viernes, 25 de octubre de 2019


INDIVIDUALISMO vs. COLECTIVISMO
CONFLICTO IRRECONCILIABLE
Por Eddy Barrios, 28/10/19
Para el presente ensayo, me apoyaré en el Artículo de Craig Biddle  (Traducción del francés García Gonzalo, from Eklektikos link Jul 27, 2016). La versión original en inglés fue publicada en The Objective Standard, Vol. 7, No. 1. En tal sentido, agrego el extracto de la primera parte del trabajo investigado:

“El conflicto político fundamental en la América de hoy (y en la del último siglo) es el conflicto entre individualismo y colectivismo. La vida del individuo: ¿Le pertenece a él mismo? ¿O bien le pertenece al grupo (a la comunidad, sociedad o Estado)? Con el gobierno expandiéndose cada vez más deprisa, incautando y gastando más y más de nuestro dinero en programas de “bienestar” y rescates corporativos, y entrometiéndose cada vez más onerosamente en nuestras vidas y negocios, la necesidad de comprender bien este tema nunca ha sido mayor. Comencemos definiendo los términos en cuestión.

El individualismo es la idea de que la vida del individuo le pertenece a él, de que éste tiene un derecho inalienable a vivir a su antojo, a actuar según sus propios criterios, a disponer de los productos de su esfuerzo y a perseguir sus propios valores. Es la idea de que el individuo es soberano, un fin en sí mismo, y la unidad fundamental de la moral. Este fue el ideal que trataron de establecer los fundadores de Estados Unidos cuando redactaron la Declaración de Independencia y la Constitución, creando un país donde debían reconocerse y protegerse los derechos del individuo a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad.

El colectivismo es la idea de que la vida del individuo no le pertenece a él sino al grupo o sociedad de la que él es sólo una parte. Según el colectivismo, el individuo no tiene derechos y sus aspiraciones y valores deben ser sacrificados por el “bien mayor” del grupo, el cual constituye, pues, la unidad moral básica. La persona sólo tiene valor en tanto que sirve al grupo. Como lo expresa un proponente de esta ideología:

El hombre no tiene más derechos que los que la sociedad le permite disfrutar. Desde que nace hasta que muere, la sociedad le deja disfrutar de algunos de esos llamados derechos y le priva de los demás . . . no porque la sociedad tenga ningún especial interés en favorecer u oprimir al individuo, sino porque la conservación, bienestar y felicidad de la propia sociedad son las consideraciones prioritarias [1].

