sábado, 5 de diciembre de 2015

RECUERDOS DE LA COSIATA
(Ensayo)

En estos confusos días, dignos del poema anónimo “Verdades Amargas” o del tango “Cambalache”, en vano se intenta descalificar y desconocer la contribución del General en Jefe José Antonio Páez a la Independencia de nuestra patria, negándole sus innegables méritos de haber sido uno de los siete generales en Jefe de la naciente república de Venezuela, grado ganado en el mismo Campo de Carabobo aquel glorioso 24 de junio de 1823, de manos de nuestro libertador Simón Bolívar.

Alevosamente se le imputa haber dirigido un movimiento denominado LA COSIATA, conocida también como “la Revolución de los Morrocoyes”, el cual fue un movimiento político que estalló en la ciudad de Valencia (Venezuela),  el 30 de abril de 1826 con la finalidad de separar a Venezuela de la Gran Colombia.

El movimiento presumiblemente toma su nombre de un comediante italiano, quien usaba con frecuencia en sus rutinas esta palabra, la cual se impuso en la jerga popular y, como es propio de nuestra idiosincrasia la costumbre de nuestra gente de acuñarle nombres a los eventos políticos de acuerdo con la moda o fenómeno social del momento, se le distinguió al movimiento con esta palabra italiana, cuya connotación vulgar nos remite a algo así como “Cosa Nostra” o conspiración. Se nos ha enseñado a odiarla y execrarla y hoy se intenta hacerlo con un indoblegable general prócer de nuestra independencia.

Consultando en las Memorias de O`Leary, tomo 9, página 362, me encuentro con una carta de los corresponsales de Powles y Hermanos y Cía., dirigida por el venezolano J.F. De Madrid a nuestro Libertador, fechada en Londres el 6 de enero de 1830, en la cual De Madrid le dice que está “muy inquieto y disgustado” y le comunica que:

el 29 de octubre de 1829  el General Páez se había reunido en privado con 26 oficiales de graduación y dos o tres empleados civiles, con el objeto de examinar si convendría mudar la forma del gobierno y establecer una monarquía en Colombia”

“Que el doctor Miguel Peña había hecho un largo discurso en el cual aseguró que “Córdova hacia   leyes en Antioquia, que Sucre las hacía en Quito, que U. las hacía en Guayaquil: que Venezuela era víctima de este estado de cosas, cuando ella sólo necesitaba de orden para prosperar: que, por tanto, para libertarse de los males que sufría y la amenazaban, necesitaba de tomar un partido serio y decidido y que este era declarase independiente de la Nueva Granada y constituir un Gobierno nacional: que este discurso fue aplaudido y aprobada la propuesta de Peña unánimemente; pero se acordó no llevarla a efecto hasta saberse el resultado del próximo congreso Constituyente“. Se dice en la misma carta que la junta fue compuesta, entre otros individuos, de los Generales Páez, Arismendi, Mariño, Soublette, Briceño Méndez”.

La Gran Colombia fue un sueño de unificación suramericana expresado por nuestro Libertador en su ley motiv de: ¡LA PATRIA ES AMÉRICA!, sueño que se constituiría en lema  base central del singular proceso de integración del sur para contener el poder del norte, evidenciado desde entonces en el ya muy superior  crecimiento y desarrollo económico de los EUA frente a las débiles economías de los países de la américa del sur; además de aquel slogan tomado del discurso del libertador, hoy repetido por el régimen, de que:Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad", sustento ideológico usado como eje central por Galeano en su libro: “las venas abiertas de Latinoamérica”; como también, del chiste de que cuando a un cubano la esposa el monta los cuernos ... culpa a los EUA.

