viernes, 21 de octubre de 2016

Dictadura y Tiranía

¿Hasta cuándo seguiremos confundiendo términos? Y ¿Hasta cuándo seguiremos usando eufemismos? Los venezolanos hablamos un idioma rico y muy hermoso, con miles de palabras raíces. Un lenguaje heredado de la nación conquistadora, es cierto; pero, cuya riqueza y belleza son motivo de orgullo y unión de un continente y otras naciones del mundo. Es de los idiomas más hablados en el orbe (más de 350 millones). Un idioma en el cual escribió su obra el genio de habla hispana Miguel de Cervantes Saavedra. Según Unamuno, es el idioma en el cual Dios nos entregó el evangelio del Quijote. Sorprende entonces el mal uso que hacemos del mismo y la ignorancia que mostramos. Ignorancia que nos sujeta con cadenas poderosas a la pobreza. Sin dejar de mencionar la necesidad de conocer acerca de  las Ciencias Políticas, y de Derecho nacional Internacional Público (sus categorías y términos), de Economía, y de otras ciencias sociales que nos ayudan a manejar o administrar situaciones y a la gerencia de la vida en relación.

La Dictadura es la facultad otorgada por un estado al gobernante, por medio de su congreso o asamblea nacional, para que el gobernante gobierne dictando decretos, bypaseando el poder legislativo, o haciendo sus veces de manera rápida o expedita. Todo ello en respuesta a una situación extraordinaria que amerita reacciones oportunas del ejecutivo ante amenazas a  la soberanía, ante elementos invasivos que imponen una defensa inmediata categórica y decidida. Cuando su estabilidad y progreso se ven comprometidos o limitados, cuando sus necesidades de desarrollo obliga a la satisfacción de requerimientos ingentes. En resumen, una reacción en respuesta a necesidades inminentes de logro o mantenimiento de los intereses vitales de la nación para su sobrevivencia, sean de origen natural o creadas por el hombre, en este caso, por enemigos o adversarios extranjeros, o de origen endógeno. Un Dictador es una necesidad de estado.

Un Dictador recibe un mandato y un tiempo para ejecutarlo. Una vez él culmina su tiempo, está obligado, sin ambages ni caprichos, a restituir el estado de derecho ordinario. Tampoco puede salirse de la naturaleza y competencia del mandato recibido. Por tanto, un dictador no es necesariamente un término peyorativo. Todo lo contrario, y se habla del dictador bueno, como el caso de Quincio Cincinato, en la Roma Antigua.

Por su parte, un Tirano sería aquel dictador que se sale del mandato tanto en naturaleza como en tiempo. Otra forma de Tirano es quien accede al poder por medios distintos a los contemplados o establecidos en el pacto social y político fundamental, como es la constitución política de un estado-nación. O sea, quien da un Golpe de Estado violentando gravemente el estado de derecho y el pacto fundamental, por sí mismo e incluso con apoyo del TSJ o jueces regionales. Así mismo, cuando por causa del poder accede al gobierno, o se mantiene en él,  manipulando y ensuciando el derecho, no se puede llamar Dictador, sino un Tirano, así de claro y simple.

Por contrapartida, un gobernante debida y legalmente elegido (con transparencia), o un Dictador debidamente facultado, al perder legitimidad por causa de su mal desempeño y violación de la carta magna, o del mandato, se convierte en un Tirano. La Carta Interamericana y El Estatuto de Roma definen este buen desempeño. No debería haber dudas o cortapisas acerca de estos parámetros delimitantes del desempeño, que sustentan la  gobernabilidad. No hay campo para la interpretación amañada o confusa; pues, no hay ambigüedades en su escritura. Son pactos o tratados internacionales de obligatorio o vinculante cumplimiento. La posibilidad de ser enjuiciado con base a sus postulados no muere nunca, no prescribe.

La OEA y la ONU – ni cualquier país que invoque un tratado - no son interventores, cuando hacen cumplir tratados firmados voluntariamente por los estados naciones. Es el pacta sunt Servanda quien ejerce la coercibilidad. Los tratados son la fuente de derecho internacional público (DIP). Las relaciones entre estados naciones son de coordinación, no de supra-ordenación. No existe un Presidente del Mundo, tampoco una constitución mundial. Pero, existen métodos pacíficos de solución de conflictos en la Carta de la ONU, entre ellos la Investigación, la Mediación, la Conciliación, el Arbitraje, El Arbitraje Judicial y la Corte Internacional de Justicia. Los tres últimos se dicen que son vinculantes, los primeros son facilitadores del dialogo.  La diplomacia es el lenguaje de los estados naciones, para avanzar en este dialogo. Estos son principios esenciales del DIP. Existen medios de imposición el cumplimiento de tratados, o sanciones de toda índole; previa resolución acordada por el instrumento de integración internacional, llámese ONU u OEA.

Las características que se asocian o acompañan a la dictadura y también a la tiranía, en este caso en grado sumo, son: el autoritarismo y la invasión totalitaria de todos los asuntos propios de la vida del ciudadano. Oprimiendo el accionar libérrimo del ciudadano, de acuerdo a los derechos naturales, sociales, políticos, económicos y fundamentales que le asisten de manera taxativa y especifica, difusa o colectiva, en especial los derechos humanos; es decir, aquellos que le devienen al hombre y a la mujer, niños, ancianos, blancos y negros, rojos y amarillos, etc., del mero hecho de haber nacido en este planeta, pues son derechos o conquistas universales de la humanidad.

