ROL DE BALDEO
A regañadientes asumo la orden de
baldeo de mi capitana. Temprano tocó rol y me colocó en manos una escudilla
llena de agua jabonosa y me dio un trapo
mojado y otro seco. “Toma mi amor, de los que a ti te gustan” me dijo engañosa,
como para predisponer mi ánimo senil de
viejo saliendo de la chikungunya. Ella me conoce y sabe, porque le he
contado y es esposa experta, por no decir veterana, de un marino, que cuando
abordo se dice “Rol de Baldeo” todos nos uniformamos de pantalón corto, franela
y sandalias y nos hacemos de trapos y demás parafernalia de aseo, y procedemos a
limpiar nuestro buque. Por supuesto, los marineros llevan la carga más fuerte;
pero, en realidad, hasta el comandante aprovecha para limpiar y acomodar sus
cosas privadas, mientras sus camareros le hacen la parte dura de su cuadrado, o
camarote. Camarote sagrado del Dios de abordo, como lo es su silla en el puente
y todo cuanto atañe a su figura.
He dicho Dios y debo explicar que
el comandante de una nave de guerra, y aquí aprovecho para aguijonear a mi amigo y padrino de blog, el
experto ex comandante de fragatas misilìsticas, el CN Bernardo Jurado, para que
me apoye o desmienta, que EL COMANDANTE
es un ser tan poderoso que el Presidente de su nación le otorga una patente de
navegación que dice, según recuerdo, algo así como: “ está autorizado para hacer la
guerra y la paz” ; o sea, ese personaje solitario, confinado dentro de
los límites de su alma, constreñida entre sueños, exigentes órdenes de batalla,
complejas reglas de enganche y la
responsabilidad absoluta de vidas y destinos de hombres (ayer) o de hombres + mujeres
(hoy) de su tripulación y las consecuencias jurídicas internacionales que se derivan
del ejercicio de su juico, es un ser único inter pares y su responsabilidad no
puede uno ni imaginársela, ya que su unidad no sólo goza de la
extraterritorialidad que se le atribuye a todo buque, como el terreno virtual de
una embajada itinerante, y mucho más uno de guerra; sino que, en esencia,
cuando se trata del segundo referido, es un instrumento y proyección indirecta
de la política exterior de una nación y podría comprometer al país por alguna
indiscreción o falta de juicio que cometiere, voluntaria o involuntariamente.
En mi casa sí que no tenemos
problemas de comando, mi capitana y yo hemos llegado a un acuerdo, ni ella se
mete con mi control del DIRECTV TV Plus y yo no me meto en “mi”
(su) cuenta BANESCO nómina, la cual domina desde que firmé un papelito frente a
un grupo de familiares y amigos, por allá por el 77 del siglo pasado. Yo mando (ella me deja); pero, en casa se hace lo
que ella dice, aunque no mande. ¿Cosa rara, verdad?…bueno ese es el acuerdo
tácito, pero funciona mejor que la ONU.
El asunto es que, cada fin de año,
ella me endulza y me hace lo mismo, me convence de la necesidad y conveniencia de
sacar los libros de mi biblioteca que debería, y deberían mis hijos, usar pero volver a colocar en su sitio; pero,
que están siempre donde no deben estar, llenos del polvo que se les acumula
sobre, entre y detrás de ellos, aunque por su cara frontal se vean limpios. Hay
que sacarlos, limpiarlos, limpiar los estantes con pulimento de madera (el poco que queda del potecito del año
pasado) y volverlos a organizar con celo de bibliotecònomo que no somos.
Ella ha ido ajustando el tiempo para
tocar oportunamente el rol, para atacar la biblioteca y la cocina, esta última acumula
grasa de las frituras, polvo, etc., para que esté limpia para las hallacas y
por eso debe prever que yo, inevitablemente me ponga a releer cosas que
encuentro en mi biblioteca o que, al encaramarme en los estantes superiores de
la cocina, me dé por usar algún aparato empaquetado en plástico y que usamos
una vez, cuando lo compramos y que desde entonces reposa en la parte superior (la que más se llena de grasa) y que no
usaremos hasta el año que viene. Lo abro, lo jorungo con rabiosa frustración, porque
botamos el manual y se me olvidó cómo se operaba, y vuelvo a meterlo en
plástico nuevo, no sin rabiar para quitarle la mugre, y…hasta el 2015, cuando
me vuelvan a tocar rol de baldeo.
