INDIVIDUALISMO vs. COLECTIVISMO
CONFLICTO IRRECONCILIABLE
Por Eddy Barrios, 28/10/19
Para el presente ensayo, me apoyaré en el Artículo de Craig
Biddle
(Traducción del francés García Gonzalo, from Eklektikos link Jul 27, 2016). La
versión original en inglés fue publicada en The
Objective Standard, Vol. 7, No. 1. En tal sentido, agrego el extracto de la primera
parte del trabajo investigado:
“El conflicto
político fundamental en la América de hoy (y en la del último siglo) es el
conflicto entre individualismo y colectivismo. La vida del individuo: ¿Le pertenece a él
mismo? ¿O bien le pertenece al grupo (a la comunidad, sociedad o Estado)? Con
el gobierno expandiéndose cada vez más deprisa, incautando y gastando más y más
de nuestro dinero en programas de “bienestar” y rescates corporativos, y
entrometiéndose cada vez más onerosamente en nuestras vidas y negocios, la
necesidad de comprender bien este tema nunca ha sido mayor. Comencemos
definiendo los términos en cuestión.
El individualismo es la idea de que la vida del
individuo le pertenece a él, de que éste tiene un derecho inalienable a vivir a
su antojo, a actuar según sus propios criterios, a disponer de los productos de
su esfuerzo y a perseguir sus propios valores. Es la idea de que el individuo
es soberano, un fin en sí mismo, y la unidad fundamental de la moral. Este fue
el ideal que trataron de establecer los fundadores de Estados Unidos cuando
redactaron la Declaración de Independencia y la Constitución, creando un país
donde debían reconocerse y protegerse los derechos del individuo a la vida, a
la libertad, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad.
El colectivismo es la idea de que la vida del
individuo no le pertenece a él sino al grupo o sociedad de la que él es sólo
una parte. Según el colectivismo, el individuo no tiene derechos y sus
aspiraciones y valores deben ser sacrificados por el “bien mayor” del grupo, el
cual constituye, pues, la unidad moral básica. La persona sólo tiene valor en
tanto que sirve al grupo. Como lo expresa un proponente de esta ideología:
El hombre no tiene
más derechos que los que la sociedad le permite disfrutar. Desde que nace hasta
que muere, la sociedad le deja disfrutar de algunos de esos llamados derechos y
le priva de los demás . . . no porque la sociedad tenga ningún especial interés
en favorecer u oprimir al individuo, sino porque la conservación, bienestar y
felicidad de la propia sociedad son las consideraciones prioritarias [1].
¿Individualismo
o colectivismo? ¿Cuál de estas ideas es la correcta? ¿Cuál tiene los hechos de
su lado?
Sin duda el individualismo.
Podemos comprobarlo a todos los niveles de indagación filosófica: a nivel de
metafísica (la rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza fundamental
de la realidad), de epistemología (la rama que trata de qué es y cómo se
adquiere el conocimiento), de ética (que se pregunta qué tiene valor y cuál es
la conducta humana apropiada) y de política (que busca el sistema social
adecuado). Consideraremos esos niveles uno por uno. (Fin del extracto)
Grandes pensadores,
como Stuart Mills, han sido precursores de las ideas del individualismo. En lo
económico tenemos economistas como Adam Smith, epitome de las ideas liberales,
quien presenta una economía no intervenida por el estado, dejada al arbitrio de
las fuerzas del mercado, de la oferta y la demanda, versus la versión contraria,
colectivista y clásica del socialismo, donde el estado asume el control total
de los factores productivos, “Tierra Kapital y Trabajo”.
Por parte de
las ideas liberales, encontramos una visión menos “salvaje “del individualismo,
como son las del mismo Maynard Keynes, quien admite la intervención parcial, regulada
y dosificada, del estado en la economía, lo que ha propiciado una tercera
visión ecléctica, la cual apunta a la fórmula equilibrada de compromiso, como
es la expresada en la salomónica frase de: “Tanto estado como sea necesario y
tan poco como sea posible”. El desiderátum es la búsqueda de una fórmula que le
garantice a todos los ciudadanos, sin exclusiones, el acceso a la creación de la
riqueza y, lo que es más importante, a una distribución justa y equitativa de
la misma.
Los ciudadanos
no parecen ponerse de acuerdo y creo que la parte esencial del conflicto
estriba precisamente en la concepción que de la sociedad tengan los lideres
triunfantes, quienes acceden al poder por cualquiera de las vías, quienes no parecen
encontrar el equilibrio entre las visiones de individualismo y colectivismo, antes
señaladas
Por una parte,
el sistema capitalista, basado en las libertades individuales, la iniciativa
empresarial privada, las ideas de la propiedad privada, el derecho a la
acumulación, a legar a nuestros descendientes el patrimonio obtenido mediante
el trabajo, en un sistema económico de mercado, y otras ideas asociadas al capitalismo,
no pocas veces satanizado como de salvaje. Por la otra el socialismo, como
inicio al fin ulterior del comunismo como sistema político, en el cual el
estado – en genuina representación del colectivo – es el gran rector de vidas y
de todo cuanto constituye la existencia del ciudadano. Resulta hasta
anecdótico, según opinara Fidel Castro en respuesta a Vanessa Davis, que éste
hubiera respondido que el socialismo del siglo XXI y el Comunismo eran la misma
cosa.