¿Individualismo o colectivismo? ¿Cuál de estas ideas es la correcta? ¿Cuál tiene los hechos de su lado?
Sin duda el individualismo. Podemos comprobarlo a todos los niveles de indagación filosófica: a nivel de metafísica (la rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza fundamental de la realidad), de epistemología (la rama que trata de qué es y cómo se adquiere el conocimiento), de ética (que se pregunta qué tiene valor y cuál es la conducta humana apropiada) y de política (que busca el sistema social adecuado). Consideraremos esos niveles uno por uno. (Fin del extracto)
Grandes pensadores, como Stuart Mills, han sido precursores de las ideas del individualismo. En lo económico tenemos economistas como Adam Smith, epitome de las ideas liberales, quien presenta una economía no intervenida por el estado, dejada al arbitrio de las fuerzas del mercado, de la oferta y la demanda, versus la versión contraria, colectivista y clásica del socialismo, donde el estado asume el control total de los factores productivos, “Tierra Kapital y Trabajo”.
Por parte de las ideas liberales, encontramos una visión menos “salvaje “del individualismo, como son las del mismo Maynard Keynes, quien admite la intervención parcial, regulada y dosificada, del estado en la economía, lo que ha propiciado una tercera visión ecléctica, la cual apunta a la fórmula equilibrada de compromiso, como es la expresada en la salomónica frase de: “Tanto estado como sea necesario y tan poco como sea posible”. El desiderátum es la búsqueda de una fórmula que le garantice a todos los ciudadanos, sin exclusiones, el acceso a la creación de la riqueza y, lo que es más importante, a una distribución justa y equitativa de la misma.
Los ciudadanos no parecen ponerse de acuerdo y creo que la parte esencial del conflicto estriba precisamente en la concepción que de la sociedad tengan los lideres triunfantes, quienes acceden al poder por cualquiera de las vías, quienes no parecen encontrar el equilibrio entre las visiones de individualismo y colectivismo, antes señaladas
Por una parte, el sistema capitalista, basado en las libertades individuales, la iniciativa empresarial privada, las ideas de la propiedad privada, el derecho a la acumulación, a legar a nuestros descendientes el patrimonio obtenido mediante el trabajo, en un sistema económico de mercado, y otras ideas asociadas al capitalismo, no pocas veces satanizado como de salvaje. Por la otra el socialismo, como inicio al fin ulterior del comunismo como sistema político, en el cual el estado – en genuina representación del colectivo – es el gran rector de vidas y de todo cuanto constituye la existencia del ciudadano. Resulta hasta anecdótico, según opinara Fidel Castro en respuesta a Vanessa Davis, que éste hubiera respondido que el socialismo del siglo XXI y el Comunismo eran la misma cosa.
Así como Carlos Marx no dijo taxativamente que sus ideas fueran aplicadas en la práctica a ningún sistema en particular, ello no ha sido óbice para que líderes mundiales, especialmente contrarios al pensamiento occidental, haya sustentado sus regímenes en sus ideas, generalmente en el espectro del comunismo o el socialismo, en sus diversas versiones. El marxismo ha sido fuente para regímenes como el marxismo leninismo, el estalinismo, y trotskismo, Maoísmo y otras formas más modernas como el pensamiento de Gramsci. En Venezuela han triunfado las ideas de la revolución castro comunista, bajo el liderazgo de Fidel Castro y sus seguidores y pupilos venezolanos.
Sin tomar partido sobre cual sistema es el mejor, como sí hace el autor del escrito investigado, debo decir que el colectivismo ha tenido muy mal desempeño en el mundo, evidente en sus fracasos doquiera se ha intentado implantar, generalmente por la fuerza, según se puede apreciar en los países en los cuales sus líderes se han orientado por sus ideas. El caso venezolano es quizá el peor, aunque pudiéramos confundirnos por cierto éxito aparente en su gestión de difusión internacional, basado en la creciente penetración en países de la región e incluso en Europa, gracias a la influencia que ha tenido la confluencia de líderes seguidores de las ideas del Foro de Sao Paulo y a la chequera petrolera.
Las desviaciones del Socialismo son, entre otras, su carácter totalitario e invasivo, el partido único y la represión cruel a la disidencia y el irrespeto a los DDHH, sus fallas de gerencia pública, la destrucción del aparato productivo, su tendencia al capitalismo de estado, en aquellos casos donde parecieran ir atrás en sus ideas fundamentales, aunque lo hagan en cumplimiento de estrategias y tácticas electorales. En Venezuela se ha agregado su asociación con el narcotráfico y sus alianzas con países con intereses ajenos y conflictivos con el interés nacional y sus compromisos geopolíticos interregionales, expresados en tratados y acuerdos propios del sistema interamericano al cual el país pertenece de manera voluntaria. Estas alianzas las hace, precisamente, sobre la base de la afinidad ideológica, en perjuicio de posiciones oficiales nacionales tradicionales. 
El Capitalismo, por su parte, ha evidenciado deficiencias que le restan credibilidad. Marx había predicho que se extinguiría por sí mismo, debido a sus fallas o aberraciones de diseño; no obstante, el capitalismo ha ido corrigiendo muy lentamente estas deficiencias, venciendo el pronóstico marxista. A diferencia del hieratismo del comunismo, el capitalismo ha tenido que irse adaptando y evolucionado en la medida en que la presión del factor trabajo se ha ido organizando y expresando sus quejas de manera cada vez más eficientemente.
Es que la lógica estricta del capitalismo no contempla entre sus categorías los valores de la Ética y la Moral. En muchos casos la lógica del “Business is business” se impone sobre otras consideraciones. Quizás debamos reconocer una tímida e incompleta idea, algo eufemística, de “Función social de la empresa”, la cual ha ido moderando la ambición empresarial, no muy clara en el fenómeno actual del “Bachaqueo” y la especulación. Gracias a Dios esperamos esto sea pasajero y propio de las circunstancias actuales. La actividad empresarial se funda fríamente en la idea de las ciencias empresariales de la OPTIMIZACIÓN de los rendimientos. Es por ello que se necesita un estado, primo inter pares que, en cumplimiento de sus funciones de regulación y control, establezca reglas claras y estables, cumpla y haga cumplir los derechos económicos establecidos en la constitución y medie para el indispensable equilibrio entre empresarios y trabajadores, para que los otros dos factores, Capital y Trabajo, puedan articularse y armonizarse eficientemente en provecho y consenso de la sinergia del estado o del país como un todo y éste pueda ser competitivo en sus relaciones comerciales al nivel internacional y que, a lo interno, funcione bien. Controlar que el empresario no abuse del trabajador y fomentar al trabajador para que no abuse del empresario y puedan ambos llegar a escenarios de ganar-ganar, donde ambos encuentren en la tesis del Altruismo en la Economía, los beneficios sinérgicos de esa interrelación. Este es un deseo que se expresa de la boca para afuera mientras se hace poco para alcanzar sus resultados eficientes y efectivos. Japón pudiera ser un buen ejemplo del éxito de esta idea.

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