La Patria es América” unida desde el istmo de Panamá como su centro y que se extendía hasta la Patagonia, dio lugar a La Gran Colombia, hoy un país extinto de América, y el cual fuera creado en 1819 por el congreso reunido en la ciudad de Angostura a través de la Ley Fundamental de la República (ratificada después por su contraparte reunida en Cúcuta en 1821) conformada por  la unión de Venezuela y la Nueva Granada en una sola nación bajo el nombre de República de Colombia, a la que luego se adhirieron Panamá (1821) y Ecuador (1822). El término Gran Colombia se emplea por la historiografía para distinguirla de la actual República de Colombia, cuyo territorio por entonces era conocido como Nueva Granada/Cundinamarca.

 Dicha república existió jurídicamente entre 1821 y 1831 y se configuró a partir de la unión de las anteriores entidades coloniales del Virreinato de la Nueva Granada, Capitanía General de Venezuela, Presidencia de Quito y la Provincia Libre de Guayaquil. 

Su superficie correspondía a los territorios de las actuales  republicas de Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela (incluyendo a la Guayana Esequiba, o nuestro Territorio Esequibo en conflicto hoy con Guyana), y otros territorios, los cuales pasaron a Brasil, Perú y Nicaragua, Costa Rica y Honduras, mediante acuerdos internacionales celebrados entre estos países y las repúblicas surgidas de la disolución gran colombiana.

Si bien la Gran Colombia fue creada mediante la Ley Fundamental de la República de Colombia expedida durante el Congreso de Angostura (1819), el Estado como fruto de la unión de dichos territorios no vio la luz hasta el Congreso de Cúcuta (1821), donde se redactó la Constitución nacional con la cual se implementó y reglamentó su creación, al igual que la vida política e institucional del nuevo país. El país se disolvió a finales de la década de 1820 e inicios de los años 1830, por las grandes diferencias políticas que existían entre partidarios del federalismo y el centralismo, así como por las tensiones regionales entre los pueblos que integraban la república.

Originalmente la Cosiata iba dirigida a exigirles la reforma de la Constitución de Cúcuta y anunciar el rompimiento con las autoridades de Bogotá, pero con intenciones de seguir bajo la protección del Libertador. Los críticos de Páez con Simón Bolívar y la idea unificadora que este poseía.

Otros sin embargo concluyen que estos acontecimientos se veían venir desde el nacimiento de la República de la Gran Colombia, ya que al constituirse la misma se adoptaba un sistema de tipo centralista en manos de las élites políticas y económicas neogranadinas, aunado a ello las autoridades venezolanas tenían que estar supeditadas a la decisión del senado de Colombia (Nueva Granada, Venezuela y Ecuador), perdiéndose en teoría los años de lucha independentista y logros de libertad alcanzados en el campo de batalla. Es este el evento el que en definitiva marcará el nacimiento de la República de Venezuela.

Como podemos ver, opino que LA COSIATA no fue una conspiración diabólica, ni traidora al sueño de El libertador, sino un movimiento de defensa de Venezuela, de su integridad territorial entendida desde su concepción como Capitanía General de 1Venezuela según decreto real del 8 de septiembre de 1777, como del ideal libertario que nos diera la independencia política consolidada en el triunfo del 24 de junio de  1823,  y que la cosiata misma amenazaba.

En la práctica de las RR. II. entre Venezuela y Colombia se afianza la validez de mi opinión argumentada en el presente ensayo. Ya hemos podido apreciar que a partir de 1823 se inició un movimiento en la hoy Republica de Colombia, el cual nos privó de toda la Península de la Guajira, mediante la materialización de un oprobioso Laudo español de 1891, mal interpretado y, peor aún, anti jurídicamente demarcado; aprobado en mala hora en 1939 por el presidente López Contreras y el Congreso de la época, como también refrendado en 1941, por Isaías Medina Angarita y el congreso de su período. Esto confirma las preocupaciones de José Antonio Páez y, a mi juicio, rescata a la cosiata valenciana de la infamia de la calumnia, y materializa la validez de los temores ante las veladas amenazas, de los cuales nuestros preclaros líderes defendían a nuestra patria. 

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