Así como
Carlos Marx no dijo taxativamente que sus ideas fueran aplicadas en la práctica
a ningún sistema en particular, ello no ha sido óbice para que líderes
mundiales, especialmente contrarios al pensamiento occidental, haya sustentado
sus regímenes en sus ideas, generalmente en el espectro del comunismo o el
socialismo, en sus diversas versiones. El marxismo ha sido fuente para regímenes
como el marxismo leninismo, el estalinismo, y trotskismo, Maoísmo y otras
formas más modernas como el pensamiento de Gramsci. En Venezuela han triunfado
las ideas de la revolución castro comunista, bajo el liderazgo de Fidel Castro
y sus seguidores y pupilos venezolanos.
Sin tomar
partido sobre cual sistema es el mejor, como sí hace el autor del escrito
investigado, debo decir que el colectivismo ha tenido muy mal desempeño en el
mundo, evidente en sus fracasos doquiera se ha intentado implantar,
generalmente por la fuerza, según se puede apreciar en los países en los cuales
sus líderes se han orientado por sus ideas. El caso venezolano es quizá el
peor, aunque pudiéramos confundirnos por cierto éxito aparente en su gestión de
difusión internacional, basado en la creciente penetración en países de la
región e incluso en Europa, gracias a la influencia que ha tenido la
confluencia de líderes seguidores de las ideas del Foro de Sao Paulo y a la
chequera petrolera.
Las
desviaciones del Socialismo son, entre otras, su carácter totalitario e
invasivo, el partido único y la represión cruel a la disidencia y el irrespeto
a los DDHH, sus fallas de gerencia pública, la destrucción del aparato
productivo, su tendencia al capitalismo de estado, en aquellos casos donde
parecieran ir atrás en sus ideas fundamentales, aunque lo hagan en cumplimiento
de estrategias y tácticas electorales. En Venezuela se ha agregado su
asociación con el narcotráfico y sus alianzas con países con intereses ajenos y
conflictivos con el interés nacional y sus compromisos geopolíticos
interregionales, expresados en tratados y acuerdos propios del sistema
interamericano al cual el país pertenece de manera voluntaria. Estas alianzas
las hace, precisamente, sobre la base de la afinidad ideológica, en perjuicio
de posiciones oficiales nacionales tradicionales.
El Capitalismo,
por su parte, ha evidenciado deficiencias que le restan credibilidad. Marx
había predicho que se extinguiría por sí mismo, debido a sus fallas o
aberraciones de diseño; no obstante, el capitalismo ha ido corrigiendo muy
lentamente estas deficiencias, venciendo el pronóstico marxista. A diferencia
del hieratismo del comunismo, el capitalismo ha tenido que irse adaptando y
evolucionado en la medida en que la presión del factor trabajo se ha ido
organizando y expresando sus quejas de manera cada vez más eficientemente.
Es que la
lógica estricta del capitalismo no contempla entre sus categorías los valores de
la Ética y la Moral. En muchos casos la lógica del “Business is business” se
impone sobre otras consideraciones. Quizás debamos reconocer una tímida e
incompleta idea, algo eufemística, de “Función social de la empresa”, la cual
ha ido moderando la ambición empresarial, no muy clara en el fenómeno actual
del “Bachaqueo” y la especulación. Gracias a Dios esperamos esto sea pasajero y
propio de las circunstancias actuales. La actividad empresarial se funda fríamente
en la idea de las ciencias empresariales de la OPTIMIZACIÓN de los
rendimientos. Es por ello que se necesita un estado, primo inter pares que, en
cumplimiento de sus funciones de regulación y control, establezca reglas claras
y estables, cumpla y haga cumplir los derechos económicos establecidos en la
constitución y medie para el indispensable equilibrio entre empresarios y
trabajadores, para que los otros dos factores, Capital y Trabajo, puedan
articularse y armonizarse eficientemente en provecho y consenso de la sinergia
del estado o del país como un todo y éste pueda ser competitivo en sus
relaciones comerciales al nivel internacional y que, a lo interno, funcione
bien. Controlar que el empresario no abuse del trabajador y fomentar al
trabajador para que no abuse del empresario y puedan ambos llegar a escenarios
de ganar-ganar, donde ambos encuentren en la tesis del Altruismo en la
Economía, los beneficios sinérgicos de esa interrelación. Este es un deseo que
se expresa de la boca para afuera mientras se hace poco para alcanzar sus
resultados eficientes y efectivos. Japón pudiera ser un buen ejemplo del éxito de
esta idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario