domingo, 9 de septiembre de 2018

CAPITALISMO Vs. SOCIALISMO
(Reflexión académica)

La  creación de riqueza por parte de la economía de los países y la correspondiente distribución de los bienes y servicios creados por esas economías, son procesos distintos según sea que el país se rija por un sistema económico capitalista de libre mercado, o socialista de colectivismo.

En el capitalismo hay respeto  a la propiedad privada, así como a la iniciativa empresarial individual, las familias son propietarias de los factores productivos (Tierra, Capital y Trabajo) y pueden y deben crear y acumular riqueza. Tienen derecho al disfrute, goce y disposición de sus bienes como deseen, pueden acumular riqueza y legarla a sus descendientes. Las empresas y los ciudadanos contribuyen con sus impuestos al mantenimiento del estado. El estado revierte al ciudadano estos impuestos en servicios, de aquello que el estado hace mejor que los particulares y que es su atribución, función y competencia constitucional y es, en esencia, para lo que está diseñado y concebido un estado: “Administrar en nombre de todos, la riqueza de todos”.  

Para cumplir sus fines, se elige cada cinco años, menos o mas según decidan los ciudadanos en la constitución elaborada por una ANC (digo en general, no la actual, la cual no es constitucional) y aprobada en referendo, a un grupo de ciudadanos a manera de Junta de Condominio, para administrar el estado en nombre de los propietarios del país o de la gran empresa que es la nación entera con toda su capacidad productiva, como son todos los ciudadanos entregados a crear y producir riqueza. El gobierno es un mero mandatario, en función de que representa al pueblo que lo elige y le da el mandato, en naturaleza y tiempo determinados. Es un servidor o ministro de su mandante, no un jefe o caudillo, es un empleado del pueblo que lo eligió y al que debe respetar y responderle.

En el socialismo la cosa es enteramente distinta, es decir, multiplique por menos uno todo lo antes expresado.  Por ej.: El propietario de los factores productivos es el estado no los particulares, la creación de riqueza corresponde al estado y no existe la propiedad privada individual, sino en todo caso un eufemismo titulado “propiedad colectiva”, ni se respeta la iniciativa empresarial  individual. Hay control absoluto de todo el proceso de producción en todos sus niveles y ámbitos, no se puede acumular riqueza, ni legarla a sus descendientes. La fórmula marxista del socialismo es: “A cada quien según su aporte y a cada cual según sus necesidades”. El gobernante se entroniza como caudillo, comandante supremo, cuasi un Dios, al que se le adora y se constituye en jefe, dominador de todas las voluntades, e invasor de todos los ámbitos de la familia y de sus decisiones privadas. El líder es el jefe del pueblo y no a la inversa.

Con base en estos principios, el régimen venezolano actual, en la representación que se arroga el estado  socialista de los derechos individuales de los ciudadanos, ha confiscado (que no expropiado; porque en la expropiación debe haber sentencia firme de utilidad pública justificada, avalúo de la cosa a expropiar y pago justo y oportuno a su legal y legitimo propietario) no decir !Exprópiese! y no pagar nada y , de paso, destruir el bien confiscado y dejarlo seco sin producción. Las propiedades que en el capitalismo son de las familias, así como sus empresas y sus factores productivos, deben respetarse, y en el socialismo son violadas.

El desiderátum del socialismo, como reza su aforismo precedente es que el estado produzca, en nombre de todos, los bienes y servicios que la sociedad necesita, y después distribuirlos a cada familia de acuerdo a lo que ellos piensan son sus necesidades. Un pensamiento único, un solo partido y no se admite la disidencia ni el pluralismo establecido en el preámbulo de la constitución.

Los ciudadanos son empleados según su mejor saber y entender (del gobierno) de acuerdo a un sistema de administración de personal  que es todavía más explotador  e injusto que el sistema capitalista que tanto odian y prometieron superar. Establecen los salarios como les da la gana, sin coordinación o consenso, normalmente con fines proselitistas, populistas y de cooptación de voluntades para obtener votos. Mal gobiernan sin atenerse a la ciencia económica y métodos gerenciales probados, los cuales ignoran o desprecian. Los ciudadanos están sujetos a las dádivas presuntamente bien intencionadas de un líder máximo, quien cobra en votos y voluntades la privación de la libertad individual que existe en el socialismo. Crean la escasez y luego reparten dádivas para que el pueblo ignorante y alienado, en estado de necesidad diga: “Qué bueno es mi líder, me dio una bolsa CLAP bien  resuelta y casi no pagué nada”.

