EL
COMPLEJO ENCANTO DE LA VIRTUALIDAD
¿Hasta qué punto lo virtual supera lo real?
La sociedad venezolana ha sido llevada un grado de alienación que no sabe distinguir
entre una y otra, lo virtual o lo real.
Así vemos cómo
vivimos en una realidad presente llena de vivencias inauditas, mientras nos
hacen ver una realidad tan sólo existente en las mentes de los líderes del régimen
que las pregonan, quienes nos la “venden” a juro, entre eslóganes y clichés vacíos,
que no aguantan una verificación científica social, ni histórica. La
virtualidad parece ejercer un encanto sobre la masa, y es muy complejo salir de
sus redes.
Ya lo decía Goleman,
lo que existen son las emociones, de la palabra motere o movimiento, que son
las que subyacen desde nuestros inicios de primates, encerradas en la médula
oblongata, y de la cual se desprenden como perros amaestrados a atacar los estímulos
que nos hieren, asustan o retan, para permitirnos sobrevivir, aunque luego
debamos someter todo a revisión, para poder avanzar. Mientras que en la neocorteza
residen los pensamientos, que no son más que emociones racionalizadas. Por
tanto, lo que existen son emociones, crudas y racionalizadas.
Así pasa con las
organizaciones, existe una organización formal, y un virtual, la primera la
legal y la segunda la que se “monta” sobre la primera y la oprime y no la deja avanzar.
Sucede igual con lo
constitucional y lo que se monta sobre la constitución para imponer su sistema
personal, al cual se busca darle visos de constitucionalidad, amparados en el concepto
de poder originario del pueblo. Éste existe previo a la constitución y los
poderes constituidos, es cierto; pero, cualquier asamblea constituyente solamente
tiene poder y mandato para escribir una nueva constitución, la cual ingrese los
desarrollos evolutivos de la dinámica social y jurídica desde que se venciera
la vigencia en la sociedad de la anterior constitución, mas no inventarse una
virtualidad sui generis, para satisfacer sus visiones parciales, por cierto ya superadas por la realidad evidente
en el mundo, o tratar de imponerla como realidad, a su antojo. No basta con denunciar
lo malo, sino apreciar correctamente si es que las normas no sirven, o es que
los que no sirven son quienes las violan. Este es un principio fundamental del
proceso de control. Por lo que es válido mencionar que no basta hacer las cosas
bien, sino en escoger cosas buenas para hacerlas bien. Se puede hacer mucho
daño haciendo bien lo malo, tanto como dejar de hacer lo que debe hacerse.
Debemos estar alertas
para detectar cuándo lo uno y cuándo lo otro. Vivimos tiempos de confusión y
dilemas, incluso de falsos dilemas, como el de las elecciones regionales, en
los cuales se forjan dicotomías inexistentes, para forzarnos a una decisión apresurada,
o a no tomar decisiones, que pudiera ser peor el remedio que la enfermedad.
Es en este túnel en
el cual nos encontramos donde hace falta la luz de la lámpara de Diógenes, para
no dejarnos embaucar por El Discreto encanto de la Virtualidad.
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