VICIOS OCULTOS
¿Cuántos no
hemos comprado lo que en otros países llaman “un limón”?, aduciendo a que ese
bien adquirido termina colocándonos en un vía crucis, porque en su interior
trae fallas ocultas, bien sea de diseño, de construcción o cosas que el anterior
dueño les ha parapetado y están a punto de fallar una vez el nuevo comprador lo
ponga en uso. A esto último le dicen vicios ocultos, porque hay dolo. Cuando no
hay dolo, se subsume en la evolución de la ciencia del ramo, y el cliente lo
entiende y acepta su cuota parte en tal desarrollo. Es decir, se queda en
aquello de “nadie nació aprendido” lo que aplica tanto para el bien elegido,
quien, en el casi de los políticos todos, aprenden en el cargo, como para el elector
quien aprende al votar. O cae en aquello que los mecánicos venezolanos nos
dicen de que “hasta los bebes nacen muertos”, para curarse en salud o no
responder por las garantías de su trabajo (un vicio oculto o no tan oculto, de nuestra
viveza criolla).
Pues bien,
esto de los bienes o productos
materiales ocurre también con los candidatos a
cargos de elección popular, en cuyo caso los ciudadanos están sujetos a
este riesgo. Las técnicas de mercadeo de los candidatos no son muy distintas a las
de cualquier producto del mercado, y no están exentas de estos riesgos.
El
ciudadano está en todo su derecho votar por quien él crea, quiera o que más le
convenza. En todo caso, la carga de la
prueba recae en el elegido, no en el elector. Es como si Ud. ve una propaganda,
las cuales en esencia son un engaño público aceptado, compra el producto y éste
no se ajusta al 100% al mercadeo del mismo. No es culpa del cliente, es culpa
de la empresa, como del sistema en donde esta compra-venta se manifiesta. ¿Qué
hay que cambiar el sistema? Sí, estoy de acuerdo. ¿Que el elector debe aprender?
Si, también estoy de acuerdo. Pero, ¿Hay que castigar, descalificar, ofender o ridiculizar al comprador o elector? No, no
estoy de acuerdo. Bastante castigo es calarse al limón y sufrir sus fallas.
Si el
elegido falla, es de su entera responsabilidad cumplir y hacer cumplir la constitución
y leyes, y las promesas de campaña. Si ello
falla, hay que responsabilizar al elegido, no al elector. Este es responsable, solamente
si viendo lo que sucede no lo repudia públicamente y continua dándole respaldo,
o si vota por él otra vez.
Nadie
puede avizorar lo que un candidato hará una vez elegido, son muchas las experiencias
de cambios entre lo que hablan y prometen y lo que cumplen. Hitler, para sólo
poner un ejemplo, ganó por votos y prometió llevar a Alemana al cielo, rescatar
el orgullo alemán depauperado y deprimido colectivamente, por los acuerdos de
la post primera guerra mundial del tratado de Versalles. ¿Se parece esto a algo
actual? Pues, déjenme decirles que sucedió en 1998 en Venezuela y está
sucediendo en USA hoy, donde la población norteamericana (y sus vecinos y el
mundo entero) está angustiada viendo si su elegido termina siendo un buen presidente
o si se calan su limón 4 años. Además, solo en la acción se puede constatar lo
que se planifica.
Revocar
es una opción, que en otros países se ha llevado a una práctica aún más conveniente,
como es la reducir el periodo de gobierno a 4 años, con posibilidad de una sola
reelección, lo que en esencia se transforma en un revocatorio del mandato o su confirmación.
Sacarlo por otras vías constitucionales, pacíficas y electorales es lo que todos de una manera y
otra estamos haciendo, cada uno dentro de sus posibilidades. Debemos unir, no
desunir o avergonzar a quienes votaron por esto, aun cuando los creamos culpables,
que es un error como he demostrado.
Estas son
las razones por las que discutí con un amigo muy apreciado y admirado por su pujanza
y porque, habiéndose superado en la vida, trata de ser cada día más perfecto,
lo cual es su lema con el que se nos presenta, aunque en ocasiones resulta muy eufórico
y radical, quien enrostra a los demás su orgullo por no haber votado por el difunto
y su régimen, y no admite que quienes así lo hicieron y recapacitaron o despertaron
y hoy son opositores, están en su derecho y no se les debe criminalizar o execrar.
Tienen
tanto mérito en su cambio de decisión, como quien no votó por este régimen, Si
nos ponemos a ofender a quienes votaron por el difunto o apoyaron su campaña, e
incluso a los mismos chavistas de ese 20 % duro que dicen las encuestas que
tienen, no estaríamos haciendo nada distinto a quienes hoy repudiamos por la siembra
de odio y división y falta de pluralismo de quienes nos han inoculado su sistema
perverso. Además, los asustamos y desestimulamos lo que están haciendo, que es
repudiar junto con los opositores duros y radicales, la salida de estos líderes
y de su régimen.
No es de
buenos políticos asustar a sus posibles votantes, sino convencerlos. Vean y
recuerden el concepto del “chiripero” de convergencia que elevó a Rafael Caldera
a la presidencia, quien se atrajo a todo el mundo. O del mismo difunto, quien remolcó
a los adecos, quienes en el proceso de validación nos dieron un ejemplo de cohesión
y de su buena maquinaria que no podemos soslayar. Son hoy como el ave fénix,
aquella que renace de su cenizas. Allí está Henry Ramos Allup, lo que confirma que
en política no hay perros muertos y que no se les puede patear, porque nos
podemos llevar un susto.
Me encantó, tiene un mensaje de concordia. Difícil de cumplir por muchos, dado el adoctrinamiento de odio en el que hemos caído (tontamente nos hemos dividido).
ResponderEliminarMe encantó, tiene un mensaje de concordia. Difícil de cumplir por muchos, dado el adoctrinamiento de odio en el que hemos caído (tontamente nos hemos dividido).
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