 Ante la falla del modelo y de sus lideres, en cualquier estadio de su aplicación, el gobierno en nombre del estado no asume, como sí lo tiene que asumir el empresario privado,  las causas de su fracaso y no responde a los ciudadanos, a los cuales reprime cruelmente si manifiestan su disidencia. En absurda defensa a ultranza, coloca las culpas en un locus externo y azuza a los ciudadanos a atacar al empresario privado, presuntamente responsable o culpable de seguir una guerra económica, liderada desde el extranjero por un imperio maligno.

En Venezuela, gracias al Socialismo (salvaje) del Siglo XXI, no hay alimentos en cantidad necesaria y suficiente (porque destruyeron el campo) y los que se consiguen son importados (economía de puertos, cada vez mas difícil de pagar porque como no se exporta, no hay dólares) y su distribución es mediante bolsas CLAP que el ciudadano paga a precio simbólicos irrisorios, con los cuales el gobierno se gana la voluntad del oprimido quien, en Síndrome de Estocolmo colectivo,  aplaude resignado lo que le den en su bolsa.

Bolsa que recibe sin poder controlar su contenido, sin la caja donde viene empacado, digamos de fábrica o centro de distribución principal. Los intermediarios aplican aquello de “los recortes son para el sastre” y ni el más honesto distribuidor puede verificar su condición y cantidad, por lo que siempre quedan dudas, aunque sean injustificadas, de que lo que llegó es lo que se empaquetó en el centro de distribución principal.  

Sería más eficiente si le otorgaran la concesión de distribución de los CLAP a una empresa privada, como la POLAR, la cual lleva décadas poniendo una bolsa de harina PAN y una cervecita en la mesa de cada hogar de cada rincón de Venezuela. Ellos saben de eso, porque es su especialidad. No estoy de acuerdo con las CLAP; pero, si las van a distribuir, véndanlas, al precio regulado,  en los depósitos de esa empresa en todos los municipios del país, y no habrá problemas de distribución.

Un amigo en Italia me cuenta la experiencia de las “postas” en ese país. El ciudadano puede utilizar el servicio de correo (que es lo que son en primer lugar)  no solamente para envíos de paquetes y documentos, sino que esas postas, adicionalmente prestan servicios de seguros de vida, salud, pago de telefonía, servicios básicos como electricidad, agua, teléfono, etc. Me cuenta que incluso se hacen trámites de de estada para extranjeros, pasaportes, y otros. Es decir, son multiservicios, así como en los supermercados en USA donde uno puede recibir adelantos de efectivo, pagar esos mismos servicios que en Italia.  O sea, las sociedades avanzadas han aprendido a organizarse.

En cambio, la entrega de los CLAP hoy día en Venezuela, es todo un modelo de cooptación y control social. Los líderes no sienten el menor pudor en amenazar,  públicamente, que si el ciudadano no saca ( en el PSUV y no en el SAIME) su carnet de la patria (del PSUV) no recibirá su CLAP. Llegan inclusive a restringir la venta, otrora libre, de la gasolina, la cual ya está, de hecho, racionada. Es el perfeccionamiento de la Tarjeta de racionamiento cubana. Así ocurrirá con el PETRO y la creación ulterior del soberano convertible, a émulo del CUC cubano. Para ese mar vamos con rumbo de colisión.

Es bajo el modelo socialista, paso previo a su ulterior o definitivo desiderátum que es el comunismo, que vivimos hoy en Venezuela.

Con las medicinas el problema es aún peor, no existen y las que se consiguen están a precios inasequibles. La gente se muere de mengua en los hospitales, los bebes de desnutrición, y se han recrudecido enfermedades endémicas que gracias a científicos notables como Arnoldo Gabaldòn, Javier Convit, y otros, estaban desaparecidas en Venezuela.  Volvemos a mostrar indicativos de morbilidad en rubros que ya no estaban en las estadísticas. Una simple hipertensión somete al paciente  a un vía crucis increíble para conseguir sus pastillas y para poder comprarlas, con un salario que no cubre la canasta alimentaria y - por supuesto - nunca la básica, es literalmente imposible de costearse la vida.

