cubre que está encargado de la navegación; pero, todos deben saber de este arte, en especial el comandante quien,  a la hora de dudas, es el dios o su auxiliar en la tierra, el príncipe o emir del mar que en árabe significa precisamente la palabra almirante, Emir al bajar se dice en dicha lengua.

Ud. decide cuales estrellas va  observar y las coloca en una rosa de maniobra o cartilla con círculos concéntricos reglados, donde se ubican las estrellas  en su correspondiente azimut y altura calculada, mostrando los ángulos (alturas) a las que deberá verlas, y al ángulo con respecto al norte y su posición u  orientación de la línea de proa del buque por donde la buscará y verá aparecer, y selecciona la hora del orto para el mes y año de la observación. Una vez hecha dicha preparación, se  acuesta a dormir y se hace levantar a dicha hora. A la misma, toma su sextante y su reloj, y se hace acompañar de un marinero auxiliar quien anota lo que Ud. le va dictando.

Busca las constelaciones y las reconoce, identifica la estrella especifica que observará y la encuentra en el azimut esperado y registra la altura observada de la misma, la cual comparará en al caseta del navegador con las alturas calculadas. La diferencia entre altura calculada con la altura observada (tomando la altura calculada como referencia) le va  indicar si su nave está más cerca o más alejada de la posición que Ud. asumió estaría o debería estar. Si la altura observada es mayor que la calculada Ud. se estará acercando a la estrella y si es lo contrario se estará alejando.

Coloca una pierna (la seca) del compás en el punto de la tierra inmediatamente debajo del zenit de la estrella y abriendo su otra punta (la el lápiz) tanto como sea el ángulo de la altura observada traza un circulo. En algún lugar de este círculo estará su nave. Esto lo hace para varias estrellas, al menos tres, separadas entre sí unos 120º grados en el horizonte, alrededor de su nave. Donde se crucen estos tres círculos o sectores de arco de los mismos, conocidos como rectas de alturas, esa será su posición; porque, sólo desde ella puede Ud. haber visto u observado cada estrella en donde la observó y a la altura que le dio.

Como vemos, Ud. no puede salir sin saber de dónde salió, a donde irá y cómo va a comprobar si su navegación o singladura esta correcta. Debe usted ser un conocedor de su oficio, debe conocer el cielo, las estrellas y debe Ud. no sólo conocerlo en teoría sino que debe Ud. saber en la práctica cómo reconocer dichas estrella y como medir sus azimut y alturas y cómo realizar con solvencia y efectividad los cálculos señalados y mejor aún, cómo interpretarlos.

¿Cómo es posible que una nación (nuestra nave) pueda ser dirigida o conducida en este difícil y complejo mar de la búsqueda del desarrollo y la supervivencia de tantos millones de seres inocentes que están como pasajeros, confiados en su tripulación, y quienes han pagado su pasaje y merecen o tiene derecho a que su nave sea bien conducida, estar capitaneada y tripulada por hombres que no están en la debida formación y capacidad, ni cuentan con la capacitación profesional para hacerlo?

No en balde estamos a punto de vararnos, como el Costa Concordia y de naufragar, como lo hizo aquel famoso buque, el más grande fabricado para su época. Debemos recordar que alguien dijo que este buque no podría ser hundido ni por dios, y se hundió en su primera navegación, Así  mismo, cuando iban navegando en aguas peligrosas, cundidas de icebergs, el interés del armador, o dueño del buque, fue superior a la calificación indudablemente esmerada y la experiencia del capitán; pero peor aún, éste  se dejó vencer por un incapaz y no antepuso con firmeza su criterio marinero profesional y en su lugar, le cumplió las órdenes erradas de navegar a toda velocidad, para romper un record y lo que rompió sin duda alguna fue el casco contra el filoso puñal de la  alevosa parte escondida del iceberg.

Así vamos nosotros, a full máquina, sólo nos resta que el costado roce contra el iceberg o ¿ya rozó? y estamos haciendo agua. Unos están tratando de hacer desesperadas como infructuosas maniobras de control de averías e incendio; mientras otros, como los músicos del Titanic, con el agua al cuello, siguen tocando su sinfonía. Los pasajeros, como aquellos del Costa Concordia o peor, los del Titanic, no tienen idea de lo que ocurre y no contarán con los salvavidas y botes necesarios para sobrevivir, sólo lo harán los dueños del buque y los pasajeros VIP. Quizás, cuando se asomen al horizonte podrán ver la nave del capitán, quien como en el Costa Concordia se desembarcará antes del hundimiento; porque en verdad dudamos que tenga la valentía y honor, o la vergüenza de aquel del Titanic, quien románticamente se hundió amarrado al timón.

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