Así, esta mañana me encontré con
el tomo 40 de la colección de 52, titulada como “BOLIVAR, DOCUMENTARIO DE LA
LIBERTAD”, que por generosidad del GD (Ej.) Jacobo Efraín Yépez Daza
éste me regalara al término del curso de Comando y Estado Mayor Conjunto en el
GPO No.1, en 1985, para premiar mi rendimiento. Curso que él dirigió de manera
personal y exclusiva, prácticamente personalizada, asistiendo a todas las
actividades y tomando parte como un alumno más, cuando no era él quien dictaba
clases o conferencias, y atendiendo a cada cursante como su hijo, bajo tres
criterios Realismo, Utilidad y Excelencia. Me siento a “echar el carro” hojeando el libro, que
es como decimos los navales cuando estamos en una faena y nos escapamos de la
mirada del jefe y nos ponemos a hablar o “cortar una pajita” y, de repente, me
atrapa la carta que Agustín Gamarra (Presidente
de Perú) le escribió a General José María Pérez Urdininiea (Presidente de Bolivia), fechada “Cuartel general en Puno, 3 de enero de 1828”.
Lo primero es que no recordaba quienes eran esos próceres hasta que investigué
y, lo segundo, que es lo que me motivó a comentarles, es que desde su segundo párrafo,
después del saludo protocolar de rigor, Agustín le dice a José María lo siguiente:
“Ud. se digna a invitarme en la referida comunicación a una entrevista
particular, para dar principios a transacciones que terminen las desavenencias
que se notan con dolor entre dos republica hermanas, y me manifiesta los
sentimientos de paz y concordia que animan a su gobierno como a Ud. mismo: hago
la justicia que se merecen ideas tan nobles como americanas: puedo asegurar a
Ud. más, que mís principios y opiniones personales simpatizan con las de Ud. Y
creo que no habrá ni un alto ni bajo peruano que no desee lo mismo, porque la
naturaleza se resiente a la efusión de sangre fraternal, y al fin ¿es para degollarnos que hemos luchado
y apetecido la independencia? Esto sería conceder al mayor triunfo del
enemigo como ofender la santidad de la causa americana, y dejar una mancha
ignominiosa en los anales de nuestra grande revolución.”
Pienso entonces que los
venezolanos de hoy tenemos mucho que aprender de la carta de Gamarra a Pérez Urdininiea,
ya que desde 1999 hemos sido sometidos a arengas revolucionarias de nuevo cuño,
en las cuales se nos trata de convencer de que la independencia obtenida por
nuestro libertador Simón Bolívar y el General Páez, Negro Primero, Cedeño y
Plaza, cientos de oficiales y miles de soldados que lucharon en la Batalla de Carabobo
el 24 de junio de 1821, reafirmada en la Batalla Naval de Maracaibo el 24 JUL
1823 por Padilla, Beluche y escuadra libertadora, y sellada con el Golpe de
Mano de Páez al mando de hombre desnudos, en la Toma de Puerto Cabello, el 23
noviembre del mismo año, precedidos por cientos de batallas desde 1810 y que no
culminarían ni siquiera en Carabobo, realizadas por hombres con las hechuras
morales de héroes como nuestros libertadores y el peruano y boliviano de la
carta mencionada, no es la importante, no señor, sino la obtenida por la
revolución y sus héroes del 4F y 27N 1992, sobre el imperialismo capitalista
yanqui, el mismo de las venas abiertas de Galeano, culpable de todos nuestros
males presentes y futuros, y ya estamos a punto de derribar las estatuas de los
auténticos e irremplazables próceres originarios, para erigir la de los
segundos. Los líderes de esta visión han hecho que nos dividamos y que se haya
sembrado odio entre dos bandos irreconciliables, y ya estamos a punto de
degollarnos y darle el mayor triunfo al enemigo, que tranquilo nos observa desde su puesto de
control, con sus observadores avanzados apostados en nuestro suelo, gracias a
nuestra obsecuente invitación. Si así lo permitiéramos, con ello ofenderíamos
la memoria de nuestros héroes verdaderos, y dejaríamos una mancha ignominiosa
en los anales de nuestra grande nación.
Eddy. Agradable, ameno, refrescante que da a conocer algunas "Lecciones Aprendidas", tanto a bordo como en la situación donde seguimos mandando porque así nos lo hacen creer y nos dejan nuestras capitanas.
ResponderEliminarMuy buenos puntos de enseñanzas.
Salud y felicidad,
Cnel (Ej-Ven) Manuel A Ledezma H