martes, 4 de noviembre de 2014

REPLICA A MENENDEZ

SEGÚN MENÉNDEZ EL AUMENTO SALARIAL ESTÁ POR ENCIMA DE LA INFLACIÓN Y LA CANASTA BÁSICA.

Si gano Bs. 100 y la inflación anual acumulada es de 70 %, al final del año, en diciembre, mi dinero o mis ingresos podrán comprar el 30 % de lo que podía comprar en enero, 70 % se lo comió la inflación. De paso, la canasta básica está por encima de los Bs. 21.000 y el salario mínimo apenas subió ayer a Bs.4.888. Si me aumentan un 15% e incluso un 45 %, siempre estaré por debajo de la inflación y de la canasta básica, si el estado no hace nada más por relanzar la economía. Esto es elemental, de sentido común pues; que no suele ser el más común de los sentidos.

De lo que se trata es de reajustar el salario para que el empleado y obrero al menos mantenga su capacidad adquisitiva real. Indexar u homologar su salario son algunas de las formulas empleadas en algunos países y por nosotros mismos en otras épocas, y no solamente aumentar como aquí ahora hacemos, casi siempre de manera exigua o insuficiente, pues esos aumentos terminan convirtiéndose en pan para hoy y hambre para mañana. Los aumentos así concedidos se vuelven sal y agua. Amarrar algunos emolumentos a la U.T. es también una buena medida. Eso sí, no se deben tomar medidas aisladas, sino articuladas, concurrentes y armonizadas, para que el efecto sea el deseado; o sea, efectivo y eficaz, mantenido y estructural, no puntual.

Recuerdo que en la IV república los disidentes revolucionarios se quejaban de que existían economistas, a quienes llamaban Chicago`s Boys, porque, se graduaban en la universidad de Chicago, donde se decía que se privilegiaban las técnicas monetaristas o de manipulación de la corriente monetaria del circuito económico, manteniendo la corriente productiva igual.

Mediante esta manera artificiosa, se reducía o aumentaba el circulante para lograr que equilibrara con los insuficientes bienes y servicios producidos por un aparato productivo ineficiente, mal estimulado y sin fomento de parte del estado. Era más fácil poner a trabajar la maquinita de hacer monedas y billetes en el Banco central, e introducirlos en el circulante, mediante la toma de  decisiones de políticas públicas de carácter populista y demagógico,  para el aumento de los salarios sin respaldo de B y S; o sea,  creando  dinero inorgánico, antes que hacer lo correcto, que - es cierto - es más difícil y complejo, como era y es poner a funcionar el aparato productivo para producir más y mejor, con criterios de productividad y eficiencia (producir más y mejor a menores costos). Precisamente el fracaso del control de cambio, en buena parte es que es una medida aislada, sin armonizarla con otras que apunten a lo mencionado.

Los procomunistas se quejaban entonces de que el FMI y el BM, cuando hacían sus análisis y promulgaban sus informes anuales, dejaban a los países, que no tenían sus finanzas ordenadas, sometidos al escarnio mundial, a la pérdida de confianza de los inversionistas y a la necesidad de pedir créditos, o usar sus derechos especiales de giros (DEG), para apalancar sus finanzas y subsistir; pero, acoplándose al recetario de medidas macroeconómicas que les dictaban, muy fuertes para las sociedades, sobretodo acostumbradas a vivir  bajo las alas de papá-estado, el cual, de paso, azuzaba al pueblo en contra de esos dos organismos, que no son más que reguladores del sistema económico internacional, con base al tratado que los creó, bajo un nuevo patrón, el cual anteriormente era el oro físico o metal precioso, como en los comienzos de la moneda en Roma. Se decía: “In Gold we Trust”, y ahora es el dólar “In God we trust”. Parece que la cosa fue más allá de quitarle una “L”. Por ello es que nuestro oro tomó el rumbo del paraíso caribeño y nada ha pasado, porque no respaldamos nuestra moneda en él, sino en el Dios Dólar.

Las medidas que el FMI y el BM recomiendan son para que los estados mantengan el poder de sus monedas, que es función primordial de todo banco central que se respete. El nuestro es complaciente con el ejecutivo y hace lo que le dicte el presidente de turno, afectando entonces la estabilidad que está obligado a mantener. Frases como: “Dame un  millardito”, “no entres los ingresos de PDVSA al BC” y “los metemos bajo a el colchón y los usamos en el pueblo” (sin control antero posterior de la ejecución), y lo peor, recibir los dólares de las exportaciones transformados en bolívares en el presupuesto, y luego volvérselos a dar. No debemos soslayar la corrupción y el cohecho, mediante la cual quienes tienen acceso a esos dólares los adquieren a costo oficial regulado, para colocarlos a precio de mercado. La importación con subfacturación o sin adquirir ninguna comodity, como lo denunció hace dos años Panamá`, la cual informó al gobierno, en privado, que de los 1500 millones que decían los importadores que necesitaban, los exportadores de la zona del canal sólo habían entregado, cuando más, unos 900 en mercaderías, y que el resto eran facturas infladas. Esto casi provocó ruptura de relaciones entre los dos países. No obstante, ya algunos funcionarios han declarado públicamente que empresas de maletín se llevaron unos 30.000 mil MM de dólares; pero, a quien persiguen es al pendejo, aquel que salió a “raspar” su tarjeta de crédito para traerse su “rebusque” de dolaritos para diciembre.

