HIMNOS, CANCIONES POPULARES O SEGUNDOS HIMNOS
El encuentro de Don Pedro Flores con Rafael Hernández “le tocó las fibras de su innata vocación artística”, según atestiguan sus últimas palabras en una entrevista que dejó para la posteridad. A los 72 años Don Pedro le confesó a un periodista desde su lecho de enfermo que quería y admiraba mucho a Rafael y que entre ambos surgió una amistad entrañable. Decía que al terminar de trabajar, lo primero que hacía el de Naguabo, Puerto Rico, era visitar la casa del compositor aguadillano, su paisano del barrio del Tamarindo de Aguadilla en el mismo país- isla.
Mientras se acrecentaba la amistad, surgió entre ellos un reto continuo para ver quién de los dos escribía la mejor creación popular. Cuando Pedro Flores escribió "Sin bandera", al poco tiempo Rafael le dijo: "Jamás me perdonaré de no haberla escrito yo. Dentro de poco me saldré con la mía". Y efectivamente, así sucedió. A los pocos días Rafael Hernández llamó a su casa para mostrarle a Pedro Flores la letra de "Preciosa". Fue un estímulo para Don Pedro.
Ambas canciones, SIN BANDERA y PRECIOSA, como el ALMA LLANERA lo es para Venezuela, son segundos himnos en Puerto Rico. Vaya a Ud. a decirles que son de músicos populares o que tocaban en cabarets de Nueva York, o que su métrica no es estrictamente marcial. De paso, nuestro himno nacional se dice que era una canción de cuna que le cantaban las madres a sus bebes al amamantarlos, en la colonia; de allí que Connie Méndez haya dicho en sus creaciones urbanas, como es su VENEZUELA HABLA CANTANDO”: “El secreto compañero, es algo muy personal, que arrullamos a los niños, con el himno nacional”
VENEZUELA HABLA CANTANDO
Tonada Conny Méndez
Por los caminos de Aragua
y a las cuatro de la mañana
se oye una punta 'e ganao
que viene desde la sabana.
El puntero encapotao
cantando la va llevando,
porque hasta el buey
se lo entiende
si se lo dice cantando.
Se oye cantar un gallito
en el corral de la vecina
y ya saben los que duermen
que la aurora se aproxima.
El chorrito de la pila
goteando está joropeando,
¡Qué bonito que en mi tierra,
se amanece ya cantando!
La lavandera en el río
y el jardinero regando,
el albañil en su andamio,
todos cantan trabajando.
Los muchachos de mi pueblo
todo el día andan silbando,
ya por el mundo se dice:
Venezuela habla cantando.
El que nace en Venezuela
ya lo vamos preparando
al decir venezolano
ya lo dice uno cantando.
El secreto, compañero,
es algo muy personal:
que arrullamos a los niños
con el Himno Nacional.
La moción de eliminar o borrar estos símbolos de tan alta significación sociológica de la psiquis y del imaginario popular de los pueblos es una innecesaria, ridícula, imposible, como inaceptable propuesta, la cual no debería suscitar consenso, ni animación ninguna, entre los pueblos afectados.
EL cariño, como las fechas patrias y los iconos sociales “se adhieren” a los ciudadanos desde la teta de la madre, y se les inyecta con el primer abrazo en el regazo, los pueblos los emulan espontáneamente y poco a poco se van sembrando en el alma popular. ¿Cómo van a hacer para borrarlos?
Recomiendo buscar los CD del Banco de Puerto Rio, el cual anualmente hace un espectáculo donde realza su cultura, para que oigan a Danny Rivera y otros cantar estas canciones-himnos.
