martes, 18 de noviembre de 2014

“Preaching to the choir”

Preaching to the choir” es una expresión inglesa muy sabia, la cual traduce “Predicando al coro” y significa que el predicador dirige su sermón para convencer a oyentes que ya están convencidos. Audiencia que no necesita ser convencida porque de antemano lo está y lo que hace es fastidiarse de escuchar otra vez lo que ya está en su cerebro conformando actitudes. Como sabemos, las actitudes son esas posiciones que tenemos formadas con respecto a algo y son las que motivan a su vez las conductas. Nada hacemos tratando de modificar conductas. Hay que modificar las actitudes para generar conductas acordes. Quienes actúan distinto a las actitudes sufren de  Disonancia Cognitiva.

David Goleman, por su parte, nos demostró en su libro LA INTELIGENCIA EMOCIONAL, que existe una medula oblongatta dentro de nuestro cerebro límbico, o lugar de asiento de las emociones ubicada hacia el cerebelo, donde se dan las respuestas más rápidas posibles a estímulos exteriores. La palabra “emoción” deviene de la palabra latina “motere” o mover, movimiento. Estas emociones son las que precisamente nos mueven, casi sin necesidad de pensar, y son sólo eso, sentimientos que impulsan una respuesta fisiológica  adquirida, como el célebre perro de Pavlov, y producen reacciones que impulsan, o mueven a la persona para una acción inmediata o de emergencia, determinada.

El sistema límbico  es un sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Está relacionado con la memoria, atención, instintos sexuales, emociones (por ejemplo placer, miedo, agresividad), personalidad  y la conducta. Está formado por partes del tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo y mesencéfalo. El sistema límbico interacciona muy velozmente (y al parecer sin que necesiten mediar estructuras cerebrales superiores) con el sistema endócrino y el sistema nervioso autónomo.

Los pensamientos en cambio, son elaboraciones avanzadas que se producen en la neocorteza cerebral a manera de procesador central de alta capacidad, donde están las estructuras cerebrales superiores y donde se van construyendo no respuestas fisiológicas, emocionales, sino complicados conceptos o actitudes que ameritan de reflexión y evaluación de ideas, versus hallazgos de la observación del ambiente donde vivimos, para obtener una respuesta reflexiva, de tiempo mediato o a largo plazo. Alguien dijo que los pensamientos son, en esencia, emociones elaboradas o racionalizadas en el tiempo.

En algunas ocasiones, las normales, el hombre tiene tiempo para acudir a su neocorteza y evaluar y buscar una respuesta racional. En cambio, existen otras donde el hombre debe reaccionar inmediatamente, sin reflexión, para sobrevivir de un encuentro con algo que le significa una amenaza que le recuerda una reacción primitiva aprehendida, basada en sentimientos de cuando éramos neardenthales o cromagnones, respuestas inmediatas a preguntas esenciales, tales como: “¿Me come? ¿Me lo como?  Una disyuntiva agonal para las cuales no puede darse el lujo de ralentizar su reacción, sino darle respuesta violenta de ser necesario para sobrevivir.

Estas respuestas o reacciones límbicas perduran en nosotros ante estímulos a los cuales no les damos lugar a pensar, tales como las sonrisas. En la sonrisa mostramos los dientes en señal de que no morderemos, de allí que se sonríe a boca medio abierta. La risa es más elaborada y es continuación de la sonrisa, una vez que hemos resuelto que no me comerá, y abrimos la boca totalmente y soltamos la carcajada.  Goleman nos demuestra que es más exitoso quien domina su inteligencia emocional a quien tiene una muy alta inteligencia racional que llamamos I.Q. La inteligencia emocional no tiene demostración cuantitativa sino cualitativa y se traduce en serenidad, aplomo, respeto de loa demás y admiración por el buen carácter y la capacidad de dominio de situaciones. Que triunfa quien aprende a trabajar con su cerebro límbico para demorar y controlar sus emociones y dar respuestas con su neocorteza, sin acusar esas emociones, a las cuales les decimos en criollo: “ese amargado nos salió con un pata de banco”.