Aquí se han venido utilizando ambos términos – Dictadura y Tiranía - de manera indistinta. Esto no sólo confunde, sino que no nos permite identificar los delitos contra los derechos humanos, ni definir las violaciones al estado de derecho, y con esta ignorancia compartida se intenta esconder las acciones u omisiones del gobierno, y al mismo tiempo le sirve de ariete para atacar a los opositores a sus acciones u omisiones, los tildan de golpistas, lacayos, cachorros, cuando ellos son golpistas convictos y confesos, en su euforia se confiesan cachorros de un régimen obsoleto y fracasado como el de la URSS, Cuba, Irak, Bielorrusia, etc., y siguen a líderes oprobiosos, que gobiernan esos países. Nos ofrecen el horizonte ideal o paraíso terrenal el modelo de Cuba, y su líder Fidel Castro.

En Venezuela se estaba instaurando un sistema o régimen político que ha pasado por la dictadura (llamémosle buena, cuando se le ha dado la facultad de la Ley habilitante; aún cuando existen serias críticas a sus dictámenes) y está hoy enseñando una clara como avasallante tendencia hacia la tiranía invasiva y totalitaria, anunciando y tratando de imponer  un régimen de partido único, de reelección indefinida, de maltrato de hecho y de palabras contra la disidencia, la criminalización de la opinión divergente, el ataque a la libertad de expresión y la ofensa continuada. Una reforma con visos de constituyente secreta, y un método plebiscitario de referendo.

El presidente ilegitimo Nicolás Maduro ha perfeccionado,  de un golpe, y observen que hago uso del término no sólo semántica y figuradamente, sino jurídica y materialmente, y lo ha expresado con inusitada ingenuidad al reconocer que no se pueden calar unas elecciones que saben que van a perder. Esto es una observación tipo “El Rey está desnudo” que no admite defensa ninguna. Es un tirano y de paso cobarde por artero porque lo dice y sale corriendo a esconderse en las faldas de sus cómplices internacionales. Nos dejó el pelero.

El venezolano quiere no sólo el derecho a expresarse, sino no quiere sufrir represalias o consecuencias políticas, maquilladas de jurídicas, por sus ideas. No desea ser encasillado o clasificado como delincuente, en este caso de conciencia, por disentir. El GB (Ej.) Usòn Ramírez es un evidente ejemplo de estas persecuciones. La lista de Tascòn, un oprobio vergonzoso, cuyos efectos durarán décadas.

El artículo 57º Constitucional vigente impone el límite legal y sensato de la libertad de expresión, por la ofensa o violación de los derechos de un tercero o a una ley del ámbito público. Pero para ello debe mediar la acusación, el debido proceso, y una sentencia firme. Es decir, un juicio, por sus jueces naturales, bien sea de carácter público o privado, donde ambas partes sean sometidas al estado de derecho. No al albedrío de un factótum, de un gendarme necesario o del cesarismo democrático. Mucho menos de fundamentalistas o Ayatolás Venezolanos.

Por favor, agradezco documentarse. Hay libros de derecho público, nacional e internacional, así como de ciencias políticas, donde deben, y debimos haber leído todos quienes tuvimos, tenemos o tendremos responsabilidades públicas o privadas de alto nivel. Así podremos estar preparados para no dejarnos confundir. Que se confunda el pueblo llano, por carencia de debida y oportuna información o instrucción especializada es natural, pero ello debe ser razón suficiente para nuestro empeño en transmitir o comunicar conocimientos, en una estrategia pedagógica y andragógica, que llegue a todos los niveles. Para esto deben servir los Consejos Comunales y cuanto escenario exista.

En este sentido, debemos reconocer que tanto el presidente, como un grupo de intelectuales que le sirven de "Vallenilla Lanz", conocen de lo que predican; y en el caso del comandante, éste tiene una gran capacidad de comunicación; pero, ambos utilizan sus talentos para interpretar a su manera la historia, los conceptos y usar la ideología como instrumento de dominación de la ignorancia de las masas.

El enciclopedismo, la universidad y el conocimiento ilustrado no han llegado al común, y esa es la Espada de Damocles que pende sobre la vida de amplios sectores marginados del conocimiento. De allí su verdadera pobreza.  Ya lo dijo Bolívar: “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”, “los pueblos machan al ritmo de su educación”… Es un deber de los más ilustrados compartir conocimientos, sin manipulaciones, sin sofismas y sin intereses mezquinos, sectarios o fundamentalistas.

No debemos aceptar el sofisma (palabra sobre la cual también he escrito) ni la manipulación de la verdad, sea esta de parte de oficialistas u opositores. La verdad y la claridad diáfana de pensamiento y acción deberían ser el norte de las relaciones plurales de un sistema democrático compartido por todos los ciudadanos. Al consenso se llega por la vía del disenso. Esta es la solución dialéctica, y debería ser reconocida como tal, por quienes se llaman Marxistas.


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