El que un país use los derechos especiales de giro DEG que le corresponden del BM, tampoco tendría que ser malo per se, lo que pasa es que no se deben pedir créditos para usarlos en el gasto corriente o público, sino para emplearlos para gastos de inversión. El caso es que PDVSA se ha ido descapitalizando al punto que lo que debe es igual o mayor de lo que vale, hace rato dejó de producir lo que producía, y ahora importa crudos livianos dizque para diluir el crudo pesado, cuando para eso habíamos descubierto la orimulsión. Las medidas del FMI y BM eran ácidamente criticadas de neoliberales, porque exigían que se bajara el gasto público y todos sabemos lo que eso significa… menos empleos, o no aumento de los salarios...botadera pues.

Otro contribuyente a esa inflación, que ya va para híper, es que se calcula el presupuesto a un precio de 40 dólares por barril y se dice que el resto de 60 es para el colchón o Fondo de Estabilización macroeconómica, o para las vacas flacas pues, lo que equivale a decirle a su mujer que Ud. gana 40, cuando en realidad sabe que gana 100. La pobre patrona hace malabarismos para vivir, pero se endeuda con el lechero y el bodeguero (deuda interna) y usted se come los 60, los regala y, para rematar, se endeuda, y al final usted pide prestado y terminamos con una deuda externa de 250 MM, cuando antes debíamos 30 MM. Esa es nuestra realidad en pocas palabras.

Hoy, a consecuencia de esa molotov de incapacidad, insensatez y corrupción, estamos en una grave situación de crisis insolventable por métodos tradicionales o al menos los que intentan, donde el aparato productivo está agotado, incluyendo nuestra gallinita de los huevos de oro. El circulante anda por las nubes, dando la impresión en la gente de que hay dinero a borbotones en las calles, pero sin bienes que comprar, como quien se come un paquete de algodón de azúcar y una gaseosa y cree que se alimentó y a la media hora está hambriento…pura sensación, nada de sustancia. Ello es causado por decisiones monetaristas y populistas, expresadas en incrementos de salarios para satisfacer a unos pocos y, en menor cuantía, a su claqué poco instruida, o galería. Es mantener un control de cambio ad infinitum, mientras la inflación está llegando al 70% y los vientos que soplan anuncian tempestades peores. Esto ya es insostenible y se mantiene sólo por presiones y disuasión del temor de las armas en manos non sanctas, o a una guerra civil en la que todos perderíamos.

Lo peor de todo es que no contamos con el liderazgo ni con la gerencia pública que pueda acometer con éxito estas medidas de rescate de la economía, debido a que el modelo adoptado fue el errado, insostenible, en voz de Dieterich. En el sector privado hay muy buen liderazgo y gerencia, especialmente en las grandes corporaciones, así como en los que emigraron corriéndole al régimen; pero, sería como traer tiburones a nadar entre sardinas.

Sólo los economistas del régimen son capaces de sostener sus ideas arbitrarias y ajenas a la ciencia económica. Economistas como el ex ministro de CORDIPLAN, Felipe Pérez Martí, José  Guerra, Orlando Ochoa, Faraco, Pedro Palma,  y otros connotados economistas liberales como ellos, brillantes doctores en economía en su mayoría, han emitido sus análisis científicos, los cuales rebotan en oídos sordos de la alta dirigencia de “èsto” que hoy vivimos y que nunca habíamos vivido de esta manera, y que ya no sabemos ni cómo llamarlo. Mientras tanto, nos tratan de convencer casi a la fuerza de que estamos equivocados. De que todo lo que aprendimos en universidades y en institutos de educación superior militar y civil, dentro y fuera del país, está errado, que es un convencimiento resultante de la alienación imperialista, y así no se pueden resolver los problemas, con los mismos pensamientos que los crearon.

Por cierto, reducir la burocracia debería ser la resultante del incremento de empleos por la reanimación de empresas e industrias del aparato productivo. Es decir, a medida que creamos, repotenciamos y recuperamos empresas e industrias, las personas preferirán dejar los empleos peor pagados del sector público, para entrar en esas empresas competitivas donde el salario es y tiene que ser mejor y ni hace falta pensar en salario mínimo. Recordar que cuando se perdieron las empresas, los trabajadores fueron admitidos sin mayor examen ni requisitos en el sector público, como una manera de cooptarlos y captar sus votos. Aquí vale mencionar lo de los aumentos a los funcionarios militares y civiles del sector público.


El salario mínimo es eso y sólo eso, un marcador de lo menos que debe ganar un empleado. Si la producción es mayor y si se respetan las convenciones laborales o sindicales como debería ser la sana interacción Estado-Capital-Trabajo, éstos últimos saben que pueden pelear con éxito para que les den su alícuota en las utilidades que las empresas deben repartir. Eso es así en el sistema capitalista que dejamos por “èsto” que nos sé cómo llamar, porque ellos tampoco lo saben, como dijo Diterich ayer, en entrevista en USA, desde México donde se encuentra, donde explicó que el finado no supo o no quiso adoptar correctamente lo que él le  propuso con su Socialismo del Siglo XXI, idea que no es originaria  de él, sino de pensadores y economistas Ingleses y alemanes, de quienes él la tomó. Para mí de paso, es errado adoptar ese modelo, en parte,  ni completo, sino recuperar nuestro sistema político liberal del estado democrático social de derecho y de justicia, con una economía de mercado, regulada por reglas claras y estabilidad, con respeto al estado de derecho y a lo que reza nuestra carta magna. Con alto contenido social. SOCIAL en sentido lato, no socialista en su sentido comunista, donde las empresas cumplan un rol social al interactuar con la sociedad donde se asientan, dentro de un sentido humanista. Termino parafraseando: “La inflación es un tema muy serio para dejarlo sólo en manos del régimen y sus economistas trasnochados”.

2 comentarios:

  1. favor corregir primer pàrrafo.donde dice 70% deberìa decir 60%!.gracias

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  2. Mi Capitán, en las herramientas de blogspot, existe la posibilidad de que edite lo que ya ha publicado.

    Saludos,

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