Es necesario que el líder político, social o gerencial tome conocimiento y en cuenta estos fenómenos del pensamiento y la acción. Técnicas como el Análisis transaccional y más recientemente la Neurolingüística, nos enseñan los mecanismos necesarios para identificar esas emociones y sus bases en nuestra mente, bien sea en respuestas desde la cinta grabada del padre, la madre o el niño, o en anclajes neurolingüísticas para obtener una mejor comunicación o para  la venta y promoción de ideas y ser eficaces y efectivos en nuestra labor de difusión del mensaje que deseamos transmitir.

La oposición debe elaborar y aplicar un método ecléctico, el cual enlace y articule los mejores conceptos esenciales de estas ideas que he expuesto, para acudir al centro de las masas, a los hogares y tratar de explicar el mensaje a quienes están en las capas más sensibles y sencillas del sistema social y tratar de formar esas actitudes resultantes del conocimiento y la convicción para que la gente cambie sus actitudes y aprenda a dominar la Inteligencia emocional y no reaccione desde la médula y desde su sistema límbico, sino de una reflexión profunda, sin dejarse manipular, que le demuestra las causas esenciales de la crisis en la cual vivimos y que le permita transformar la sociedad a largo plazo, pero con una fase mediata no tan larga, en la cual se sienten bases para que nuestro país salga de la crisis y avance.

Dejemos de pelear entre los hombres y mujeres preparados y con buena formación académica o dirigiendo nuestros mensajes a nosotros mismos, como “predicando al coro”. El coro al que necesitamos predicarle nuestro evangelio  es esa gente que ha aprehendido claves y códigos revolucionarios, como ese malhadado concepto de aquella odiosa arenga de: “Con hambre y sin empleo…” o esa reacción visceral que dan cuando se sienten amenazadas por la razón y responden sin pensar: “No volverán”, sin pensar que ese mensaje ya aplica mejor a sus ideas y no a las de quienes estamos exponiendo el análisis y reflexión de, precisamente, las causas de lo que nos consume y estamos ofreciendo respuestas.

Personas cercanas muy queridas me decían o se decían entre ellas: “Eddy está equivocado” y me trataban como quien guarda compasión cristiana con alguien enfermo, algunos pontificaban tratando en vano de decir que el finado lo hizo bien y que el sucesor es quien lo echó a perder. La realidad ahora les golpea en el rostro y les demuestra quien estaba errado. No obstante, algunos siguen sin despertar. Hay que demostrarles que eso que creían no es cierto, que estaba malo desde su concepción al seleccionar el modelo adoptado sin cuestionar, y que el finado fue el elemento activo esencial para la siembra de esas ideas y que éste lo que hace es seguir el libreto. Es a este libreto o sistema de ideas a las que hay que atacar, mediante el trabajo apostólico de casa en casa, de mente en mente, primero en la médula social de las masas alienadas, para producir el cambio de actitudes. En el principio del proceso en 1998, confieso, era más difícil, porque las tácticas populistas y demagógicas encontraban sustento en la frustración y compraban adeptos con la abultada chequera revolucionaria. Hoy, la realidad petrolera y el fracaso del aparato económico productivo fungen de despertador de cebollita, encendido todo el día, a cada hora, en cualquier lugar y ámbito del fenómeno socioeconómico. Ese repicar de campanas acompaña cada una de las actividades, desde las más complejas hasta las más sencillas, que debe un ciudadano acometer en su cotidianidad.  


La oposición se dejó tomar la iniciativa de parte de los revolucionarios, quienes comprendieron de inmediato en 1998 y antes, quiénes eran las personas a quienes se debía dirigir el sermón, como son las capas marginales de la sociedad, no a la clase media o altas de la misma. Por ello, empezaron una labor de hormiguita, comenzando por enseñarle a los llamados “cuadros” los elementos esenciales de su ideología, para que éstos actuaran como los granitos azules del famoso detergente para ropa, y multiplicar así los efectos deseados y… lo lograron. Las masas hoy están totalmente alienadas y son las que aún mantienen medio viva a la revolución. Ellos son los que compran esas aparentes sartas de necedades y conceptos que emiten sus líderes y estas arengas, llamadas líneas,  actúan como el evangelio y quienes las difunden como apóstoles del comunismo., por tanto, el trabajo es ahora más simple; pero, eminente, no admite demora. 

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