CONVERSANDO
CON ILIDIO DE ABREU
El miércoles 18 de
noviembre del corriente cayó un abrupto palo de agua que me dejó a descampado
en segundos y quedé literalmente emparamado. A mi edad eso no es bueno. Decidí entonces,
junto a un grupo de transeúntes en iguales predicamentos, continuar, ya que estaba
en la calle Bolívar de Puerto Cabello a pocas cuadras de mi vivienda. Apreté el
paso y continué travesía a casa, para echarme un baño y tomarme un té bien caliente.
Al pasar por el frente del comando de la
MUD me encontré con la grata presencia del colega Orlando Martínez y del amigo Hugo
Marín, quienes como caimanes en boca de caño me atraparon en la puerta con su bonhomía
y, prácticamente, me conminaron a guarecerme. De inmediato me llevaron a la
presencia del candidato de Ilidio de Abreu, quien me ofreció café caliente y un diálogo
franco, respetuoso y amistoso.
Para mi satisfacción, me enfrasqué
en una profunda conversa en petite comité, en su oficina de comando de campaña,
conversa muy nutritiva para ambos, en la cual repasamos la situación nacional y
donde puede apreciar la madurez y avance en el pensamiento político del joven médico.
Ya no es sólo el entusiasmo juvenil, la pujanza ingenua y el fragor combatiente
de otrora y de siempre, sino que ahora puede acompañarlas con un buen
estructurado cuerpo de conceptos políticos, resultado de la combinación de estudio,
sazonado de la experiencia en su contacto con el pueblo y sus realidades, el conocimiento
profundo de los problemas de municipio y una clara consciencia de las causas
que nos han llevado a la crisis actual, como de su convencimiento acerca de las
soluciones, basadas en más democracia, reconstrucción económica acelerada y
concordia en su relación no solamente con adeptos sino con quienes le han
adversado y quienes ha creído en otra visión, visión estruendosa y
evidentemente fracasada, a la cual le presenta la suya, dentro del respeto y de
un marco de centro izquierda, de reconocimiento a la disidencia y la búsqueda de
una unidad no bobalicona y pueril, sino producto del consenso para alcanzar
puntos medios del tipo racional del ganar-ganar, en la convicción de que no es
dividiendo, sino sumando, que se pueda logar salir de la crisis.
Él está muy persuadido del
poder del pueblo y de los inmensos recursos del país, en especial el humano con
el que cuenta Venezuela para avanzar y salir del atolladero, y no es, como dicen
algunos con clara intención de disuadir al votante y desesperanzarlo, en un
tiempo muy largo, sino que, precisamente, si se emplean estos recursos
naturales y el mejor de todos…el humano!, podríamos más pronto que tarde
ofrecerle a Venezuela una salida planificada por y entre todos, calculada con
sus riesgos y oportunidades, fundamentada en el trabajo arduo hombro a hombro
sin restar candidatos por razones de consciencia o diferencias políticas, con visión
de progreso y sentido de excelencia, sustentados en la aplicación de la ciencia
y el arte del buen gobierno y empleando a profesionales calificados en las
diversas ramas del saber, eso sí, honestos y seleccionando un modelo comprobadamente
eficaz, efectivo y eficiente. No es copiando o adoptando modelos a raja tablas,
sino adaptándolos a nuestras realidades,
y no es subyugándose ante un líder mesiánico o caudillo propio o extranjero,
con precario como dudoso palmarés, ni entregado la nación a intereses ajenos a nuestra
soberanía, ni enajenando su integridad territorial ni mucho menos la moral.
Estamos ambos convencidos
de que no es a través de la violencia, del uso de presiones del poder omnímodo
y avasallante del estado ni del gobierno en perjuicio de los DDHH, ni de actuar dentro del
cohecho y la corrupción administrativa, abusando del clientelismo, el populismo o por la
disuasión por el temor y en irrespeto a la constitución y leyes, o como se vio
en la AN en vías de extinción, recurriendo al método atrabiliario y revanchista,
a la trompada estatutaria (como decía Rómulo
Betancourt), ni siquiera al del abuso del poder que una mayoría pudiera
otorgarle a una oposición repotenciada como se verá el venidero 6D, ¡Dios mediante!,
que podríamos solucionar la crisis; sino a través de la práctica de las virtudes
ciudadanas, personales y democráticas, del diálogo constructivo, no importa con quien
ni en cual momento, aún en las peores situaciones de conflictividad y de ingobernabilidad,
provocada y azuzada por laboratorios del mal. Formando equipos eficientes de
trabajo, por supuesto, sin compromisos y sin claudicar posiciones y dentro del respeto
al adversario político, nunca visto como enemigo a quien se puede ofender, descalificar
o criminalizar, lo lograremos.
Como ven, he quedado gratamente
sorprendido de un nuevo Ilidio de Abreu, para él - por supuesto - el de siempre;
pero, para mí, que le he adversado, con argumentos ya conocidos, y
que conforman parte de sus debilidades (ya
veo que superadas); pero, con la suma de sus fortalezas, de su comprobada dedicación
y con la promesa de perfectibilidad cristiana y humana, resultante de la reflexión
que en él se aprecia le ha hecho madurar, es como se puede transformar debilidades
en fortalezas para enfrentar las amenazas y convertirlas en oportunidades pare
el cambio y el éxito en una gestión.
Queda entonces que él logre
el triunfo con el apoyo del pueblo y que luego haga buenas sus promesas y su plan
de gobierno, que cumpla y haga cumplir la constitución y que contribuya a devolverle
al parlamento su valor intrínseco e irrenunciable de LEGISLAR y CONTROLAR al ejecutivo, y ofrecer el consenso de los mejores hombres en pensamiento, palabra y obra,
para apoyar la consecución de progreso y el desarrollo, no sólo material sino
espiritual, moral y ético de nuestra patria.
Amigo Ilidio de Abreu,
joven médico venezolano prestado a la política por demostrada vocación y
entrega, éste es su momento de alcanzar sus metas, y hacerlas coincidir con los
intereses nacionales, ya que Ud. será diputado de todos los venezolanos y se deberá
a su consciencia, pero con un compromiso de no defraudar al municipio donde se encuentran
sus querencias y donde un pueblo noble le ha entregado su confianza, no la defraude. Aquí estaremos en nuestra trinchera, atentos y vigilantes, no para extenderle un cheque en blanco, sino una oportunidad
de lucirse y le exigiremos resultados. Sólo así podemos ser amigos.
Gracias por sus atenciones
y amistad, aun cuando hemos estado en aceras encontradas en cuanto a la posición
política; pero, ambos conscientes de que no es en nuestro beneficio, sino el de
la nación a la cual nos debemos.
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