Como anécdota personal relacionada con el tema, les digo que el pasado jueves 18 de julio 2013, me tocó cumplir un pedido de la Cámara de Comercio de Puerto Cabello, para la ceremonia del cambio de su directiva, donde el empresario José Manuel Rodríguez le recibió al empresario Félix Jiménez, la presidencia del organismo, de cantarles el himno nacional al comienzo y el de Puerto Cabello, de Don Ítalo Pizzolante, al cerrar. Por la amistad que me une, y la generosa consideración que la centenaria cámara ha tenido para con mi humilde persona, antes en servicio activo y ahora en situación de retiro, accedí y fui acompañado por el Maestro Efraín Salazar al piano.
Quiero decirles que las canté, ambas, con similar ánimo solemne y ceremonioso, y al de Don Ítalo le puse mucho sentimiento, y no fue entonces “un bolero barato”, como reniegan los revolucionarios del precioso valse de Chelique a Caracas, sino expresión de la genuina y muy sentida emoción contenida en los corazones porteños allí reunidos, quienes la escucharon con aplomo, respeto y con la porteñidad a flor de sus almas.
Para respaldar o reforzar mis argumentos, les agrego, de wikipedia, los:
ORÍGENES E HISTORIA DE LA MARSELLESA:
El 20 de abril de 1792 se declaró en París la guerra a Austria. Cuando el alcalde de Estrasburgo, supo la noticia, invitó a cenar a su casa a un grupo de oficiales, en la noche del 24 del mismo mes. En este grupo de oficiales se encontraba Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de ingenieros de la guarnición de Estrasburgo. En esa reunión, el alcalde le pidió que creara un himno patriótico para el acontecimiento que celebraban. Rouget de Lisle compuso dicho himno y le dio el título de Chant de guerre pour l'armée du Rhin (Canto de guerra para el ejército del Rin) y se lo dedicó al Mariscal Luckner1
El 22 de junio, un futuro general del ejército de Egipto llamado François Mireur, apenas titulado de la facultad de medicina de Montpellier, se encontraba en Marsella encargado de preparar la marcha de los voluntarios de Montpellier y de Marsella. Había oído el himno en Montpellier durante algunos funerales oficiales y lo presentó a su gente con el título de Chant de guerre aux armées des frontières (Canto de guerra para los ejércitos de las fronteras). La tropa de los obligados lo aprendió y lo usaron como canción de marcha. Y así entraron en París el 30 de julio de 1792, entonando marcialmente el himno compuesto tres meses atrás por Rouget de Lisle. Los parisinos los acogieron con gran entusiasmo y bautizaron el cántico como La Marsellesa.
Durante la Primera República, la Marsellesa fue un himno muy popular entre soldados y civiles. En el tiempo de los dos Imperios, la Restauración y la Segunda República, fue ligeramente olvidado. En la Tercera República recuperó el protagonismo y fue interpretado por las bandas militares en todos los actos oficiales. En el siglo XX, el Gobierno de la Francia liberada le otorgó una especial importancia junto con el himno oficioso llamado "Le Chant des Partisans".
Hasta que finalmente en la Constitución del 4 de octubre de 1958, fue instituida la Marsellesa como himno nacional.
La Marsellesa exaltaba desde sus comienzos el ánimo patriótico, hasta tal punto que Napoleón Bonaparte dijo en una ocasión: «Esta música nos ahorrará muchos cañones».
El 24 de enero de 2003, se aprobó la Ley de Programación para la Seguridad Interior (Lopsi), propuesta porNicolas Sarkozy, que creaba el delito de ultraje a la bandera y al himno nacional franceses, sancionándolos con penas de hasta seis meses de prisión y 7.500 euros de multa. Algunas asociaciones y ciudadanos protestaron, considerando esta ley un atentado a la libertad de expresión. El Consejo Constitucional de Francia limitó las posibilidades de aplicación de la ley, los actos dentro de un círculo privado, y los actos realizados en manifestaciones no organizadas por las autoridades públicas o no reglamentadas por ellas.
Debido al alto desconocimiento del himno entre muchos jóvenes franceses, la ley Fillon para la reforma de la educación adoptada en marzo de 2005, incluye la obligación del aprendizaje de la Marsellesa en la educación infantil y primaria.
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