Para remate, han tenido la osadía de irrespetar derechos constitucionales, adquiridos por los trabajadores y les han reducido su salario, bajo formulas eufemística de ilusión de aumentos del salario mínimo  treinta veces el actual, para quebrar las empresas, y hasta las mismas FFAA resienten que si antes ganaban por ej.: 10 salarios mínimos, cuando éste era de unos 51.19 soberanos ( BsF 3.000.000 de base y el cesta ticket de BsF 2.196.000)  hoy, bajo la explicación audaz dada por el MD de que es INVIABLE, les redujeron a 2,5 salarios mínimos. Esto se repite en varios gremios que ya lo denuncian POR IGUAL. Los empresarios no pueden pagar ese salario mínimo de 1.800 soberanos, que son BsF 180.000.000, cuando el trabajador hasta hace una semana ganaba BsF  5.196.000. Eso no lo concibe sino una inteligencia diabólica.

El venezolano no puede ni debe seguir vivir viviendo como dicen los revolucionarios, quienes se ufanan con tanto orgullo inmerecido, digno de mejores causas.

Estoy en total desacuerdo con el Socialismo del Siglo XXI, así como pienso que se debe controlar el Capitalismo, para que la lógica económica capitalista no cometa excesos contra el factor trabajo, el más débil de la trilogía o fórmula tripartita de: “ Estado-Empresario-Trabajador”. Estos excesos están explicados, no justificados, en la lógica de la optimización de los costos, para obtener la mayor ganancia. Como el costo más alto en cualquier proceso productivo es el recurso humano, la solución de optimización siempre pasa por reducir dicho costo; o sea, reducir la cantidad de mano de obra empleada o pagarles menos salario.

Así lo hacen los propietarios o empresarios CEO de sus empresas privadas, y aunque lo odien también lo hace el mismo estado en el socialismo, quedarse con la plusvalía.  Esto lo hacen hasta en Cuba, la cual cobra 10.000 dólares a Venezuela, por cada Médico integral Comunitario (MIC) que nos envía y les paga a cada uno solamente unos pocos pesos cubanos, después que se ha quedado con la tajada del león, léase la odiada plusvalía.  Todo sistema empresarial se basa en la especulación, se compra o produce en un precio y se vende en uno más alto, para obtener ganancias. Lo que se pide no es el paraíso de los ángeles, sino moderar ese diferencial, mediante el control, regulación y fiscalización, o la negociación dinámica de la oferta y la demanda mediante la competencia, la productividad y la calidad, en una sociedad libre, para establecer un equilibrio.

Yo abogo por un sistema económico de libre mercado con cierto grado de regulación y control por parte del estado, bajo la fórmula ecléctica de "Tanto estado como sea necesario y tan poco como sea posible". Un estado que se sostenga de los ciudadanos que trabajan, ganan bien y pagan sus impuestos, y que ven sus impuestos revertidos en servicios educativos, vivienda, seguridad, salud, etc. Y no unos ciudadanos cooptados por un régimen y que viven de papá-estado, de las dádivas o burusas que éste les "echa", después que ha destruido  el aparato productivo que otrora creaba riqueza, y con los recursos de todos importa bienes, los cuales mal reparte, en medio de maltratos y humillaciones, y la masa estupidizada y alienada, agradece estas dádivas. Yo las repudio.

La oposición está asustada, y teme decir por todo el cañón que desea un sistema republicano o de res pública; pero, dentro de una democracia funcional, con un sistema económico capitalista o de mercado, con dosificada regulación, en un clima de estabilidad política y respeto a los DDDH.

Los candidatos quieren parecerse al difunto, están unos tratando de enmascarase y parecerse a la izquierda, porque les da temor que les tilden de derecha, neoliberales, etc. Y otros, se alían subrepticiamente en cohecho, canonjías, negocios , contratos y cualquier cantidad de malhechuriàs y componendas, como colaboracionistas que son los que mantienen al régimen en el poder, junto a unas FFAA totalmente cooptadas y que son el partido del gobierno, para hacer material el concepto de “Esta revolución es pacifica; pero, armada”.

Agréguense a estos elementos, los cuerpos irregulares, o colectivos armados, la milicia, la penetración del narcotráfico y las alianzas con intereses ajenos al interés nacional y al Sistema Interamericano de Seguridad y Defensa al cual pertenecemos por tratados voluntaria y debidamente firmados, y tenemos las causas eficientes de la gravísima crisis que vivimos, cobijada con visos constitucionales muy precarios  y refutables, en un Socialismo del Siglo XXI, que ya va para 20 años en el poder.   


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